Final de la acampada de Sol

El movimiento 15-M o de los indignados nació poco antes de las elecciones del 22 de mayo y tuvo desde el primer momento la Puerta del Sol de Madrid como centro simbólico de todas sus reinvindicaciones. Allí pasaron la noche miles de personas que reclamaban cambios en la política y la economía española, personas que clamaban contra el bipartidismo, la corrupción y el poder de los bancos. Tras esos primeros días, el movimiento fue tomando fuerza y en Sol se asentó un campamento de descontentos que se establecieron en la plaza. Ahora, tras una asamblea celebrada ayer, el movimiento decide levantar la acampada y trasladar las asambleas a los barrios, como ya se venía produciendo desde hace dos semanas. Hay quien quiere seguir en Sol, pero ya no serán representativos de este movimiento. Se levanta el campamento y es un buen momento para volver a posar nuestra mirada en los indignados del 15-M. En su momento dije que era un fenómeno que había que analizar y estudiar a fondo, y sigo pensando que tiene algún punto de interés y algunas dosis de razón. Creo, no obstante, que alargar tanto la acampada en Sol ha sido un error. El golpe inicial estaba dado y no veía necesidad de prolongar más esta situación.

El domingo se pondrá punto final a la acampada en Sol, pero sólo será un punto y seguido a las acciones de este movimiento. Se decía estos días que el 15-M iba a morir de éxito. Lo cierto es que, sin llegar a tanto, los indignados han logrado movilizar a miles de personas y han coordinado una acción más o menos conjunta en toda España. Pasado el tiempo de las acampadas, habrá que ver hacia dónde deriva este movimiento. Hay muchas opciones. Puede convertirse en algo que degenere, como ha sucedido con algún acto delicitivo en nombre de este movimiento como el realizado en un supermercado del que pretendían salir sin pagar para alimentar a los más necesitados, o puede seguir contando con el apoyo de muchos españoles gracias al hecho de que muchas de sus reivindicaciones sean vistas como razonables y lógicas. De este modo, en sus manos está decidir si lo que quieren es sencillamente llamar la atención o si de verdar creen en la posibilidad de cambiar realmente las cosas. Si optan por esta segunda opción, seguro que muchos seguiremos mirando con simpatía esta corriente. El cambio en la Ley Electoral, por ejemplo, es una de sus peticiones más claras y comunes en todas las ciudades. Parece algo razonable hacer que el voto de todos valga lo mismo. Una persona, un voto.

Este movimiento nació poco antes de las elecciones municipales y autonómicas del 22-M, pero sus creadores y simpatizantes dijeron entonces que sus aspiraciones iban mucho más allá de estos comicios, que no iban a hacer campaña por ningún partido y que lo que querían era cambiar las cosas. Es verdad que han ido más allá de las elecciones, también que no han apoyado expresamente a ningún partido y que lo que desean es un cambio en España es algo que iremos viendo según pase el tiempo. Una prueba de fuego para este movimiento fue el día posterior a las elecciones. Si seguían con sus protestas significaba que, en efecto, no procuraban sencillamente un cambio en el resultado electoral, que aspiraban a algo más profundo. Así fue, siguieron adelante con sus acciones. Ahora llega otro momento importante para esta corriente social. Han decidido acabar con la acampada en Sol y es de presumir que ocurrirá lo mismo en el resto de ciudades españolas en las que existen campamentos similares. Ahora llega otro momente decisivo. Desde mi punto de vista, tendrían que haber finalizado las acampadas mucho antes, pero ahora que lo han hecho, aplaudo esta decisión y estoy a la expectativa por ver qué será lo próximo que haga el 15-M.

Se escuchan varias opciones pero creo que no ando muy desencaminado si digo que todavía ni ellos saben cuáles serán los próximos pasos. En Madrid los barrios toman el relevo de la acampada de Sol y será en cada distrito donde se celebren asambleas. He leído en algún medio que este movimiento pretende hacer actos de protesta el día 11 de junio cuando se constituyan los ayuntamientos de toda España. También que están estudiando hacer una gran marcha desde todos los puntos de España que desemboque en Madrid, concretamente ante la sede del Congreso de los Diputados. Los indignados parecen dispuestos a seguir en los medios, a que se siga escuchando su mensaje. Para ello están estudiando las próximas acciones que deben tomar para que no se perciba esta corriente como flor de un día. En todo caso, el movimiento 15-M ha supuesto una corriente de aire fresco en el sentido de que ha demostrado que la sociedad española no está tan adormecida o anestesiada como criticábamos algunos antes de que llegaran estos actos de protesta. Decíamos que con tanta corrupción y con tanto paro, lo extraño era que nadie protestara. Recuerdo que veíamos como los actos convocados por los sindicatos acababan sin éxito de asistencia. Pues bien, sí hay reacción ante la situación que vive España.

Otra cosa distinta es que nos guste más o nos guste menos el modo en que se ha reaccionado. Muchos hubieran optado por otro modelo que no pasara por asentarse en un espacio público para hacerse oír. También hubiera sido preferible quizás que sus mensajes fueran más concretos, es decir, que hubiera una serie de propuestas bien definidas. Se sabe contra lo que van, se sabe con qué sectores de la sociedad están indignados (especialmente políticos y banqueros), pero poco han dicho de sus propuestas concretas. Es verdad que, por contra, sí han acuñado muchos y buenos eslóganes. En política, y lo que el 15-M hace es política al fin y al cabo, las frases pegadizas son importantes y a veces atraen más que un discurso profundo. No digo que no sea triste, sólo que así funciona esto. Frases como "no tengo mes para llegar a fin de sueldo" o "si no nos dejas soñar, no te dejaremos dormir", han llenado los espacios donde se han asentado los indignados. Pero no hemos escuchado de su boca qué modelo ecónomico defienden, qué medidas aplicarían. Comprendo que es difícil escuchar una propuesta común cuando se trata de un grupo asambleario, pero en algún momento deberían hacer propuestas concretas y centrar en ella sus discurso.

Ahora que se acaba la acampada en Sol se abre un nuevo momento de incertidumbre sobre qué hará en adelante el movimiento 15-M. Lo que deben evitar a toda costa son actos como el que vimos ayer en la prensa de unos jóvenes de este grupo que entraron en un centro comercial y llenaron carros de la compra para irse sin pagar y dar los alimentos a los pobres. No se hacen así las cosas. Por mucho que sea un acto del 15-M, por mucho que tengan detrás la etiqueta de los indignados, lo cierto es que lo que pretendían hacer tiene un nombre sencillo: es un delito. Será todo lo llamativo que se quiera, pero es un intento de robo. A ser posible, los miembros de este movimiento deberían buscar que todas sus acciones respondan escrupulosamente a la legalidad y también deberían buscar la simpatía de la ciudadanía, no dar la sensación de inseguridad que darán si repiten acciones de este tipo. Habrá que seguir pendientes de este movimiento. Siguen conservando, a pesar de sus errores e imprecisiones, ese aire de revuelta social que tanto suele fascinar a muchas personas. Siguen siendo de algún modo un grupo simpático con el que no resulta complicado identificarse en algunas ocasiones. Si quierne cambiar las cosas deben sar un paso más en la buena dirección.
Acabo estas líneas hablando de Jorge Semprún, a quien hoy se despide. A los 87 años de edad este escritor, guionista, exiliado español y superviviente de los campos de concrentración nazis ha fallecido en París. Hoy España despide a esta ilustre personalidad. Todos los medios hacen perfiles biográficos de este hombre y de una vida, la suya, completamente de película. Descanse en paz.

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