Crisis griega

De nuevo la situación en Grecia atrae la atención por lo delicado del momento que atraviesa la economía de aquel país, pero una vez más hay más noticias de interés. De este modo, hablaré de la votación de ayer en la que Papandreu logró obtener la confianza de la Cámara griega, lo que le permitirá presentar su plan de ajustes el próximo martes, pero también abordaré otras cuestiones como las recomendaciones del FMI, incansable, a España, y de otras cuestiones importantes del día. Comienzo y centro gran parte de la entrada, eso sí, en la crisis griega. La respuesta de la calle está siendo numerosa y hay gran contestación a los recortes que les avecinan. Ayer, desde la Unión Europea, se recordó a Grecia que no había un plan B, es decir, que no existe una alternativa al plan de ajustes que tendrá que ser aprobado el próximo martes si el país quiere evitar entrar en la bancarrota. Los ciudadanos no tienen tan claro esto último y, desde luego, no están dispuestos a seguir siendo ellos los que paguen por los desmanes o los errores de otros. El descontento y la indignación con sus políticos es patente y también entendible. Al fin y al cabo, el país vive uno de los momentos más delicados de su historia reciente.

155 de los 298 diputados de la Cámara griega apoyaron ayer al primer ministro griego. La moción de confianza superada le da, por lo tanto, un respiro a Papandreu quien podría seguir adelante con su intención de aprobar un nuevo plan de ajustes la semana próxima. Los ciudadanos y los sindicatos del país ya han dejado claro que no va a quedarse callados ante lo que consideran algo injusto y que les hará esforzarse y sufrir aún más por esta crisis que ellos no han generado. Los sindicatos griegos han convocado una huelga general de 48 horas coincidiendo con la votación del martes de la semana que viene para aprobar el nuevo paquete de medidas que exige la UE para seguir lanzando un salvavidas a la maltrecha economía de este país. Según leo hoy en la prensa, hacía más de 20 años que en Grecia no se convocaba una huelga general de dos días de duración. Las circunstancias son especiales y requieren de medidas especiales. Es cierto que resultará muy complicado que las protestas ciudadanas logren frenar los planes de austeridad, pero no es menos cierto que es lo único que les queda a los habitantes de este país para demostrar al menos su disconformidad con el modo en que se está gestionando esta crisis y con los que llevaron a Grecia al borde del precipicio.

Las declaraciones de ayer de Durao Barroso sonaron a lo que eran, un ultimátum a las autoridades griegas. La UE le ha dado un plazo a Grecia para aprobar el nuevo plan de ajustes y debe estar listo antes del final de la próxima semana. Barroso dijo ayer que no había plan B, que no existía alternativa alguna a este camino para salvar a la economía griega del hundimiento. Las autoridades de este país están dispuestas a cumplir a rajatabla lo que les llega desde la UE, puede que no tengan otra opción, en efecto. Pero los ciudadanos son otra cosa y, como también resulta lógico, ellos no están dispuestos a seguir pagando los platos rotos de otras personas, en concreto de sus dirigentes políticos que han llevado a Grecia al desastre, a este tragedia que tienen en vilo a toda Europa. Por un lado, podemos pensar que en Grecia se han hecho mal las cosas y que, como es natural, debe pagar sus deudas, pero por el otro también es razonable que los ciudadanos no estén por la labor de ser ellos los que se aprieten más el cinturón, los que tengan que ponerse en primera fila y llevarse todos los golpes, los que, en definitiva, salgan peor parados de esta situación y de este nuevo rescate a la economía de su país. La distancia entre los políticos y los ciudadanos se acrecienta a pasos agigantados en Grecia.

Yo pondría el acento en los ciudadanos, más que en la difícil situación que le está tocando lidiar a Papandreu y al resto de autoridades griegas. Así, no podemos dejar de lado a los habitantes griegos. Son ellos los que han perdido sus puestos de trabajo, los que ven como su condiciones de vida se van haciendo cada vez menos soportables, los que se preocupan ante los nuevos recortes y se preguntan de dónde van a poder sacar ante este plan de austeridad. Es algo común a todos los países que han sufrido y sufren al crisis económica: los ciudadanos son los que pagan los errrores de sus dirigentes y los que tienen que dar la cara, sí o sí, ante los graves problemas económicos. De donde antes se recorta es de todo aquello que afecta directamente a los ciudadanos, a la población. Recuerdo que en la manifestación del pasado domingo en Madrid, en declaraciones a una cadena de televisión, una manifestante dijo que era increíble cómo cuanto menos se tenía, más te quitaban, más te exigían para poder salir de la crisis. No sé si llega a tanto, pero está calando el mensaje de que los ciudadanos más modestos son los que más están sufriendo las consecuencias de la crisis y de los recortes a los que ésta está obligando a llevar a cabo a los goberantes.

Los ciudadanos griegos han demostrado desde el primer momento que están dispuestos a seguir luchando para combatir aquello que consideran injusto. Han convocado, y secundado, muchas huelgas generales y han llevado a cabo actos de protesta contra los innumerables recortes del gobierno de Papandreu. A los que no somos expertos en cuestiones económicas quizás se nos escape de algún modo los detalles de cada plan o lo que está pasando realmente, pero no la sensación de que vivimos momentos críticos y decisivos. Tras tanto tiempo de crisis, quien más quien menos ya se va familiarizando con algún término económico que antes desconocía por completo. Del mismo modo, también vamos entendiendo que lo que pase en Grecia no afecta solamente a este país, sino que España está muy expuesta a lo que suceda allí, así como otros países de la UE. La Unión Europea no puede dejar caer la economía griega, no se puede permitir una bancarrota de este país. Parece que el martes de aprobará el nuevo plan de ajuste y que, después de ello, la UE emprenderá una nueva ayuda a Grecia. Es de suponer que con esto se calmará a los mercados y que Europa podrá respirar más tranquila que en estos días en los que vive alterada por la crsis griega.

Decía al comienzo de estas líneas que el FMI es incansable, y es que vuelve a pedir nuevas medidas de ajuste a España. Se está hablando mucho de que si Zapatero continúa y finaliza la legislatura será porque tienen planes que llevar a cabo, reformas que aprobar. El FMI dice que en España se han hecho reformas en la buena dirección, pero siempre quiere más. Ahora retoma una petición clásica que disfraza de valentía: rebajar el coste del despido. El FMI pide al gobierno una reforma laboral "más valiente". Así que para este organismo la valentía va asociada a abatar el despido. En general, al FMI le parecen acertadas las medidas que ha tomado España, pero pide que se profundice más en los cambios que han comenzado a llevarse a cabo. Además de abatar el despido, este organismo pide que se desligue el salario de la inflación y una actualización "más radical" de la negociación colectiva. Entre el elogio a lo que se ha hecho ya y las recomendaciones a o que, a su juicio, falta por hacer en España. Ésa es la postura del FMI ante la marcha de la economía en nuestro país. ¿Abaratar el despido es una solución? ¿Por qué insisten tanto en este punto? ¿Estará el gobierno dispuesto a seguir esta recomendación? Como en todo, el tiempo dirá.

Acabo esta entrada regresando a la crisis griega. Estos próximos días hasta el martes que viene serán vitales para saber cuál es el futuro inmediato y a corto plazo de este país. El hecho de que el primer ministro superara la moción de confianza en el día de ayer abre la puerta a la aprobación al plan de austeridad que exige la UE para poder echar una nueva mano a Grecia. Los ciudadanos saldrán a la calle para protestar contra estos recortes, contra tantos ajustes que les afectan a ellos de forma directa. Europa seguirá pendiente de Atenas. Allí se centrarán estos días gran parte de las miradas. Los nuevos ajustes están de camino y es lógico que la población se pregunta hasta cuándo tendrá que seguir soportando más y más recortes, hasta cuándo tendrá que ser ella la que pague por los errores de otros. Complicada situación la que vive Grecia.

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