Crisis del pepino

La actualidad en España podría centrarse en muchas noticias políticas o de diversa índole, pero todos hablamos de los pepinos españoles y con razones más que sobradas para que así sea. En Alemania se han dado varios casos de muerte por una bacteria que, al parecer, se encontraron en pepinos y hortalizas crudas. En un primer momento, con una irresponsabilidad enorme por su parte, las autoridades alemanas pensaron que podrían hacer cargar con las culpas de esta crisis alimentaria a España. No corto ni perezosos decidieron culpar de estos casos a los pepinos españoles, pero resulta que ayer tuvieron que salir a afirmar en público que esto no es así y que el origen de estas intoxicaciones que han dejado ya 16 muertos no está en los pepinos procedentes de España. Esta confirmación de las autoridades alemanas es un pobres consuelo para un sector que ve como se tambalea una de sus más importantes fuentes de ingresos (la exportación) y que está ciertamente preocupado por las pérdidas económicas derivadas de esta noticia falsa que dieron las autoridades alemanas. Han demostrado ser muy poco responsables y han tomado a España como un conejillo de indias perfecto para echarle la culpa de esta crisis alimentaria.

Lo más grave de todo esto es, sin duda, la pérdida de vidas humanas provocadas por esta nueva crisis. Es muy preocupante que cada cierto tiempo se den este tipo de situaciones en distintos países del mundo. No pasa más de un año generalmente entre crisis y crisis y esto genera alerta social ante lo que estamos comiendo. Por lo tanto, lo más importante ahora y de lo que se deberían encargar las autoridades alemanas que de forma tan clara han metido la pata (quiero pensar que echarles las culpas a España ha sido sólo una metedura de pata y no algo intencionado) es de localizar el origen real del problema y tratar de ponerle freno. Parece que todos los afectados han pasado por la localidad alemana de Hamburgo y también que han comido hortalizas crudas. De hecho, el único caso registrado en España es el del un paciente del País Vasco que estuvo en Alemania. El otro caso conocido fuera de las fronteras alemanas se dio en Suiza y también esa persona había estado en el país germano previamente. Siempre que suceden este tipo de crisis alimentarias se desata la alarma social y se multiplica la preocupación y las preguntas sobre qué controles pasan los alimentos que luego consumimos. La crisis actual debe ser investigada y la principal preocupación ahora es frenar las muertes por esta bacteria.

Ahora bien, dicho esto y reconocido que lo más grave sin duda son las muertes provocadas por esta situación, no podemos dejar de destacar que la irresponsabilidad de las autoridades alemanas ha hecho un daño terrible a España. Por un lado, ha provocado que la imagen de nuestras hortalizas y frutas se haya erosionado de forma grave y rápida. Cuesta mucho ganarse prestigio y muy poco perderlo. Para lo primero, hay que vender buenos productos y trabajar duro, mientras que para lo segundo sólo hace falta que algún dirigente de un país extranjero quiera echar balones fuera y culpe de una crisis alimentaria a los productos que tú vendes y tratas con tanto mimo y cuidado. Los productores de estos alimentos están realmente preocupados y no es para menos. La pérdida de prestigio trae consigo de forma inmediata una pérdida de ventas, es decir, una pérdida importante de ingresos. Según vemos en las informaciones que llegan desde Alemania, hay comercios que anuncian que han retirado todos los productos españoles para tranquilizar a la población. Todos estos productos que no se venden, o aquellos países que han cerrado sus fronteras a la entrada de productos españoles, provocan un grave perjucio a estos productores.

La exportación es un factor importante para la economía española y muchas personas viven de las frutas y hortalizas que se venden al extranjero. Los trabajadores del campo viven de lo que venden. Pocos trabajos están menos reconocidos que el suyo. Tiene que ser un trabajo muy duro, muy sacrificado y poco reconocido. Pero es el que tienen y miles de personas viven de él. Pues bien, el trabajo es demasiado importante como para que la incompetencia (por no pensar que se trata de sucios intereses comerciales) de las autoridades de un país extranjero deje al borde del precipico a todas estas personas. Si esto hubiera pasado en España, es decir, si algún ministro español hubiera culpado de una crisis alimentaria similar a productos de un país extranjero y más tarde se hubiera vuelto atrás, ese dirigente habría sido puesto a caer de un burro por todos y estaríamos exigiendo su dimisión. Eso por no hablar de las reacciones airadas que habrían llegado desde Europa. Pero resulta que quien la ha liado esta vez es Alemania, el país al que nadie le puede toser en el continente, el motor de Europa, el símbolo de una Europa fuerte y avanzada. Todo eso es verdad, pero también lo es que quien ha echado la culpa de esta crisis a España debería dimitir de forma inmediata.

El daño ya está hecho y España hará muy bien en pedir indemnizaciones por esta situación que ha envuelto al sector agricultor español sin comerlo ni beberlo. Admitamos que se ha tratado sólo de un grave error, admitamos que no había segundas intencioes detrás de este fallo. De acuerdo, pero lo cierto es que se ha hecho mucho daño y se está perdiendo mucho dinero. Dicho de otro modo, los puestos de trabajo de miles de personas está en el aire. Son cosas que no deberían pasar porque, por mucho que ahora salgan diciendo que los pepinos españoles no tienen nada que ver con esta crisis ni con las muertes, será complicado que los ciudadanos alemanoes y del resto de países que han retirado los productos españoles de sus mercados vuelvan a comprar pepinos o cualquier otra hortaliza procedente de nuestro país. El que ha provocado este grave daño debe pagar por el mismo. Así la próxima vez serán más cuatelosos y se lo pensarán dos veces antes de echar la culpa de una situación tan grave como ésta a un país que, hasta el momento y según ellos mismos reconocen ahora, nada tiene que ver con esta crisis.

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