Japón, un mes después



Hace justo un mes Japón sufría un terrible terremoto y un posterios tsunami que llenó de miedo y desolación el país asiático. Todo el mundo miraba con terror las imágenes de la tragedia en televisión. Muchas imágenes pudimos ver y a cuál más tremenda. Casas, barcos, coches, todo era arrastrado por las aguas con la fuerza de ese tsunami. El once de marzo pasará a la historia de Japón como el día en que el temblor y el maremoto posterior dejaron miles de muertos y desaparecidos, así como personas desplazadas de sus hogares. Esta mala noticia no llegó sola y povocó una de las mayores crisis nucleares de los últimos tiempos al verse dañada por el terremoto la central de Fukushima. El riesgo sigue existiendo un mes después del día de la tragedia y, aunque se han hecho avances imporantes como el sellado de las fugas, lo cierto es que aún nadie puede respirar tranquilo en Japón. Ni por los temblores que continúan en el país, ni por la crisis nuclear que nadie se atreve todavía a dar por superada. De hecho el gobierno japonés ha decidido ampliar la zona de evacuación de la planta. La serenidad del puebo japonés ante esta tragedia, su saber estar y su entereza, dio un ejemplo al mundo en medio de tanta desgracia.

En alguna ocasión he comentado en este blog que estábamos dejando en un segundo plano a las víctimas del terremoto y posterior tsunami para hablar de la crisis nuclear de Fukushima. Pues bien, hoy que es más que nunca el día para, un mes después de la tragedia, recordar a todas las personas que han sido víctimas de esta catástrofe natural. 13.116 personas murieron a causa del terremoto y del tsunami. Es una cifra desoladora, pues refleja cuántas vidas se quebraron para siempre, cuántas familias perdieron a sus seres queridos, cuánto dolor y sufrimiento tiene que hacer frente el pueblo japonés. Además hay todavía 14.377 desaparecidos. Un mes después del día fatídido esta cifra sigue siendo enorme y hace pensar que la magnitud de la tragedia puede ser aún mayor de la ya de por sí terrible realidad de la que habla el número de fallecidos. Por otro lado, 150.000 personas se han quedado sin hogar. Es decir, 150.000 personas están sin casa. Se trata de otra cara de lo ocurrido en Japón. Hemos visto en televisión y en el resto de medios polideportivos repletos de gente afectada por la tragedia. Son muchas personas que no tienen casa, que están fuera de su hogar y que saben que no podrán volver a ella porque el tsunami la ha arrasado.

No podemos dejar de lado estas terribles cifras sobre todo por una razón, porque no estamos hablando de cifras frías o de números, estamos hablando de personas. Es por ello que debe ocupar el primer plano de las informaciones sobre la situación en Japón, esa es mi opinión al menos, la realidad trágica de los desaparecidos y muertos, así como de los desplazados por la tremenda catástrofe. Por el motivo que sea la crisis nuclear ha ocupado bastante más espacio que las labores de rescate o la situación lamentable de las personas que están fuera de su hogar. Por eso creo que hoy, día para el recuerdo, se debe poner el acento en los daños irreparables que han dejado el terremoto y el posterios tsunami. Es cierto que la crisis en Fukushima alarma mucho a Japón y al mundo entero, y no se puede dejar de mirar a este punto del país con preocupación y mucha atención, pero la situación en la central puede intentar resolverse o paliarse (ojalá sea así). Sin embargo, los muertos por la catástrofe no tendrán esta oportunidad y se han ido para siempre. Hoy Japón rendirá homenaje a todas las personas que han perdido la vida en este terrible día, once de marzo de 2011. Lo harán con la serenidad y con la ejempar forma de actuar que les caracteriza.

Si algo ha llamado la atención de muchas personas que hemos seguido las noticias que llegaban desde Japón, eso ha sido, sin contar con el dolor sentido por las pérdidas humanas y la devastación del tsunami, la actitud de los japoneses. Todo con orden, todo con sensatez. La forma de ser del pueblo japonés, su cultura, su comportamiento ejemplar, es tan diferente al que cabría imaginar en otros lugares del mundo en una catástrofe como ésta, que no deja de admirarnos. Cuando tras el terremoto el gobierno japonés dijo que era muy probable que se tuviera que llevar a cabo un gran apagón en la capital, los ciudadanos dieron buena muestra de su ejemplar comportamiento al ser ellos los que moderaron hasta el extremo su consumo de electricidad. No se han visto muchas escenas de pánico, desde luego ninguna de saqueos u otro tipo de comportamientos de esta clase. Con resignación los japoneses han aceptado esta tragedia que les ha caído encima y de han decidido a trabajar y tirar para adelante. Sensacional ejemplo al mundo dado por los japoneses. Con esa serenidad y con esa forma de comportarse y de afrontar los golpes duros que da la vida, nadie tiene duda de que Japón se levantará de esta catátrofe terrible que les ha tocado afrontar.

Hoy, como digo, es día para el recuerdo y el homenaje. Pero seguro que también será día de trabajo en las labores de reconstrucción y también en las labores en la central de Fukushima para intentar estabilizar la situación. La fuerza del terremoto y del tsunami dejan la desgracia más dolorosa para el pueblo japonés y para todo el mundo: miles de muertos y desaparecidos. Japón tardará en volver a vivir como antes. Mejor dicho, la vida nunca volverá a ser como antes para todos aquellos que han perdido a sus seres queridos. Costará mucho regresar a la normalidad plena. Eso sí, por la forma de ser y actuar que tienen los japoneses y que muchos hemos terminado de descubrir estos días, seguro que lograrán mirar hacia adelante y trabajar por llegar a ese día en el que el terremoto y todos sus efectos hayan quedado atrás de forma definitiva, en lo que se refiere a lo material y a las casas que habrán de ser levantadas de nuevo. Porque de lo que quedará una marca imborrable es de los muertos y desaparecidos, de todas esas vidas que la tragedia se ha llevado por delante. Tristemente ésa es la realidad de la que no se podrán recuperar, ésos son los daños irreparables que deja esta sucesión de terremoto y tsunami hace hoy un mes.

El riesgo de la central de Fukushima sigue siendo alto, o eso se deduce de las informaciones que llegan desde Japón. Nadie dice que se esté cerca de una resolución de esta crisis, y eso es sencillamente por eso, porque desgraciadamente no estamos cerca de poder celebrar que la situación en la central haya dejado de ser extremadamente preocupante. Se ha ampliado la zona de evucuación y, aunque se ha logrado sellar alguna de las fugas, sigue existiendo un riesgo de que haya más escapes. Además, se ha encontrado radiactividad en algunos alimentos y en el mar cercano a la central de Fukushima, por lo que la alarma continúa. Ha pasado un mes y la pregunta ahora es cuánto tiempo tendrá que pasar para poder hablar de una situación estabilizada, de crisis resuelta. Lo fundamental es que se logre salir de esta situación sin grandes riesgos para la población y que se evite una catástrofe nuclear que sumar a la catástrofe natural del once de marzo. Los héroes de Fukushima siguen arriesgando su vida para salvar la de muchas personas. Su actitud es admirable y merecen todo el reconocimiento de los japoneses. Estas personas que se la están jugando en la central están consiguiendo avances. Ojalá logren su objetivo final.

Pasó por lo tanto ya un mes de la tragedia en Japón. Un mes en el que, a pesar de ha habido muchas otras noticias en el ámbito internacional muy destacadas con especial mención a la guerra en Libia, Japón ha estado en la portada de los informativos casi todos los días. No es para menos. Las cifras de muertos y desaparecidos y la alarma por una crisis nuclear tan seria como la de Fukushima justifican esta presencia del drama japonés en los medios. El deseo, un mes después del terremoto y del tsunami, es que dentro de otro mes, y si puede ser antes, mucho mejor, podamos volver a escribir para recordar a los fallecidos y para poder felicitarnos de que la situación en la central está controlada y de que los trabajos de reconstrucción van por el buen camino. Hasta que ese día llegue queda mucho trabajo por delante para todos los que están dándolo todo, hasta arriesgando su vida en algún caso, por lograr que Japón pueda dar por superada esta crisis.

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