Guerra en Libia

Este fin de semana han comenzado los ataques de los aliados contra Gadafi en Libia. Se trata de ataques por aire y mar que buscan evitar que las fuerzas del dictador prosigan con su avance hacia los lugares controlados por la oposición al líder libio, y sobre todo evitar los atropellos a los Derechos Humanos que se están cometiendo en aquel país. El viernes conocimos la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en la que se aprobaba una intervención en Libia, y el sábado se celebró en París una cumbre entre los líderes de los países que participan de un modo u otro en esta operación que se ha bautizado como "Odisea del amanecer". España también estuvo presente en esa cumbre, porque nuestro país también ha entrado en esta guerra y ha aportado aviones y barcos para llevar a cabo las operaciones contra Gadafi. De este modo, en nuestro país la situación en Libia es de primer plano por más de un motivo. Toda guerra lo es, pero más aún si cabe ahora que España está entre los aliados que están atacando las posiciones del dictador libio. Abordaré aquí estas dos caras de la moneda, es decir, por un lado la guerra en sí, y por otro la intervención española en la misma que ha despertado un debate entre los políticos, en su mayoría favorables a que nuestro país intervenga con sus aliados en esta guerra en Libia.

Las noticias que han ido llegando desde este país desde que el sábado por la tarde Francia comenzara a atacar a las fuerzas de Gadafi hablan de que se ha logrado ya establecer la zona de exclusión aérea, y también se cuenta que ha habido fuegos antiaéreos en Trípoli. Lo último de lo que se ha informado es de que un palacio residencial de Gadafi en la capital libia ha sido bombardeado por los aliados, a pesar de que desde Estados Unidos se dijo ayer que el objetivo de la intervención militar en Libia no era la figura del dictador. Antes de que se atacara este palacio, se había hecho público a través de los canales oficiales del régimen libio el anuncio de un alto el fuego. Los países que están actuando contra Gadafi no le dan mucha credibilidad a este anuncio, y a lo largo del día de hoy se confirmará si, en efecto, las tropas leales al líder libio están cumpliendo o no el seguno alto el fuego que ha anunciado el régimen desde que se decidió intervenir contra él. Está por ver si se cumple o no esta promesa, o si se trata sólo de una nueva estratagema de Gadafi para intentar ganar tiempo. En definitiva, hoy sabremos si es una maniobra del dictador o si más bien se trata de un alto el fuego real. Por el bombardeo al palacio de Gadafi en Trípolio, los aliados no se lo creen.
En Libia hay una guerra y, como en todas las guerras, también hay una batalla por la información, o quizás por la desinformación, entre los participantes en la contienda. Si hace poco tiempo Gadafi negaba que hubiera grandes problemas en Libia y le costaba al régimen un mundo reconocer heridos o muertos en algún punto de su país, ahora todo eso ha cambiado y el régimen dice que han muerto muchas personas por los bombardeos de los aliados en Libia. Francia ha dicho que no le consta que haya civiles muertos por estos ataques. Es la guerra por la información que se da en todas estas situaciones. Unos tratan de hacer ver que los otros están siendo los que de verdad masacran a su pueblo y se están llevando por delante muchas vidas de personas inocentes. Ciertamente no será fácil demostrar las informaciones de uno y otro bando. Llama la atención cómo el régimen se ha dado prisa en sacar imágenes de heridos en los hospitales por los ataques de los aliados. En todo caso, este tipo de operaciones militares son peligrosas y, por desgracia, será muy difícil que los ataques de los aliados no causen alguna víctima entre la población civil. Más todavía si Gadafi utiliza a civiles como escudo humano, tal y como se informa en algún medio de comunicación.
Ayer Estados Unidos informó de que Gadafi no es el objetivo de esta operación, y se vino a decir que la única intención de esta intervención internacional es proteger a los civiles. Cuesta creer que no haya intención de derrocar el gobierno de Gadafi y desalojar al dictador libio. Precisamente la gran incógnita que deja esta intervención es el día después de la misma. Es decir, después de una supuesta marcha de Gadafi, ¿qué le espera a Libia? Cuando se hace una intervención de este tipo se debe tener muy estudiado el escenario que va a darse en el país cuando se vaya el lider libio. En Túnez y Egipto, casos que están en el origen de esta guerra pero que tiene cada vez menos parecidos con la situación en Libia, también se planteó esta cuestión. La respuesta fue el intento de sacar adelante un proceso de transición a la democracia en estos países. Había una oposición bastante organizada y un ejército que puso las cosas más fáciles. En este caso, tras una guerra, todo se complica mucho más, y resulta imposible predecir lo que puede pasar en Libia cuando Gadafi se vaya. La oposición no parece tener las mismas características que en Egipto o Túnez, y el ejército saldrá de una guerra en la que muchos habrán apoyado al dictador.
Lo más importante no es la operación en sí, que también por supuesto, sino el futuro de Libia y de sus ciudadanos. En esta intervención, los países que están llevando a cabo la operación contra Gadafi han querido dejar claro desde el principio que no va a haber ninguna invasión extranjera del país. Es decir, el futuro de Libia estará en manos de quienes tiene que estar, de los libios. Pero se antoja muy oscuro ese futuro. El país se ha enfrentado en una auténtica guerra civil y no parece que se den las condiciones para comenzar un proceso de transición hacia la democracia. En este sentido, la postura de Alemania deja claro también que en el mudno hay dudas de las intenciones de los rebeldes. Angela Merkel se negó a intervenir en esta operación y uno de los argumentos empleados para adoptar esta posición es que no se sabe muy bien quiénes son los rebeldes y cuáles son sus intenciones. Es verdad que Gasdaf debe irse, pero sería muy irresponsable no estudiar lo que le puede esperar a Libia, analizar las dificultades que tendrán que afrontar en ese nuevo horizonte sin el dictador. Deben ser los libios los que decidan lo que desean, pero algo está claro: la tiranía de Gadafi debe acabar y el dictador debe ser llevado ante la justicia y pagar por lo que ha hecho.
Sobre la posición de España en este conflicto, he de comezar por afirmar que detesto todas las guerras. Todo lo que sea guerra me suena a guerra y destrucción, a fracaso del ser humano, a dar un paso atrás. Es imposible sacar de la mente de la mayoría de las personas que la guerra es igual a muerte de inocentes y a mucho dolor y sufrimiento. Ahora bien, vivimos en el mundo que vivimos y ante lo que está haciendo Gadafi a su pueblo, ¿qué se podría haber hecho? En España los dos principales partidos, PSOE y PP, están a favor de esta intervención. Izquierda Unida es el partido que de forma más contundente se ha posicionado en contra de que nuestro país entre en esta guerra. Su postura es coherente, pues ellos están en contra de todas las guerras. Los argumentos que dan para criticar la intervención en Libia ya son otro cantar, pues ellos defiende que lo que está buscando Occidente en Libia es el petróleo. Yo no lo creo. En todo caso, considero que su actitud es muy lógica porque, entre otras cosas, su electorado no entendería que se pasara del "no a la guerra" al "sí a este guerra". Para muchas personas, no hay guerras justas o injustas, legales o ilegales, sólo hay guerras, con todo lo que eso significa. Es entendible la postura de IU.
Pero creo que también es entendible la posición del PSOE y del PP. El PSOE, partido en el gobierno, dejó claro en el pasado su firme oposición a la guerra de Irak. Pero quien quiera comparar, y haberlos haylos, la guerra de Irak con esta intervención en Libia, allá él. Creo que no admite tal comparación, pues en Libia es la ONU la que ha dado el primer paso y se trata de una intervención consensuada por los países del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Lo de Irak fue una invasión y una guerra que no contó con el apoyo de este organismo. La única similitud clara es que tanto Sadam como Gadafi estaban tiranzando a su pueblo y que eran dicadores odiosos y repugnantes con prácticas criminales contra personas inocentes. Creo que España tiene que estar con sus aliados. Ahora bien, se asume un gran riesgo yendo a la guerra en Libia. Se trata de un riesgo que el gobierno asume. El mundo y la vida no es como nos gustaría que fuera, y muchos desearíamos un mundo sin guerras, sin armas y sin muertes de inocentes en combates, pero lo cierto es que Gadafi no ha dejado muchas más opciones que actuar contra él. Ojalá la guerra sea lo más corta posible, y ojalá no deje pérdidas irreparables de vidas de inocentes. El mundo vuelve a estar en guerra y eso es siempre una noticia nefasta.

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