Avance de las fuerzas de Gadafi


Desde luego es imposible dejar de mirar a Japón donde la situación en la central de Fukushima está muy lejos de ser controlada, pero tampoco conviene olvidar que al tiempo que el mundo está con el corazón encogido por el temor a un desastre nuclear en el país asiático, hay otros puntos de atención informativa como es el caso de Libia. Así que, con Japón siempre en nuestra cabeza y centrando gran parte de nuestra preocupación, porque lo que está pasando allí es muy grave y puede serlo aún más, hoy hablaré de Libia ya que hace tiempo que no paro a contar en este blog cómo sigue todo en ese país. La guerra civil entre rebeldes y leales a Gadaf continúa y lo hace por los derroteros esperados, es decir, con las victorias anunciadas de las tropas del dictador que están más preparadas y mejor armadas para la batalla. ¿Qué hace la comunidad internacional frente a este situación en Libia? Pues poca cosa. Es cierto que la ONU está intentando, o eso parece, tomar algún tipo de medida seria contra Gadafi, pero el hijo del dictador se lo toma casi a broma y dice que cuando decidan intervenir ya será demasiado tarde y la revuelta habrá sido aplastada a sangre y fuego. Por lo tanto, la mirada a Libia es también una mirada a la inacción y la falta de responsabilidad y de altura de miras del mundo ante lo que está sucediendo allí sin que nadie haga nada para impedirlo.
Sobre la situación en torno a los combates, hay que decir que las fuerzas leales a Gadafi están avanzando hacia las ciudades en las que se hacen fuertes los opositores al régimen. Bengasi es la capital de los rebeldes y según parece no se va a tardar mucho en contar ataques más severos a esta ciudad por parte de los fieles a Gadafi. Digo más severos porque ya se han registrado bombardeos al aeropuerto y a las afueras de Bengasi, por lo que es sólo cuestión de tiempo que la batalla se traslade a esta ciudad, símbolo de la revolución contra Gadafi y ciudad en la que está el gobierno de los rebeldes. Otro de los puntos en los que se están centrando los combates es la ciudad de Misrata, la única del oeste del país bajo control de los rebeldes. Ajdabiya es otra localidad clave en esta guerra civil entre partidarios y detractores del dictador libio. Como todas las guerras, ésta también tiene una parte de guerra de información. Si el hijo de Gadafi salió en la televisión anunciando que en 48 horas la revuelta habrá sido sofocada, los rebeldes por su parte se encargan de anunciar que han secuestrado un petrolero o también de informar de las numerosas bajas en las fuerzas leales a Gadafi en los enfrentamientos que se están llevando a cabo en estos puntos.
Pero los rebeldes, al tiempo que anuncian que siguen resistiendo al avance de las tropas del dictador, piden la intervención de la comunidad internacional. Según leo en distintos medios de comunicación, los opositores a Gadafi se están preguntando, como todos, dónde están los países del mundo que pidieron la marcha del dictador pero que son incapaces de tomar ninguna medida más allá de las palabras que reclamaban al desequilibrado líder libio su marcha inmediata. "La gente está luchando por la libertad", declaran los representantes del gobierno de los rebeldes, "¿dónde están las democracias occidentales?", según leo en la edición digital del diario El Mundo. Pare lógico que a medida que las fuerzas del dictador van avanzando y continúan lanzando ataques aéreos contra ellos, los opositores pidan la actuación de la comunidad internacional. Lo que se reclama con más ímpetu es una zona de exclusión aérea para evitar que Gadafi pueda seguir bombardeando los enclaves en los que resisten los rebeldes. Las demandas de ayuda de los opositores a la comunidad internacional llegan en un momento crítico, con las fuerzas de Gadafi a las puertas de Bengasi, y la pregunta que todos nos hacemos es por qué tardan tanto las potencias mundiales en tomar una decisión sobre Libia.
Ni que decir tiene que mientras todo esto sucede en el país, siguen muriendo personas por estos ataques y enfrentamientos. Libia sigue viviendo un drama de enormes dimensiones ante la aparente pasividad de Occidente, que mira para otro lado mientras continúa la guerra civil. Hace tiempo que no conocemos un balance de fallecidos desde que comenzó la revuelta en Libia, pero parece una obviedad que cada día que pasa hay más afectados por estos enfrentamientos y por los bombardeos de Gadafi, algo que se pretende evitar con la zona de exclusión aérea que nunca llega para desesperación de los rebeldes que ven cómo el mundo no se está mojando ante su situación. Veremos cómo avanzan los acontecimientos en Libia. Estaba claro que ninguna de las dos partes en conflicto iban a ceder respecto a sus posturas iniciales. Es decir, unos querían la marcha de Gadafi y hasta que no lo consigan no van a parar, y los otros quieren aplastar la revuelta y acabar con los rebeldes. Parece que, tras un primer momento en el que el avance rebelde fue considerable, son ahora las fuerzas de Gadafi las que tiene el control de la situación y las que llevan la iniciativa de los enfrentamientos. El drama siguen creciendo y la ONu sigue con reuniones que acaban sin acuerdos, mientras tanto, Libia se desangra.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es el encargado de tomar algún tipo de medida contra Gadafi. Ayer sus reuniones concluyeron sin acuerdo sobre los pasos a dar frente al dictador libio. Sobre la mesa hay una propuesta de establecer una zona de exclusión aérea y endurecer las sanciones a Gadafi. Francia estaría a favor de que esta iniciativa saliera adelante. Por cierto que ayer el hijo de Gadafi declaró en su intervención televisiva que su padre había ayudado a Sarkozy en su campaña electoral cuando llegó a ser presidente. Es una información de la que, por el momento, no ha llegado un desmentido oficial y que podría ser una revelación turbia o una simple rabieta del régimen libio por el hecho de que Francia haya sido el primer país en reconocer la legitimidad como representantes del pueblo libio del gobierno de los opositores, algo que no ha debido de sentar muy bien a los gobernantes de aquel país. En todo caso, vuelvo a la ONU, hoy continúan las reuniones. Da la impresión de que se está actuando con una inaceptable lentitud. Vamos camino de que los enfrentamientos hayan terminado cuando la comunidad internacional se decida a intervenir en Libia. Gadafi pretende seguir una política de hechos consumados, y para ella un gran aliado es la actitud que está adoptando el mundo ante lo que sucede en su país.
El dictado libio pretende sofocar la revuelta para que, cuando la ONU decida intervenir, si es que lo hace, ya sea demasiado tarde porque no exista tal revuelta. No se le puede hacer el trabajo sucio a Gadafi y contribuir a que siga haciendo y deshaciendo a su antojo en Libia. Se debe tomar una decisión lo antes posible para evitar que se siga adelante con la masacre que está provocando el anterio aliado del mundo occidental. La zona de exclusión aérea tendrá sentido si se toma la decisión de establecerla de inmediato. Supongo que el anuncio del hijo de Gadafi en el que decía que en 48 horas se habrá acabado con los combates puede ser una chulería de las suyas, pero lo que también es un hecho es que las fuerzas leales al dictador están avanzando y que se camina hacia una situación muy peligrosa en la que Gadafi retome el control de todo el país y depure responsabilidad, es decir, haga purgas de todos aquellos que han estado contra él estos últimos días de revueltas. Desde siempre he defendido que no es nada fácil tomar medidas en casos tan serios como éste, pero actuar es tan complicado como necesario. Es en estas situaciones en las que se ve realmente cuál es el valor de organismos como la ONU. Si no es capaz, como está demostrando, de hacer frente a casos como el de Libia, es que su credibilidad y su poder están bajo mínimos.
No sé si se darán cuenta los representantes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero estamos haciendo el ridículo con el caso de Libia. Se está dilatando en el tiempo la toma de decisiones y esto sólo lleva a que cada vez la comunidad internacional quede en peor lugar. Si cuando se apunto la necesidad de establecer una zona de exclusión aérea se hubiera tomado la medida, es muy probable que no se estaría viviendo la situación que ahora se padece en Libia. Pero lo cierto es que no se ha hecho nada y Gadafi actúa con total libertad contra los opositores. Todo lo que han hecho los líderes mundiales ha sido pedir que el dictador se vaya, nada más. Pero eso no es suficiente. Como con Túnez y Egipto sí sirvió quedarse parados a ver qué sucedía, se han creído que en este caso la mejor actitud es no hacer nada. Pero ya ha quedado demostrado que Libia no es Egipto, y que Gadafi no encuentra comparación con otros dictadores contra los que se ha levantado el pueblo. Así, la situación de Libia exige, exigía desde el comienzo, una actuación clara y directa del mundo. Si estamos con la libertad y la democracia, entonces no podemos mirar para otro lado cuando un pueblo trata de desalojar a un cruel dictador del poder. ¿Se tomará hoy alguna medida en el Consejo de Seguridad de la ONU?

Comentarios