Alarma en Japón


Mientras siguen las labores de rescate, como se percibe en la fotografía que ilustra esta entrada, la máxima preocupación continúa estando en la situación de la central nuclear de Fukushima, donde se ha producido una nueva explosión que pone aún más difícil controlar esta grave crisis. La alerta es total en el país y la radiación se está extendiendo por las zonas cercanas a la central con problemas, según informan los medios de comunicación en directo. Todos los habitantes que viven en un radio de treinta kilómetros alrededor de la central han sido desalojados, y el gobierno japonés reconoce que ha habido fugas radiactivas que pueden afectar a la salud de las personas que estén expuestas a las mismas. Cuatro de los seis reactores de Fukushima están afectados, por lo que resulta muy complicado no mirar con verdadero temor y cierto pánico hacia ese punto de Japón. El terremoto no ha dado tregua a los japoneses y sin tiempo a asumir lo que había pasado están teniendo que hacer frente a una crisis nuclear de grandes proporciones. Una crisis que además de preocupar en todo el mundo, está llevando a un debate sobre la seguridad de las centrales nucleares y que, como ha sucedido en Alemania, ya está llevando a algunos gobiernos a tomar medidas sobre ellas.
Hay, por lo tanto, varios frentes a los que se debe prestar atneción en estos momentos tan terribles y delicados en Japón. Por un lado la cifra de muertos que, por desgracia, no parece alcanzar techo. Por otro lado, la búsqueda de los desaparecidos y las labores de rescate que han dejado a la luz la magnitud de la tragedia, pero también algún milagro de personas que han sobrevivido al tsunami. Por último, hay que estar alerta ante la crisis en la central nuclear de Fukushima. Si a esto sumamos el debate internacional sobre la energía nuclear, tenemos gran parte de las noticias que copan hoy los medios informativos. Comenzaré por las cifras de muertos y desaparecidos. Hay 6.500 muertos y miles de desaparecidos. Se teme, por el hecho de que haya aún muca gente sin localizar, que la cifra de fallecidos pueda subir para elevar la tragedia a un nivel cada vez mayor de desolación y dolor para el pueblo japonés y para todo el mundo. Las labores de rescate han dejado, como digo, alguna historia de esperanza en medio de tanto desastre y de tanto horror, que heos podido ver en la televisión. Personas que vieron la muerte de cerca, pero que lograron hacer que pasara de largo Historias de supervivencia ante los miles de muertos y desaparecidos.
En relación a la crisis en Fukushima, las noticias que llegan son cada vez menos tranquilizadoras y, por el contrario, hacen encender la luz de alarma. Esta madrugada, hora española, se ha dado una nueva explosión en la central nuclear. Se ha ampliado también el radio en el que se ha decidido desalojar a la población más cercana a la zona. La radiación podría estar extendiéndose, según algunos medios de comunicación. La Agencia de Seguridad Nuclear Francesa, según informa Le Monde, ha alertado de que la pared que rodea al reactor 2 de la central japonesa ha perdido consistencia. Se teme un desastre nuclear. Estos días son muchos los expertos que están siendo consultados por los medios para poder poner algo de luz en un tema del que la inmensa mayoría de los ciudadanos no sabemos gran cosa de la energía nuclear ni tampoco de lo que puede estar pasando en Japón. En todo caso, la impresión que dan las noticias que llegan desde Japón es que se está contra las cuerdas, es decir, que se corre un riesgo enorme en Fukushima. Hay que tener esperanza y desear que se logre atajar el problema y resolver esta crisis que tiene al mundo con el corazón en un puño y pendiente de todas las novedades que llegan desde el país asiático.
En el resto del mundo, sobre todo en Europa, la forma de afrontar la tragedia se está dividiendo entre la preocupación por lo que está pasando en Japón y por intentar echar una mano, y el debate abierto por este terremoto sobre la energía nuclear. Alemania es el motor de Europa y como tal todo lo que llega desde aquel país adquiere una gran importancia. Pues bien, la canciller Angela Merkel ha sido la primera en llevar la crisis de Japón a una reflexión sobre la utilización de la energía nuclear en su país. Para ello no le ha importado echar atrás un plan sobre este tipo de energía y anunciar el cierre de las centrales más antiguas. Sinceramente creo que es muy positivo que se debata sobre la cuestión de la seguridad en las centrales nucleares, y es bueno porque esto hará que la seguridad sea mayor y que se tenga mucho más en cuenta este factor. Pero considero también que es algo oportunista aprovechar la desgracia de Japón para tomarlo como un argumento inapelable contra la energía nuclear. Estoy seguro de que los contrarios a este tipo de energía tienen muchos más motivos para oponerse a ella. Agarrarse a lo que pasa en Japón, algo excepcional afortunadamente, quizás sea una forma poco razonable y algo demagógica de arrimar el ascua a su sardina.
En esta línea, creo que el donde dijo digo, digo Diego, de Merkel sobre la energía nuclear es poco serio. Si hace sólo tres meses el gobierno alemán tenía un criterio determinado sobre las centrales nucleares, parece extraño que todo cambie de un plumazo por el terremoto de Japón. Se podría pensar que las autoridades alemanas no se preocuparon en su momento como deberína haber hecho por la seguridad. También es posible que sea una forma de reaccionar ante la alarma social que genera la crisis que está afrontando Japón. Pero esta forma de gobernar hacia donde nos lleve el viento no es la más acertada. Y ojo, no estoy haciendo un alegato en favor de la energía nuclear. Es sólo que me choca mucho que el gobierno de Alemania haya cambiado en tres meses de opinión sobre las centrales nucleares. Si lo acertado es cerrar las más antiguas, ¿por qué no lo hicieron antes? Tomar medidas al calor de una tragedia y a golpe de bandazos provocados por casos excepcionales no es la mejor forma de hacer frente a asuntos de la máxima importancia como es el de la energía. Dicho esto, bienvenido sea un debate sereno sobre la seguridad en las centrales, y también sobre la ideoniedad o no de este tipo de energía en un futuro.
La economía es otro factor que se está teniendo en cuenta estos días en Japón. Por un lado, se hacen los primeros cálculos sobre el dinero que habrá que gastar para reconstruir las partes afectadas del país por el terremoto y el tsunami. Y por otro, se asiste a un hundimiento de la Bolsa de Japón. Lo que sucede es que lo primero, siendo importante, pasa a un segundo plano por los dramas humanos que están por delante de las pérdidas económicas. Y lo segundo resulta bastante obsceno. No se me ocurre otra palabra para calificar el juego de ricachones y especuladores que es la Bolsa en una situación tan delicada como ésta. No entiendo mucho de economía, meno aún de la Bolsa, pero no gastaré ni un gramo de saliva en hablar de ello cuando se está viendo que cada día que pasa sube de forma alarmante la cifra de muertos. Puede que todo en esta vida sea economía, puede que el poder del dinero haya llegado a cotas muy altas, pero creo que hay cosas que siempre estarán por encima de lo material. Comprendo que haya análisis sobre los efectos que puede tener esta catástrofe en la económía japonesa, la tercera del mundo, pero creo que hay que centrarse en los daños verdaderamente irreparables: las miles de muertes.
El mundo entero seguirá pegado a la televisión, a Internet o a la radio, para saber cómo sigue la situación crítica que está afrontando Japón. Fukushima aspira a ser otro nombre que guardar en la memoria de grandes catástrofes nucleares, y el deseo de todos es que los efectos de la crisis nuclear sean los menores posibles. Ahora mismo las labores de rescate y la resolución del problema en la central son, sin olvidarnos de las réplicas que siguen dando sustos a los japoneses, las dos principales preocupaciones en este país. El resto del mundo está mandando ayuda a Japón. En estos casos se suele ver la mejor cara del ser humano, su lado más solidario. Ante situaciones tan graves como éstas, todo el mundo se suele movilizar para poner su granito de arena y ayudar a que Japón pueda despertar de la pesadilla lo antes posible. De momento habrá que intentar poner punto y final a la alarma nuclear, algo que sería la mejor de las noticias que podrían llegar desde aquel país. Ojalá así sea y Japón pueda empezar a mirar hacia adelante sin tener la amenaza constante de que algo muy grave puede ocurrir si no se estabiliza la situación en Fukushima.

Comentarios