Masacre en Libia


Todo apunta a que el régimen de Gadafi está agonizando, pero quiere morir matando. De este modo, la reacción del ejército libio contra la población que se está manifestando en las calles de diferentes ciudades del país está siendo brutal e inhumana. Algunas voces hablan de genocidio en Libia y, ante esta situación, la comunidad internacional condena con la boca pequeña lo que están ordenando las autoridades de aquel país. Ayer se rumoreó mucho sobre el paradero de Gadafi, y se especuló con que podría estar dirgiéndose a Venezuela. Lo cierto es que el dictador libio apareció de nuevo en la televisión oficial en una esperéntica escena en la que, paraguas en mano, dice que no va a ir a hablar con los manifestantes porque está lloviendo. Llueven las bombas y los disparos que desde aviones del ejército libio está ordenando disparar este tipo al que se ha estado perdonando demasiadas cosas durante demasiado tiempo. Gadafi quiso, con su aparición de ayer de la que está sacada la imagen que ilustra esta entrada, dejar claro que sigue en el país en contra de lo que dicen las cadenas de "esos perros", que es como califió este maldito dictador a las cadenas que están informando sobre la masacre que está provocando el tirano más longevo de la zona.
Gadafi es un terrorista, un sátrapa, un dictador, un tirano y un tipo al que no le importa bombadear a su pueblo con tal de seguir en el poder y de acallar unas protestas que parecen imparables. Además de todo esto, Gadafi es un gobernante que ha contado, y parece que aún cuenta, con el apoyo de la comunidad internacional y de manera muy especial de la Unión Europea. Los aliados de Gadafi ahora se niegan a condenar expresamente la actitud de este individuo. Ayer la UE condenó la represión contra la población libia, pero no hubo una mención expresa al dictador. Son muchos años de compadreo. Cada instante que pase sin que desde la UE y Estados Unidos se pida la marcha de Gadafi y se condene claramente lo que está haciendo este señor contra su pueblo, debilita a Europa y al país más poderoso del mundo. La diplomacia y los intereses económicos no pueden quedar por encima de la ética y de la responsabilidad que les obliga a condenar severamente lo que está haciendo Gadafi. La atención se debe centrar en Libia, y Gadafi es responsable de la masacre que se está viviendo en ese país, pero no conviene dejar de lado que los países que se autoproclaman como líderes del mundo en valores democráticos y de libertad están siedo muy tibios en sus críticas a Gadafi.
Un dictador, por mucho petróleo que tenga el país que esté gobernando, no deja de ser un dictador. Y las condiciones de vida de la población en Libia no son menos tremendas porque la UE o Estados Unidos estén actuando tan lentos ante estas revueltas. Sorprende la doble vara de medir ante distintos dictadores, aunque a todos se les ha reído las gracias en el pasado, según tengamos o no intereses económicos en la zona. Italia es uno de los países que están siguiendo muy de cerca lo que pasa en Libia porque les interesa mucho lo que pueda dar de sí estas protestas. Berlusconi, del que por cierto no he comentado nada estas últimas semanas a pesar de que ha dado mucho que hablar por su conducta reprochable, ha dicho de Gadafi que es un amigo. Este tipo de actitudes por parte de un líder político europeo son del todo inaceptables, pero las tibias condenas que están haciendo el resto de países tampoco se salvan. El compromiso con la democracia y la libertad debería ser aespacial, es decir, no debería depender de qué país sea el que reclama la libertad. La UE y el resto de la comunidad internacional no puede permanecer impasible ante la masacre que está provocando Gadafi en Libia. Hay que reacciones y hacer todo lo que esté en nuestras manos para evitar más muertes de inocentes.
El representante de Libia en la ONU se ha rebelado contra Gadafi y ha tildado de "genocidio" lo que el dictador está haciendo contra su propio pueblo. Este tipo de actitudes valientes son las que se necesitan en situaciones como esta. Situaciones en las que de verdad se demuestra el compromiso de un país, o de un grupo de países con los Derechos Humanos. Gadafi se los ha saltado toda su vida, y a pesar de ello ha sido recibido por líderes de todo el mundo desde hace muchos años ya. Esto debe tocar a su fin. Hasta aquí hemos llegado. La conciencia de todos esos dirigentes políticos y gobernantes que han recibio a Gadafi no estará tranquila estos días, y los actuales dirigentes mundiales tienen ante sí un desafío enorme. Gadafi está masacrando a su pueblo y se debe hacer algo para evitarlo. Por supuesto que no vale eso de que en decisiones políticas de un país no se debe meter nadie, porque es una cuestión de crímenes contra la Humanidad lo que está pasando en Libia. Parece mentira que en pleno siglo XXI algún dictador como Gadafi pueda actuar con esta impunidad de una forma tan repugnante y vil. Nadie le dice nada. ¿Hasta cuándo¿ ¿Cuántas personas tiene que morir en Libia para que la comunidad internacional decida hacer algo para evitar que esto siga así?
Hay honrosas excepciones a esta actitud cobarde de gran parte de los dirigentes mundiales. Ban Ki Moon, el secretario general de Naciones Unidas ha llamado personalmente a Gadafi para que el dictador cese en su actitud. Por lo que se ve, de nada ha servido esta llamada, pero es un primer paso contra a inactividad. Ya está tardando la condena unánime del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra Gadafi. La ministra de Exteriores española, Trinidad Jiménez, ha dicho que es posible que la condena de ayer de la UE a lo que está pasando en Libia debería haber sido más firme. Y la ministra de Defensa, Carme Chacón, ha hablado hoy con claridad y ha dicho que se debe condenar de forma rotunda lo que está haciendo Gadafi en Libia. Las lecturas de la clase política española a esta crisis que vive Libia han dejado condenas por parte de todos a lo que hace Gadafi, y también alguna reflexión más global como la que ha hecho Duran i Lleida en el Congreso, en rueda de prensa. Ha dicho que en todos estos países donde se están llevando a cabo las protestas, los partidos que están más organizados son los representantes del islamismo radical, y h advertido sobre el riesgo de que puedan llegar al poder. El temor de que suceda como ocurrió en Irán hace décadas existe en todos los analistas internacionales.
Lo que está claro es que es inaceptable la actitud criminal que está adoptando Gadafi. Inaceptable pero no sorpredente, pues al fin y al cabo lo que se puede esperar de un criminal son actitudes criminales. Se habla de más de 300 muertos y de que se sigue bombardeando las ciudades en las que siguen activas las protestas. Según distintas informaciones, habría ciudades del país en las que el control ya no pertenece a las fuerzas del orden de Gadafi, sino que están en manos de los opositores. Es uno de los síntomas que invitan a pensar que el régimen de Gadafi no está, ni mucho menos, tan fuerte como cabría presumir hace apenas un par de semanas. En todo caso, este dictador no parece dispuesto a marcharse del poder, y antes es capaz de terminar con los manifestantes a base de disparos y bombardeos. Los ataques no provienen sólo de fuerzas militares de Libia, sino que Gadafo habría echado mano también de mercenarios que estarían actuando contra la población. La censura total y la ausencia de medios de comunicación internacionales en Libia hacen imposible saber lo que está pasando. Lo único que se sabe es gracias a alguna cadena como Al Jazeera, o a las llamadas que hacen personas que están en Libia y cuentan a los medios lo que sucede.
El mundo entero sigue pendiente de Libia, porque las noticias que llegan desde este país son muy preocupantes. Que un gobernante trate de acallar una protesta contra su régimen despótico y corrupto con bombardeos a la población es algo que estremece y hace mirar con asombro, miedo y lástima lo que está pasando. Además de estos sentimentos, se une uno, el de la solidaridad con el pueblo libio. Un pueblo que lleva décadas sufriendo bajo el mando de un odioso dictador que está dispuesto a seguir saqueando el país y seguir en el poder cueste lo que cueste. Mañana en España se recuerdan los treinta años del intento de golpe de Estado del 23-F. Es un momento para celebrar que la democracia triunfó sobre los que la atacaron. Treinta años después muchos pueblos del mundo árabe de levantan contra las dictaduras. Y desde España les debemos mandar ánimo y apoyo porque sabemos perfectamente que los pueblos necesitan vivir en libertad. Libia tiene en el poder a un dictador, a un energúmeno. El pueblo libio se merece un futuro mejor que la perpetuación de la familia de este criminal. Se lo merece y muchos están dandfo su vida por ello.

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