La protesta sigue en Libia

Antes de nada, debo hacerme eco de la noticia que en estos momentos acapara el protagonismo de los diarios digitales: la retirada temporal de la política de la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, debido a que se le ha detectado un cáncer de mama. La noticia acaba de saltar cuando escribo estas líneas y lo ha anunciado la propia Aguirre en un acto en Madrid en el que ha dicho que "el cáncer es una enfermedad igual de curable que las demás". Sólo cabe en este caso desear a la presidenta de la Comunidad de Madrid una pronta recuperación. Que así sea y que dentro de poco pueda volver a retomar su actividad diario al frente del PP de Madrid y de la Comunidad. El cáncer, como bien dice la presidenta, se puede curar perfectamente y el diagnóstico rápido es clave para poder salir adelante y superar esta enfermedad. Lo que todos,partidarios o detractores de Aguirre en política, deseamos es que se recupere lo antes posible. Y como en asuntos de salud tampoco me gusta meterme, porque creo que es algo muy personal de cada uno y que debe ser tratadocon mucha cuatela, sólo diré esto y desearé desde estas líneas que la presidenta de la Comunidad de Madrid se recupere de esta enfermedad y que regrese a su actividad.

Paso a tratar ya el tema central de esta entrada que es, un día más, la situación en los distintos países en los que se están llevando a cabo revueltas contra los regímenes que gobiernan en esos Estados, regímenes que llevan décadas en el poder y que están hasta las cejas de corrupción y con falta de libertad para sus ciudadanos. Uno de esos países es Libia, donde el hijo de Gaddafi ha salido a la palestra para decir que habrá reformas, pero sobre todo para amenazar a los manifestantes con que su actitud puede llevar a una guerra civil en el país. Ha querido dar una de cal y otra de arena, por lo que ha prometido que llegarán nuevas leyes y que se debatirá sobre una nueva Constitución, para poco después afirmar que pueden correr ríos de sangre en el país si continúan las protestas. Escuchar esto de boca de un hijo del dictador que ha ordenado al ejército sofocar las revueltas con violencia extrema suena muy poco tranquilizador, y debe ser interpretado como la amenaza que es. Una vez más un dirigente se aferra a la seguridad para decir que la altrernativa a su régimen despótico y corrupto es el enfrentamiento, la violencia y hasta la guerra civil. "Lo que está pasando en Libia", ha dicho el hijo del dictador, es culpa de todo el mundo, menos de ellos. Serán responsables de lo que suceda si los manifestantes siguen con sus protestas los medios internacionales y los países extranjeros que conspiran, según él, contra Libia.
El discurso de Saif el Islam el Gadafi dejó frases en las que insistía una y otra vez en que la situación en el país podría ser un caos si no se une la gente, en torno a su padre se entiende. De este modo, advirtió de que esto puede ser peor que Yugoslavia o Irak. Sobre el papel del ejército, el hijo del dictador afirmó que los militares no están acostumbrados a este tipo de situaciones, para justificar su brutal represión, pero a la vez afirmó que van a encargarse de establecer la seguridad en el país "sea cual sea el precio a pagar". Es una forma sutil de afirmar que la dura represión va a seguir. Como era de esperar, estas amenazas del hijo del dictador libio no han servido más que para azuzar aún más a los manifestantes. Si lo que Gadafi pretendía con este discurso es calmar los ánimos o hacer que los que están protestando dejen de hacerlo, ha fracasado. Las informaciones que llegan hoy de los distintos medios de comunicación señalan que las protestas continúan en el país y lo hacen con especial virulencia. Según se lee en las ediciones digitales de los periódicos, varios edificios gubernamentales están ardiendo en estos momentos en Trípoli, la capital libia donde hasta hoy no había habido una gran protesta, pues las revueltas se habían concentrado en otras ciudades del país.
Hoy, justo después del discurso del hijo de Gadafi, la situación es todavía más convulsa en Libia. El Parlamento, el Ministerio de Justicia y la sede del gobierno están corriendo, según distintas informaciones, la misma suerte. De este modo, los manifestantes están mostrando su desacuerdo con las palabras que sonaron a amenaza de ayer de Gadafi hijo. BBC informó de que anoche, tras el discurso, se produjeron enfrentamientos entre partidarios del régimen y contrarios a Gadafi. Las cifras de muertos son cada día que pasa más alarmantes, y según parece se podría estar hablando de 233 fallecidos a lo largo de estos pocos días de protestas en Libia. Human Rights Watch es quien ha dado esta cifra, y según esta organización habría también un millar de heridos. La revuelta de Libia está siendo quizás la más violenta, o tal parece, de todas las que se están llevando a cabo. Esto se debe a que los militares están reprimiendo con fuego real a los manifestantes. En vez de este tipo de discursos, si de verdad quieren un consenso nacional, las autoridades libias deberían planterarse retirar a las fuerzas armadas de las calles, o al menos hacer que su forma de responder a los manifestantes sea más comedida. Si no es así, las cifras de muertos pueden seguir subiendo en aquel país.
La Unión Europea, donde hay un montón de aliados de Gadafi, dicho sea de paso, va a condenar hoy la violencia con la que se está reprimiendo las protestas en Libia. Los ministros de Exteriores de los países de la UE se reúnen en la mañana de hoy y todo hace indicar que va a condenar la respuesta de las autoridades libias hacia los manifestantes. Los mienbros de la UE, que han hecho la vista gorda estos últimos años con Gadafi y con tantos otros goberantes de su calaña, se enfrentan ahora a una situación preocupante en Libia. Se teme que el devenir de los acontecimientos pueda afectar a los países de la UE, por ejemplo en relación a los flujos migratorios. Por otro lado, Francia ya ha pedido a sus ciudadanos que están en Libia que abandonen el país, y se espera que el resto de países europeos actúen de igual modo. La situación en Libia es muy incierta y nadie sabe lo que puede pasar en un futuro, pero lo que está claro es que no se trata del mejor lugar del mundo en el que estar en estos momentos, y Francia ha sido el primer país en pedir a sus ciudadanos que viven o están de paso por Libia que se marchen de allí. Occidente se enfrenta en el caso de Libia a un goberante al que han bailado el agua durante demasiado tiempo, y al que ahora estan queriendo echar sus ciudadanos. Difícil papeleta para la UE.
Libia es quizás el país en el que las revueltas están adquiriendo un tinte más preocupante, pero hay otros países en los que se están llevando a cabo protestas. En Marruecos se despejaron las dos incógnitas que dejé ayer en estas líneas. Es decir, cuánta gente iba a acudir a las protestas y cuál iba a ser la reacción de las fuerzas de seguridad de este país. Las protestas en Marruecos no fueron del todo masivas, pero aún así se hizo historia pues no se recuerda un acto de este tipo contralas autoridades de este país. En relación a la forma de actuar de la policía y el ejército, no hubo una gran represión a los manifestantes. Las protestas comenzaron de forma pacífica, pero más tarde hubo algún incidente como el ataque a comercios y comisarías, o también la quema de algún vehículo. Los convocantes de estos actos de protesta han dicho que van a seguir celebrándose en los próximos días. En Marruecos no se pide de forma tan clara como en otros países la marcha de su goberante, el rey Mohamed VI, sino que se reclama más cambios hacia la democracia. En todo caso, hay que seguir pendientes de lo que pasa en este país, que está a las puertas de Europa y que también está viendo cómo la oleada de cambios en el mundo árabe ha llegado hasta sus ciudadanos.
Otros países están viviendo estas protestas. Es el caso de Irán, de Bahréin o de Yemen. Incluso a China ha llegado los actos de protesta. En el país asiático, donde los Derechos Humanos no se respetan en absoluto y donde el avance brutal de la economía no va acompañado de un avance hacia la democracia, también se han dado actos de protesta que han sido acallados por las autoridades chinas. En todo caso, aunque coincide en el tiempo, quizás no sea del todo acertado meter en el mismo saco las protestas en el mundo árabe con las protestas en China. Lo que sí está claro es que Túnez y Egipto han hecho algo histórico y los ecos de sus revoluciones han llegado hasta todas las partes del mundo. Han demostrado que las cosas se pueden cambiar sin recurrir a la violencia, y que el pueblo tiene un gran poder frente a regímenes autoritarios como los que representaban Ben Ali y Hosni Mubarak. Las revueltas siguen y con ellas el sueño de un futuro mejor para su país en miles de personas en Libia, Irán o Yemen. Un sueño por el que van a seguir luchando, pero que van a tratar de hacer añicos las autoridades de estos países.

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