Revuelta en Egipto

Si comenzábamos el año mirando a Túnez por las protestas en las calles que terminaron con el poder de Ben Ali en aquel país, acabaremos el mes de enero con la vista puesta en Egipto donde se está repitiendo el mismo esquema que en Túnez con masivas protestas en las calles de las principales ciudades para reclamar libertad y democracia para un país que ha carecido de ambas cosas las últimas décadas bajo el mandato de Mubarak. Ahora los egipcios se han unido, sin importar la religión o cualquier otra consideración, para pedir un futuro mejor para su país, para construir un futuro mejor para Egipto. Por ello, miles de personas han salido a las calles de El Cairo y de otras grandes ciudades del país de los faraones y han protagonizado las manifestaciones más multitudinarias de todas las que se recuerdan en décadas en aquel país. De momento, Mubarak no se va, pero sí ha hecho una remodelación ministerial que tampoco ha contentado mucho a los manifestantes. Omar Suleiman pasa a ser vicepresidente. Quien ocupa el nuevo cargo (es la primera vez que habrá un vicepresidente en el gobierno egipcio en treinta años) es el encargado de los servicios de inteligencia.
Lo más grave de todo lo que está pasando en Egipto son las decenas de personas que han perdido la vida debido a estas protestas. La última hora habla de que se ha levantado el toque de queda en este país, pero la situación no se podría ni siquiera definir como de tensa calma, ya que las protestas continúan en la calle. Aún resulta difícil estimar con exactitud el número de personas que han muerto en estas protestas, pero sólo ayer podrían haber fallecido hasta 33 personas según algunas fuentes. El día más trágico fue el viernes ("viernes de la ira") en el que perdieron la vida unos setenta manifestantes. De Túnez, las revueltas populares pasaron a Egipto y ahora se teme lo que puede suceder en otros países árabes. En Yemén ya se han registrado protestas, así como en otros países de la zona, sin que, por el momento, se pueda hablar de una revuelta generalizada. Por lo tanto, la atención seguirá centrada en Túnez, donde no ha llegado del todo la calma tras la marcha de Ben Ali, y en Egipto, donde los manifestantes no se dan por satisfechos con el cambio de gobierno, pues ellos apuntan más alto: quieren la marcha del poder del propio Mubarak. Los lemas que se corean en las manifestaciones de estos días en Egipto piden libertad para el país. Aunque se cortaron las comunicaciones móviles e Internet, los manifestantes se las están ingeniando para seguir pudiendo convocarse en distintas puntos de las principales ciudades del país.
En este sentido, los paralelismos con Túnez son más que evidentes. Allí, como en Egipto ahora, los ciudadanos salieron a la calle para pedir un cambio radical en el país que pasa, de forma necesaria, por la marcha del poder de quienes lo han ocupado durante décadas. La mecha prendió en Túnez primero, y luego en Egipto. El resultado de las protestas de Túnez (la huida de Ben Ali) ha dado alas a los manifestantes de Egipto que confían en un final similar a sus protestas que el que se ha dado en Túnez. No es fácil que una persona que ha ocupado el poder durante tanto tiempo lo deje de la noche a la mañana, pero lo ocurrido en Túnez da esperanzas a los egipcios que esperan que Mubarak se vaya. O mucho cambian las cosas, o sólo con su marcha del poder se contentarán los manifestantes. El peligro de que la violencia se extienda por el país es ahora mismo un riesgo que se debe tener en cuenta, pues la represión de las fuerzas policiales y del ejército está siendo muy severa, y los manifestantes también están recurriendo a la fuerza en algunas ocasiones, según leemos en algunos medios de comunicación. Así, los saqueos parecen estar a la orden del día en aquel país. Con todo, no conviene restarle mérito a lo que están haciendo los ciudadanos egipcios.
Al ver las imágenes que nos llegan desde Egipto y escuchar a los ciudadanos tan firmes en sus ideas y sus convicciones, uno se queda ciertamente admirado de esa capacidad de lucha y de defensa de sus principios y de las más elementales condiciones de libertasd. Lo ocurrido en Túnez y en Egipto, tendrá que ser analizado con lupa por los expertos en política exterior y por los mandatarios políticos de todo el mundo. El pueblo ha sido capaz de vencer, o al menos de plantar cara, a un régimen represivo que lleva décadas atemorizando a la población. Los ciudadanos saliendo a la calle y protestanto han sido capaces de que en Egipto se muevan algo las cosas (y no está dicha aún la última palabra en el país de las pirámides) y que en Túnez se marche un presidente que ha estado más de veitne años en el poder. La historia de las revoluciones tiene que ampliar una vez más las páginas de su libro de honor para poder dar cabida a lo sucedido en estos dos países. Las condiciones de vida de los ciudadanos de estos países explican en buena parte que se manifiesten de este modo. La pobreza y la falta de esperanza en un futuro mejor son armas muy poderosas de protesta y dan mucha fuerza a la gente corriente de la calle que sale a protestar y a pedir cambios.
Si a la pobreza y la falta de confianza en que en las actuales circunstancias se pueda soñar con un futuro más esperanzador para sus hijos o para ellos mismos se une la corrupción, se crea una mezcla explosiva de mucha fuerza. En Egipto se están dando protestas multitudinarias contra Mubarak y los medios de comunicación de Internet (esa red que está prohibida en aquel país para evitar que se muestre lo que está pasando y para evitar también convocatorias de los ciudadanos) están informando al minuto de todas las novedades que llegan desde allí. Está por ver si se suceden los acontecimientos en la misma dirección que en Túnez, donde fue más o menos rápida la marcha del presidente Ali, o si todo sucede de otro modo. En cualquier caso, nada hay más peligroso para un gobierno despótico como el de Egipto que un pueblo encolerizado y unido contra él. Por eso resulta poco creíble que los manifestantes vayan a ceder ahora porque se haya remodelado el gobierno. Mubarak se aferra al poder, por el momento, o eso parece porque una persona de 82 años podría plantearse irse él antes que cambiar a todo su gobierno. Parece una medida a la desesperada por calmar los ánimos. No lo ha logrado y los egipcios quieren verle fuera del poder.
Respecto a las reacciones exteriores a todo lo que está pasando en Egipto, EE.UU e Israel son los dos principales aliados de Egipto, y por consiguiente de Mubarak. Los dos ha hablado ya. El presidente estadounidense ha dicho que no se debe recurrir a la violencia, ni por parte del gobierno ni por parte de los manifestantes. El primer ministro israelí se ha limitado a explicar que están muy pendientes de todo lo que sucede en aquel país, y a reiterar que seguirán manteniendo las relaciones pacíficas de buena amistas con Egipto, o sea, con Mubarak. Otros dirigentes se han mostrado más claros. Así. Sarkozy, Merkel y Cameron ha pedido a Mubarak que comience un proceso de cambio. En todo caso, nadie ha pedido, por el momento, la marcha de Mubarak del poder. Eso sí, el primer ministro francés ha recordado que es el pueblo egipcio el que decide. Occidente ha convivido con asomborsa facilidad con gobiernos como el de Ben Ali o el de Mubarak. De hecho han convivido y conviven con gobernantes de esta calaña. Ahora que los pueblos de manifiestan contra ellos, reculan de algún modo y piden cambios, pero que EE.UU sea el principal aliado de gobiernos despóticos y no democráticos resulta muy poco edificante. En fin, habrá que esperar.
En resumen, la revuelta en Egipto continúa y también hay protestas aún en Túnez con motivo de los cambios que se desean en el gobierno provisional hasta las elecciones de dentro de seis meses. Seguiremos todos muy pendientes de todo lo que pasa en estos países, y también atentos a que estas mecha prenda también en otros países de la zona, algo que no se puede descartar en estos momentos. Ojalá no se den más episodios de violencia y que el ejército de Egipto no emplee este recurso contra los manifestantes. Personas a las que hay que respetar porque están luchando por su libertad, por un futuro mejor para su país. De entrada, hay que admirar a los manifestantes que ponen en riesgo su vida para pedir un cambio que se antoja necesario para poder calmar los ánimos y que la situación vuelva a la normalidad. Una normalidad sin Mubarak, eso es lo que quieren los egipcios que han salido a la calle todos estos días y que están dispuestos a seguir saliendo para pedir libertad.

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