Haití, un año después

Hace un año que tembló la tierra en Haití y que el reloj se paró y dejó de contar las horas, los minutos, los segundos. Hace un año que el terremoto dejó en este país muchos muertos y millones de desplazados, millones de personas sin hogar y casi sin esperanzas de futuro. Hace un año que la Comunidad Internacional prometió una respuesta ante esta gran tragedia y que se comprometió a destinar muchos recursos económicos para Haití. Hace un año que todos mirábamos con espanto las imágenes de los edificios destrozados y sobre todo de las personas desconsoladas y asustadas tras el terremoto. Hace un año que los medios de comunicación pusieron su mirada en este país y enviaron a muchos periodistas a contar al mundo lo sucedido. Hace un año que supimos noticias trágicas y dramáticas de vidas que se fueron para siempre entre los escombros. Hace un año que todo el mundo, en definitiva, se volcó de un modo u otro con Haití. ¿Qué queda de eso un año después? ¿Qué queda de ese compromiso, de esas promesas?
Lo cierto es que en Haití siguen las muestras, según vemos en los medios de comunicación, de lo ocurrido hace justo un año. Sigue habiendo escombros y también miles de desplazados, personas fuera de su hogar, hogar que ya no existe. Hoy es un día para volver a echar la mirada hacia Haití ya que no está resuelta la grave crisis humanitaria en la zona. Muy al contrario, la situación sigue siendo complicada y a los efectos del terremoto, que como digo aún están a la vista de todos en Haití, se une el cólera para hacer de este país uno de los que más ayuda mundial necesita. Haití nunca ha tenido la posibilidad de estar en cabeza de ningún ránking que no fuera aquel de los países más necesitados y con gobiernos más corruptos. A la grave crisis social que vive el país, se une ahora una más que probable crisis política debido al resultado de las pasadas elecciones y a los choques que se producen entre partidarios de uno u otro candidato. Ojalá haya altura de miras en los candidatos y en todas las personas en Haití y sepan valorar estos aspirantes a gobernantes qué es lo que de verdad debe centrar todas las atenciones y debe ser el foco principal de preocupación. Y ése no es otro que la situación de todas las personas que han sobrevivido al terremoto pero que viven en muy malas condiciones un año después.
Hoy los medios de comunicación vuelven a Haití. Es razonable que los medios no puedan tener un enviado especial en Haití todo un año, pero no deja de llamar la atención que, sobre todo en algún caso, sólo se vuelva a atender a lo que pasa en este país cuando se cumple un año del terremoto. De todos modos, siempre es bueno que los periodistas acudan de nuevo a Haití porque así todos conoceremos de primera mano lo que está pasando allí y constatemos cómo un año después de la tragedia aún queda muchísimo trabajo por hacer. Aún hay muchas personas sin hogar y sin esperanza de volver a tenerlo, y mucha gente que está pasando por verdaderas calamidades en su día a día en un país que tiene derecho a volver a levantarse y a resurgir con la ayuda de todos. Ellos tienen ese derecho, los demás tenemos la obligación de echarles una mano porque lo que están padeciendo es algo muy grave y porque en situaciones como ésta son en la sque se demuestra de verdad si la Comunidad Internacional e ssolidaria o si todo se queda en buenas palabras y en promesas que más tarde, cuando se necesitan, quedan en papel mojado. Ojalá no sea así.
Sobre los medios de comunicación, Haití nunca debería haber dejado de ser noticia pero es un hecho que, como siempre en estos casos, pasado un tiempo los enviados especiales al país se van marhando de allí y las noticias sobre la tragedia van desapareciendo poco a poco de los informativos de las televisiones o de las radios. La verdad triste es que dejó de ser tema para abrir telediarios, después pasó a ser un tema para abordarlo con algún breve y se hubiera diluido del todo si no hubiera llegado una nueva crisis, esta vez sanitaria debido al cólera, que volvió a traernos a las pantallas y a las radios lo que pasaba en Haití. Ahora, en el primer aniversario de la tragedia, los medios de comunicación regresan a este país y debemos aprovechar esta ocasión para terminar de concienciarnos de que en Haití sigue habiendo un grave problema y que necesitan nuestra ayuda, la de todos. A veces parece que lo que no sale en la televisión no existe, pero en Haití, con enviados de las televisiones y sin ellos, ha seguido habiendo una situación muy delicada. Este regreso de los medios al país nos sirve para ver cómo nada avanza al ritmo deseado en aquel país y cómo los países más desarrollados deberían plantearse cambiar algo su política en relación a la ayuda a Haití: o más dinero o gestionar mejor el que ya ha llegado.
En relación a la Comunidad Internacional, es en estas crisis donde se ve si tienen sentido o no organizaciones como la ONU. Organizaciones que sean capaces de coordinar la ayuda a países necesitados como es el caso de Haití. La Comunidad Internacional prometió muchas ayudas. No hace falta decir que aún no han llegado todas esas ayudas, pero sí bastantes y, aún así, la situación de los haitianos no ha mejorado prácticamente nada en todo este tiempo. Habrá quien pueda pensar que incluso ha empeorado por el cólera. Esta crisis sanitaria es un motivo más para redoblar esfuerzos y para que todos los países más desarrollados pongan de su parte en analizar cuáles son las necesidades de Haití que todavía no han sido satisfechas y cuáles deben ser las prioridades para el futuro más próximo. No podemos abandonar Haití, dejarlo a su suerte y sin ayuda. Por eso debemos eligiar hasta más no poder a todos los países que han enviado y envían ayuda a este país, y también debemos hacer lo propio con las ONG que están trabajando en la zona. Llegaron allí después del terremoto y aún siguen sobre el terreno ayudando a los haitianos. Su labor es impagable y ninguna recompensa de ningún tipo que se les pueda hacer servirá para mostrarles el orgullo y la admiración que despiertan en todos.
Haití vive, un año después del terremoto, una tragedia que sacudió el país y de la que tardará muchos años en recuperarse. Pero el principal objetivo de todos los países que han ayudado a Haití debe ser que ese tiempo que se va a tardar en reconstruir el país y en volver a tener unas mínimas condiciones de vida sea lo más corto posible. Que lo antes posibe, dos años mejor que tres, se vean avances reales y que los haitianos puedan despertar de este terrible pesadilla. Todos, también a título individual cada uno de nosostros, y no sólo esperar que sean los Estados los que manden toda la ayuda, porque toda ayuda es poca en casos como éste, debemos contribuir en la medida de nuestras posibilidades a la reconstrucción de Haití. La esperanza debe volver a esa tierra,a esa gente que tanto está sufriendo. Tenemos que estar concienciados con lo que pasa en el mundo, porque muchas veces no paramos de mirarnos el ombligo y somos incapaces de ver las necesidades del resto de personas que habitan la Tierra y solemos dar gran importancia a nuestras pequeñas tragedias sin pararnos a ver lo que está pasando en lugares como Haití donde, ahí sí de verdad, han necesidades básicas que tiene que ser cubiertas con la ayuda de todos.
Un año después del terremoto, Haití sigue teniendo un largo camino que recorrer. El final de se sendero debe ser un Haití mejor para todos sus habitantes, un Haití con ilusión de cara al futuro, un Haití sin corrupción en los gobernantes, un Haití más preparado para afrontar los retos que se le pongan por delante. Ojalá dentro de un año, cuando hablemos del segundo aniversario de la tragedia, los enviados especiales a este país nos cuenten una realidad muy distinta a la que se han encontrado este año 2011, el primero después del terremoto. Ojalá sea así y ojalá los haitianos estén ya empezando a vivir y a escribir su nuevo futuro. Con la ayuda de todos, es posible. Y que no pase un año para que volvamos a preocuparnos de lo que pasa en Haití. Que desde ese país comiencen a llegar buenas noticias, avances importantes. Lo necesitan y se lo merecen. Los haitianos deben vivir una vida digna y todos debemos poner de nuestra parte para que así sea.

Comentarios