Mirando hacia otro lado

Aunque parezca increíble es cierto: el gobierno español sabía de antemano que los marroquíes iban a atacar el campamento saharaui a las afueras de El Aaiún donde un grupo de personas pedían una mejora en sus condiciones de vida. La información es del diario El País que afirma que durante la visita del ministro de Exteriores marroquí a España, éste le comunicó a Trinidad Jiménez sus intenciones de intervenir contra este asentamiento, aunque no le precisó el día concreto en que lo haría. Con este panorama, la verdad es que no entiendo cómo miembros del gobierno español dicen que están haciendo lo correcto en relación a esta grave situación que padece, una vez más, el pueblo saharaui ante la pasividad más absoluta de España frente a la que fue provincia española durante mucho tiempo. No comprendo esta actitud del gobiernos español en esta materia que tanto debería afectarnos y en la que deberíamos sentirnos en parte responsables.
Muy al contrario, ayer varios miembros del PSOE y del gobierno dijeron que se estaba haciendo lo correcto. Si no hacer nada y mirar para otro lado es lo correcto, desde luego el gobierno español vuelve a dar ejemplo en política exterior de buen hacer. Pero mucho me temo que por las implicaciones que el Sahara tiene en nuestro país, por las implicaciones que debería tener, no es para nada acertada la actitud que España está adoptando frente a este asalto brutal al campamento que Marruecos ha llevado a cabo a principios de esta semana. Trinidad Jiménez, una política a la cual valoro mucho y considero que es un activo muy importante del actual gobierno, ha comenzado su andadura al frente del Ministerio de Exteriores siguiendo la estela que dejó marcada Miguel Ángel Moratinos: tibieza frente a Venezuela por mucho que nos provoquen desde el país que gobierno el pseudocaudillo Chavéz, compresión hacia la dictaudra cubana e indifierencia ante la política del gobienro marroquí respecto al Sahara y cuantos asuntos quiera el gobierno de aquel país.
Marruecos demuestra una vez más que está más cerca de ser una dictadura que una democracia, y desde luego se aleja de fora irreversible del concepto de Estado de Derecho en el que se respetan los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Tampoco respeta este país la libertad de expresión, ni la de opinión ni el derecho a la información. Es por eso que las noticias sobre el tremendo asalto nos lleguen con cuentagotas, y que las únicas imágenes que los medios de comunicación pueden mostrar son las que han hecho públicas las propias autoridades marroquíes, y alguna que a través de Internet han logrado burlar la censura. Los periodistas acreditados en Marruecos no pueden llegar hasta El Aaiún y se les hace imposible informar sobre lo que está pasando. Son tácticas propias de un gobierno dictatorial y autoritario. Grave es que la prensa no pueda informas sobre lo que está pasando, porque si no quieren que el mundo se entere de lo que acontece es que algo tienen que esconder. Pero más grave es lo que en verdad parece que ha ocurrido. El ataque el campamento con gases lacrimógenos y armas, fuego y sangre en El Aaiún, titulaban algunos medios de comunciación estos días.
La situación del Sahara lleva demasiado tiempo siendo olvidada por España y por otros países de Occidente. El caso de España es más significativo, ya que tuvimos presencia en esta zona y cuando nos marchamos de allí les dejamos tirados y vendidos, enfrentándose a Marruecos por su libertas. Y la historia de la actuación española en relación al Sahara es la historia de un obviar la realidad para no empeorar las relaciones con los vecinos marroquíes. Que hagan lo que quieran, parece que es la premisa reinante en los sucesivos gobiernos españoles desde entonces. Pasividad absoluta, actitud vergonzosa. Lo último es que España ha llamado a la calma a las dos partes, pero ha evitado condenar el empleo de la violencia por parte de Marruecos. O sea, que un país se dedica a masacrar a un grupo de personas, a asediarlas con violencia y otro país, este que presume de democrático y comprometido con las injusticias en el mundo, mira para otra lado. Es la claudicación elevada al cuadrado.
La claudiación y la tibieza confundidas con la doplomacia. Y al final en política exterior España lleva haciendo el ridículo años y años. Aznar creyó que apoyar una guerra basada en una gran mentira era la mejor forma de situarnos en el mapa y de colcoar a España en el lugar que se merecía. Pero España no se merece aparecer al lado de goberantes ineptos como George Bush, ni aparecer jugando a la guerra con otros líderes mundiales. Y ahora el gobierno de Zapatero se dedica a no incomodar a nadie en la política exterior, no vaya a ser que su alianza de civilizaciones se vaya al garete.
De este modo, España no hace no dice nada sobre este último abuso de poder por parte de las autoridade marroquíes. Hay ciertos países que se creen por encima de todo y que pueden actuar sin regirse por ninguna ley. Marruecos es uno de ellos. Y claro, tener como vecino supuestamente responsable a un país como España, que ni se inmuta ante hechos tan graves como estos últimos en El Aaiún, no ayuda a que Marruecos se modere. España debería tener algo más de valentía. Es cierto que nos conviene llevarnos bien con todos nuestros vecinos. Pero es que entre lo de Ceuta y Melilla este verano, y del Sahara durante tanto tiempo, puede que haya llegado la gota que debería colmar el vaso de la paciencia española sobre Marruecos y su prepotente forma de actuar.
España sabía lo que iba a pasar en El Aaiún, pero España no se mete en estas cosas. Es difícil adoptar una actitud más errónea en asuntos tan graves como estos. Aún no está claro todo lo que ha pasado en el Sahara. Pero sí sabemos ya que Marruecos ha atacado el campamento por la fuerza, que lo ha desmatelado empleando la violencia sin contemplaciones. El gobierno español no debería seguir mirando para otro lado. Quizás es que el asunto del Sahara no da votos, no lo sé. A lo mejor es ese el motivo por el que las autoridades en política exterior españolas no se mojan. Pero no es aceptable que España no trate de intervenir de algún modo en este tema, no es lógico que nuestro país no actúe ante hechos graves como estos. La comunidad internacional tampoco se queda atrás. Si es verdad que España tiene una obligación mayor respecto al Sahara, no es menos cierto que el resto de países debería tratar de mediar para encontrar una solución a este conflicto, y para empezar deberían condenar el empleo de la violencia por parte de Marruecos.

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