Secuelas de un desfile

Ayer se celebró el desfile de la Fiesta Nacional en Madrid y todo lo que pasó allí y en la recepción posterior ofrecida por los Reyes en el Palacio Real es lo más comentado hoy en la prensa. De ello escribiré en esta entrada pero hoy no puedo empezar de otro modo que recordando con cariño al entrañable Manuel Alexandre, el actor falleció ayer a los 92 años de edad. Un secundario de lujo del que sus amigos dijeron cosas preciosas. Entre ellas, que nunca le habían oído hablar mal de alguien o que estando con él en escena la atención de los espectadores se trasladaba siempre hacia él, algo que solo sucede con los grandes. Se va con él una raza de actores que hicieron un cine heróico, dijeron ayer algunos de sus amigos. Se va un grande de la escena española del que nos quedarán sus cientos de películas y su presencia en obras de teatro y en series de televisión. Descanse en paz.
Sobre el desfile, los conentarios se centran en los abucheos que recibió el presidente del gobierno durante la parada militar. Cuando llegó y cuando se fue, pero también mientras se celebraba el desfile, incluso en momentos de gran recogimiento como el homenaje a los caídos. Ni en ese momento cesaron los gritos de "Zapatero, dimisión" o "fuera, fuera". La cosa empezó mal cuando se seguían escuchando pitidos mientras sonaba el himno nacional o cuando poco antes el presidente recibía a los Reyes y a toda la Familia Real que ayer presidió el acto. El ministro del Interior, Alfredo Pére Rubalcaba lamentó ayer que los radicales se apropien del acto central de la fiesta nacional.
El descontento y malestar por esos pitidos también existía ayer, según informan los medios de comunicación, en las figuras del rey y del prícipe. Don Juan Carlos y el príncipe Felipe mostraron desagrado por esta situación que se vivió ayer. Cuando ayer veía en los informativos los pitos al presidente del gobierno durante el homenaje a los caídos, pensé que tardaría poco en salir alguien justicando lo injustificable recurriendo a la libertad de expresión. No me equivoqué, porque la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, dijo exactamente eso, que los silbidos y abucheos al presidente se enmarcan en la libertad de expresión. La libertad de expresión es muy importante, pero el respeto y la educación también y los que ayer no dejaron de abuchear al presidente durante el homenaje a los caídos, deberían haberse planteado si ese era el momento más adecuado para adoptar tal comportamiento.
La imagen, desde luego, es lamentable: las principales instituciones del Estado reunidas para uno de los actos más importantes por su simbolismo de todos cuantos se celebran en nuestro país, presenciando cómo un grupo de personas se dedican a abuchear al presidente del gobierno mientras se hace un homenaje a los caídos. Que piten a Zapatero no es nuevo, lo novedoso es que ayer no se respetaron los momentos más solemnes. El alclade de Madrid dijo hace unos años sobre los abucheos al presidente que no es el acto adeucado para hacer tal cosa. Y estoy de acuerdo con Alberto Ruiz Gallardón que ayer, por cierto, tuvo una seria y áspera discusión en plena calle con el presidente Zapatero. De eso hablaré luego, pero antes quiero destacar que, en efecto, no es el mejor momento para mostrar el descontento con Zapatero. Un descontento, por lo que me cuentan realmente fanático.
Insito, se da una imagen horrenda. No sé si en otros países, en países serios quiero decir, es imaginable siquiera que se silbe al presidente del gobierno el día de la Fiesta Nacional. Desconozco si el 14 de julio en Francia es el día elegido por los opositores de Sarkozy para abuchear al presidente. Quizás sí, pero independientemente de eso, no creo que sea algo frecuente. No debería serlo. Si la gente está descontenta con el gobierno, es muy libre de mostrar su opinión, pero lo de ayer fue mucho más allá y se convirtió en una falta de respeto indencente. No sé si fue la extrema derecha la que agitó ayer el desfile, si no fue así, ciudadanos de a pie le hicieron el trabajo sucio a la extrema derecha y no sé qué sería más grave. Espero que no se vuelvan a repetir situaciones de este tipo. La libertad de expresión, como todos los derechos, se debe ejercer con responsabilidad, la que ayer faltó a unos cuantos asistentes al desfile.
Más allá de la falta de respeto y educación que ayer mostró un grupo de exaltados en el desfile de la Fiesta Nacional, el día dejó otro detalles de interés como la ausencia de la bandera venezolana. Habían sido invitados distintos países de América que celebran el bicentenario de su independencia, y Venezuela no estuvo presente. La razón, más bien la excusa, que dio el embajador venezolano, ese individuo que se dedica a sembrar dudas sobre si la policía española tortura a etarras, es que la persona que iba a llevar la bandera estaba indispuesta. Indispuestos deberíamos estar ya nosotros, hartos de la actitud de este país sobre el asunto de ETA. Ojalá colaboren y tenga que tragarme estas palabras, de momento todo lo que han hecho es mantener a un etarra en un cargo en al Administración y decir que va a investigar si los etarras que declararon haber sido adiestrados en Venezuela fueron torturados. La ausencia ayer de este país en el desfile deja claro que existe un problema diplomático entre los dos países. La excusa barata de que el hombre que iba a llevar la bandera estaba indispuesto, para quien se la crea.
Otro detalle del día fue la discusión, la bronca dialética que mantuvieron en la calle esperando al rey el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. La semana pasada el presidente había dicho en el Senado que Gallardón era el responsable de quere endeudar más Madrid, cuando lo que había pedido el alcalde era una refinanciación de la deuda. Gallardón, que suele ser moderado en sus declaraciones, dijo que el de Zapatero era un gobierno mentirosos y envidioso y que Madrid no iba a seguir pagando sus infraestructuras. También que el gobierno de Zapatero es el más antimunicipalista de la historia de España. Ayer debieron de debatir sobre esas diferencias, y lo hicieron a la vista de todo el mundo. Por su había alguna duda, la presidenta de la Comunidad de Madrid, testigo del intercambio de pareceres, confirmó a la prensa que había sido una bronca áspera. Con las elecciones autonómicas y muncipales a la vuelta de la esquina, a unos les interesa vender la imagen de que el gobierno central no ayuda a Madrid, y a los otros hacer ver que los gobernantes de Madrid están endeundando hasta las cejas a los madrileños, y que todavía quieren hacerlo más.
En la recepción se dieron cita políticos, empresarios, banqueros y periodistas. Un largo besamanos en el que la Familia Real recibió a todos los invitados. Y después los corrillos de los que ha salido poco este año. El descontento general con los abucheos al presidente y poco más. En todo caso lo más significativo del día, los propios abucheos y la discusión entre Zapatero y Gallardón, se había producido ya en el desfile. Pasó por lo tanto un día de la Fiesta Nacional más con la duda de si podrá algún día ser sencillamente eso, el día de la Fiesta Nacional, sin polémicas ni politización. El año que viene, nueva oportunidad de celebrar el día sin más, sin salir avergonzados del mismo por actitudes inaceptabes.

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