Sigo disfrutando de la cosecha de la última Feria del Libro de Madrid y una de las obras que me recomendaron con más pasión fue Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel, que compré en la caseta de la editorial Las afueras. Ahora entiendo, y comparto, esa pasión. La novela, publicada hace dos décadas, es de esas que dejan huella. Es a la vez una historia colectiva, la de la resistencia contra la dictadura de Augusto Pinochet en Chile en el verano de 1986, y una historia personal, la de la Loca del Frente, el gran personaje de la novela, el de más carisma y atractivo, y Carlos, un militante de la oposición. Ambos entrarán en contacto de forma casual y comenzarán una historia contada de un modo excelso.
Es una obra de ficción, pero resuena a realidad, transpira verdad por cada poro. Es un libro escrito en prosa, pero es realmente poético, por el mimo con el cuida el idioma, por el estilo irresistible empleado por el autor. Es literatura con mayúsculas que abraza la cultura popular. Es un ejercicio de memoria y de reivindicación y también un formidable ejercicio literario. Con todos esos contrastes, con esas mezclas que funcionan a la perfección, como si más que un escritor Lemebel fuera un alquimista, se construye la obra, cuyas 200 páginas se recorren demasiado rápido y a cuyo final llega el lector ya echando de menos esta historia y estos personajes.
El título de la novela responde a una de las muchas canciones tradicionales y boleros que escucha la Loca del Frente, un hombre homosexual, travesti, que vive con libertad en una sociedad dictatorial en la que representa todo lo que estaba perseguido y era odiado, toda la diversidad que el régimen combatía y que temía. Es un personaje extraordinario, de los mejor construidos que recuerdo haber leído en mucho tiempo. Tierno, sensual, sensible, descarado, atrevido, honesto, alocado, alegre... Habla de él mismo en femenino, desafía todas las mentalidades cerradas de aquel tiempo. Esos boleros, esos temas apasionados que hablan de amores intensos, son el asidero al que se aferra la loca del Frente. Eso y su grupo de amigas, la red a su alrededor, la familia elegida.
Cuando la vida de este personaje tan carismático se cruza con la de Carlos, el joven militante de la lucha contra la dictadura de Pinochet, tomará conciencia de la situación política del país. Carlos, del que se enamora al instante, con quien comparte buenos momentos y es muy feliz, con quien se imagina construyendo un proyecto vital, no le cuenta demasiado sobre esas cajas que le pide guardar en su casa, sobre los favores que le pide. Ella se hace la tonta pero tiene muy claro desde el comienzo que todo ese secretismo guarda relación con la lucha contra el régimen. Entre mensajes de radios clandestinas, manifestaciones, cargas policiales y atentados, o emboscadas, avanza con sensibilidad y lirismo esta historia que, ya digo, logra la cuadratura del círculo y consigue ser muchas cosas a la vez. Un libro delicioso, con su propia banda sonora. Un libro inolvidable.
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