Resumen del 2014 en el mundo

La amenaza del Estado Islámico (conocido como IS por sus siglas en inglés) ya existía antes, pero ha sido este año cuando se ha reconocido con toda su crudeza. El fanatismo de este grupo medieval que propugna aplicar la ley islámica ha sacudido al mundo con sus imágenes propagandísticas en las que degüellan a civiles estadounidenses o británicos capturados en países como Siria. La guerra civil que sigue desangrando a este país ha sido el caldo de cultivo perfecto para la extensión de este grupo terrorista, expulsado de Al Qaeda por su excesiva crueldad. Su objetivo es establecer un califato en todo el mundo. Ya controlan parte de Siria y de Irak, donde la fracasada intervención militar internacional también allanó el camino para que los criminales del Estado Islámico se abrieran paso. En Siria, el mundo miró durante tanto tiempo a otro lado (y en esas sigue) que alentaron el avance de las fuerzas más radicales frente a la oposición moderada al dictador Al Assad. 

Varios países internacionales han acordado este año la creación de una fuerza militar destinada a combatir a este grupo fanático que también amenaza, entre otros países, a El Líbano. Estados Unidos lidera esta gran coalición internacional contra el odio, contra la violencia gratuita, contra la actitud despreciable de quienes buscan imponer una religión por la fuerza, violan a mujeres, degüellan a civiles e imponen sus arcaicas ideas en las ciudadanos donde se hacen con el control. Si a la locura del Estado Islámico se suma la existencia de Al Qaeda, que ha perdido el primer plano de la actualidad pero sigue siendo una seria amenaza para la estabilidad mundial, y a los lobos solitarios que, como ha ocurrido estas últimas semanas en países como Francia o Australia, manchan el nombre del Islam empleando la violencia, sin duda pocas razones para la esperanza nos deja el panorama internacional para el próximo año. Otra estremecedora muestra de lo que es capaz de hacer el fanatismo islamista radical es el secuestro de 276 niñas por parte de Boko Haram, una organización terrorista que niega el derecho de las niñas a acudir a la escuela. 

Este 2014 nos ha dejado otras atrocidades repugnantes que hablan mal del avance de la civilización. En concreto, Oriente Próximo volvió a ser este verano un polvorín. Después de la muerte de tres jóvenes israelíes a manos de terroristas palestinos, el gobierno de Benjamin Netanyahu ordenó una salvaje ofensiva militar contra la franja de Gaza que provocó la muerte de más de cien personas. Entre los objetivos de la operación, llamada con ese cinismo típico del lenguaje militar "Margen Protector", había escuelas militares dirigidas por las Naciones Unidas. Pese a las flagrantes violaciones de los Derechos Humanos, el ejército israelí prosiguió con esa ofensiva hasta que se firmó un alto el fuego. 

La ofensiva militar de Israel contra la franja de Gaza provocó, además de las irreparables pérdidas de vidas personales y el odio sembrado en las jóvenes generaciones, innumerables destrozos que han supuesto un empeoramiento del ya lamentable nivel de vida de los gazatíes. La paz en Oriente Próximo parece más lejana que nunca. O tan lejana como siempre, tal vez cabría decir. El proceso de paz está muerto como demuestran, por ejemplo, atentados terroristas de palestinos radicales como el atroz ataque contra una sinagoga en Jerusalén este mes de noviembre. Palestinos e israelíes están condenados a entenderse, con la creación de dos Estados como única solución posible, pero hoy por hoy ese anhelo, el de todos los años desde hace décadas, parece misión imposible

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 7.588 personas han muerto en África a causa de la epidemia de ébola que también ha sido una de las noticias del 2014. Lamentablemente, en Occidente sólo hemos mostrado auténtica preocupación por esta enfermedad cuando algún ciudadano de países europeos se ha visto afectado por este virus. Se ha visto con nitidez en el caso de España. Cuando los dos sacerdotes que se contagiaron de ébola en África  y fueron trasladados al hospital Carlos III de Madrid, la noticia fue primera plana en todos los medios. El ébola dejó de ser noticia hasta que Teresa Romero, enferma que atendió a los dos sacerdotes infectados de ébola, también dio positivo en la enfermedad. Una vez recuperada, este virus sólo regresó a los titulares, salvo honrosas excepciones, cuando se trasladó a Madrid a una cooperante que podría tener la enfermedad. Descartado que tuviera ébola, el asunto volvía a parecer un tema menor. 

El ébola es un problema de enormes magnitudes, sobre todo, en África. Así lo demuestran los citados datos oficiales. La enfermedad se ha ensañado con particular virulencia con Sierra Leona, Liberia y Guinea. En los últimos días se ha cumplido un año de la muerte de la primera persona afectada por este brote de ébola que está lejos de verse controlado. La revista Time, que elige cada año al personaje del año, ha decidido conceder este reconocimiento a los luchadores contra el ébola. Ellos son los héroes del 2014. Los cooperantes, médicos, enfermeros y voluntarios que se están volcando, muchas veces con escasos medios, en la atención de las personas afectadas por este virus en el continente africano. 

De las muchas otras noticias que ha dejado la actualidad internacional este año, el clima explosivo vivido en Ucrania es una de las más destacadas. El país ha sido el epicentro de una batalla geoestratégica entre Rusia y Occidente. Por partes. A comienzos de año miles de manifestantes protestaron contra el gobierno ucraniano para pedir que se avanzara en el acuerdo de asociación con la Unión Europea. El gobierno se negó, en parte por presiones de Rusia, que no quería perder influencia en un país tan estratégico. Las protestas dieron paso a la violencia y a la desmembración del país, porque Rusia invadió Crimea y comenzó una guerra civil entre los rebeldes prorrusos y el nuevo gobierno ucraniano. Aunque ambas partes firmaron un alto el fuego, este es muy frágil. 

La actitud de Rusia en el conflicto ucraniano le está costando caro, porque la Unión Europea y Estados Unidos han acordado este año sanciones comerciales al país. Estas medidas, que fueron respondidas por Vladimir Putin con sanciones de vuelta contra Occidente, han asfixiado un poco más a una economía ya muy tocada por la elevada inflación. Su divisa está por los suelos, ya que la brusca caída del precio del petróleo, consecuencia de otra guerra con intereses cruzados entre distintos países donde entra Arabia Saudí y su empeño por hundir la revolución energética en Estados Unidos, también ha golpeado muy duro a Rusia, que ha entrado en recesión y cuyo PIB se contraerá el próximo año. A Putin se le ha torcido mucho, en parte por sus propias decisiones, un año en el que pretendía loar su grandeza y la de su país con los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi, donde, por cierto, algunos deportistas y responsables políticos de distintos países mostraron con valentía su oposición a las leyes homófobas aprobadas por el gobierno ruso. 

El final del año aún nos tenía reservado una gran noticia internacional, el reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos anunciado al unísono por los presidentes de ambos países. Un hecho histórico que debería ser el principio del fin de la política del bloqueo que durante más de cinco décadas ha ahogado a la población cubana y ha armado de razones a la dictadura de los Castro para vender su mensaje simplista sobre la maldad del imperialismo, pero no ha servido para lo que en teoría estaba destinado, permitir que la democracia se abriera paso en la isla. El referéndm indepentista en Escocia donde triunfó el no o el proceso de paz entre Colombia y las FARC han sido otros de los muchos eventos del año. En este 2014 también se han dado algunos pasos adelante en la lucha contra el cambio climático, en particular gracias al acuerdo de reducción de emisiones entre los dos países más contaminantes, China y Estados Unidos, que deberían refrendarse el próximo año en la decisiva cumbre del clima que se celebrará en París donde se buscará un gran acuerdo que sustituya al Protocolo de Kioto. 

Comentarios