Una madre ultraprotectora con su hijo se enfrenta con la novia de éste, con la que parece que va en serio y que también da síntomas de esconder oscuras intenciones. Es la premisa de La novia, la serie de Amazon que tiene un cierto aire a Saltburn, por aquello de mostrar a un personaje arribista que llega a un entorno social que no es el suyo y por su tono retorcido y ambiguo, y también, por supuesto, a The White Lotus, cuya banda sonora es prima hermana de ésta, y que comparte ese aire de telenovela sofisticada en la que los ricos también lloran. Es una serie adictiva, con intriga, giros de guión y tensión de inicio a fin a lo largo de sus seis capítulos. Es la clase de entretenimiento televisivo que uno no puede dejar de ver.
El elenco de La novia es, sin duda, uno de sus puntos fuertes. La espléndida Robin Wright, a quien recordamos de House of cards, y que también dirige la serie, da vida a Laura, la madre sobreprotectora, que es una mujer rica y culta, que dirige una galería, que parece sofisticada y de guardar las formas, pero que poco a poco irá demostrando todo de lo que es capaz para mantener cerca a su hijo Daniel, a quien da vida Laurie Davidson. Él es un bonachón y muy atractivo hijo de mamá, que se da cuenta de su enorme privilegio de clase, pero que no puede evitarlo, y que no termina de percatarse de la guerra entre su madre y su novia, Cherry, a quien interpreta una magnética Olivia Cooke.
Son ellas dos las auténticas protagonistas de la serie. Lo que se presenta como una historia banal de lo más corriente, suegra siente cierto rechazo instintivo de la pareja de su hijo porque en cierta forma la ve como rival, y viceversa, termina evolucionando a algo mucho más retorcido. Todo, por supuesto, en un entorno de lujo, con piscina privada en casa, modelazos estupendos y casoplón en España para veranear y pasar los ratos muertos.
La serie quiere mostrar los puntos de vista de las dos protagonistas y uno de sus hallazgos es que nos cuenta con un rótulo inicial qué perspectiva está adoptando cada vez. Es un recurso que termina dejando de lado y que quizá se desgasta un poco a medida que avanzan los capítulos, como si la propia serie dejara de creer en su efectividad, pero que da mucho juego. A veces vemos la misma escena desde ambas miradas, pero nunca es idéntica, porque cada una interpreta un gesto, una multada o una frase de un modo distinto. Es interesante porque cada una cree tener sus razones y se demuestra aquello de que, para conocer la verdad de un conflicto, es importante conocer todas las versiones.
La novia tiene ese encanto un tanto retorcido de ver a personas aparentemente normales y educadas perder los papeles. También juega, mucho, al contraste entre las clases sociales. Parece claro que la madre rechaza a la novia de su hijo simplemente por serlo, por ocupar un lugar importante en la vida de su ojito derecho, pero las diferencias de orígenes y de nivel socioeconómico son más que evidentes y están muy presentes en la historia. Mientras que él nació con la vida resuelta, es hijo de un empresario que posee varios hoteles y su madre tiene como profesión una galería de arte chic, ella es hija de una carnicera que echa mil horas en su comercio y se inventa un pasado inexistente, al tiempo que compra a crédito ropa cara de marca, para no desentonar en el entorno de su novio.
En los thrillers, y éste en cierta forma lo es, es importante que el final sea contundente, que sorprenda al espectador, y desde luego La novia lo consigue con un desenlace de lo más impactante que redondea una serie de esas que sólo se pueden recomendar con pasión a quien busque una historia entretenida que impide apartar la mirada de la televisión ni siquiera un instante.

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