De Venecia a París (yVI)

 

Una buena amiga me contó una vez que lo que más le sorprendió a una compañera de trabajo cuando empezó a vivir en España era que, al hacer el relato de sus vacaciones al final del verano, todo el mundo hacía referencia a qué tal había comido en su lugar de destino. Ella no entendía que, antes o después, se terminara hablando de comida y que se pusiera al mismo nivel que los museos o los monumentos que se habían visitado. Solos muchos, en efecto, los que entendemos que disfrutar de la gastronomía local forma parte de la experiencia del viaje y que conviene darse algún que otro homenaje en torno a una buena mesa cuando se visita una ciudad o la experiencia no será del todo completa



En este viaje, gracias a sendos regalos de dos personas queridas, siempre cómplices, ya partíamos con dos citas gastronómicas marcadas en nuestra agenda. Las dos, además, con su correspondiente estrella Michelin. Dos experiencias inolvidables de alta cocina, una en cada ciudad destino de este viaje de ensueño cuyos mejores recuerdos intento plasmar con palabras en esta serie de artículos que van llegando a su fin. En París pudimos disfrutar de una exquisita cena crucero por las aguas del Sena en el restaurante Don Juan II, que cuenta con una estrella Michelin desde 2022 y cuyo cuidado menú está a cargo de Frédéric Anton. 



Embarcamos frente al Sena y, antes de partir, tomamos algo en la cubierta, mientras va anocheciendo. Cuando partimos, una inmensa luna llena nos acompaña en la travesía, la más bella del mundo. Ninguna otra ciudad puede ofrecer una sucesión tan majestuosa e imponente de edificios al borde de su río en unos pocos kilómetros. El Grand Palais, el Petit Palais, el puente de Alexandre, la plaza de la Concordia, las Tullerías, el Louvre, la Academia de la Lengua, la Asamblea Nacional, Notre Dame, la isla de San Luis, la estatua de la Libertad… Es un espectáculo incomparable, de noche y de día, así que esta cena por el Sena es una experiencia inolvidable ya sólo por la belleza que se contempla alrededor. Pero es que además el menú es exquisito. Desde los aperitivos con los que empezamos hasta un postre de chocolate  que quita el sentido, pasando por otros platos deliciosos entre los que destaca uno elaborado con cangrejo, otro con foie y, en especial, un ravioli de langostino. Excelente. 



En Venecia también tuvimos la suerte de cenar en el Restaurante Local, situado frente a un canal, y que también cuenta con una estrella Michelin. Si se quiere disfrutar la experiencia completa de nueve platos. Conviene llegar con hambre, ya que este menú combate con contundencia el prejuicio sobre la alta cocina que dice que se sale de esos restaurantes con hambre. Nada que ver. 

El menú ofrece platos muy originales, con sabores sorprendentes, y bien explicados en pequeñas tarjetas que acompaña a cada propuesta y que suponen un buen recuerdo de la noche. El pescado del día, el plato con arroz y el de pasta, además del helado de postre que redondea el festín, me gustaron especialmente. Los dueños del restaurante tienen desde hace meses otro más informal y desenfadado, la Trattoria del Local, situada muy cerca, que ofrece a sus platos típicos venecianos. Recuerdo con especial agrado los postres: bonet, un exquisito postre parecido a un flan con base de las galletas amaretti, y la torta caprese, elaborada con chocolate y almendras que está delicioso. 



Por supuesto, estos días hemos comido en todo tipo de restaurantes En Venecia, una experiencia curiosa  y muy económica son los ciccheti, el equivalente veneciano a las tapas o los pintxos. En la Osteria Al Squero, que está situada al frente de una fábrica de reparación de góndolas, se pueden comer muy ricos en un lugar precioso. Naturalmente, en Venecia comimos muy buena pasta y pizza. Nos gustó especialmente Al Profeta, restaurante tradicional, y también Beccafico Guna, con una terraza en Campo Santo Stefano.

También probamos todo tipo de helados. Exquisitos los de Suso, Venchi Cooccolato y Grom. Llevo toda la serie de artículos contando que nada hay mejor que pasear por Venecia, sin orden ni concierto, dejándose sorprender. Si a eso le añadimos un helado, ya tenemos la perfección más completa. 



Tampoco anda mal París de postres y dulces, claro. Los macarons de Carette en Montmartre son siempre cita obligada. Probamos los riquísimos helados de la cafetería de Berthillon, en la isla de San Luis, todo un descubrimiento, y disfrutamos de los postres de algunos de los restaurantes que disfrutamos. Nos sorprendió la exquisita raclette de la singular La Taverne de Montmartre, desde ya, lugar de referencia en este barrio. Es mi bueno el ambiente en TRAM, un café librería con platos sencillos y muy ricos (exquisita si croque monsieur). 



Dos últimas recomendaciones en París: Chez Julien, que ofrece a diario un completo menú del día con entrante, principal y postre, y Chez Bertrand, una sorpresa inesperada de la última noche donde nos encantó especialmente el queso camembert con miel y tomillo. 

Con este buen sabor de boca termino esta serie de artículos de Venecia a París, así que el blog regresa a la normalidad a partir de la próxima semana, entre crónicas de películas y libros, muchos de ellos, leídos o comprados durante ese viaje inolvidable. Recorrer las ciudades, pasear, visitar museos y monumentos y disfrutar de su gastronomía, claro, es parte esencia de los viajes, pero en ellos tampoco pueden faltar los libros, que fueron compañía continua también de Venecia a París. 

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