Superman


El Superman de James Gunn, que se estrenó en cines en julio, no es nada del otro mundo. No tengo grandes reproches que hacerle a la película, es correcta, se ajusta a lo que cabe esperar de ella, pero no aporta ninguna novedad relevante al género ni a la saga, y no creo que pasados unos días recuerde de ella mucho más que la presencia de un perro monísimo con capa que acompaña al héroe. Sin duda, es una película entretenida, se deja ver, tiene buenas escenas de acción y presenta algún que otro hallazgo, pero hablamos de un personaje mil veces llevado al cine con muy notables antecedentes y el filme se queda un poco corto, como a medio camino de todo. 

Es una película que abraza el humor y hasta la autoparodia, lo cual está bien. No busca emular esas pelis de superhéroes todopoderosos que son sobrehumanos, todo lo contrario, nada más empezar nos presenta a un Superman derrotado rescatado, precisamente, por su perro. Un superhéroe con sentimientos, sensible, enamorado. En ese sentido, sigue una línea interesante de otras películas del género que buscan darle una vuelta a la imagen clásica de este tipo de historias. Y se agradece. Es un acierto. 

El punto de partida de la película es interesante: la bondad, casi rozando lo naif, de Superman, en un mundo cínico, entregado a las redes sociales, los bulos, el recelo hacia el diferente (llamémoslo extraterrestre o inmigrante) y el malismo imperante, siempre presto a ridiculizar los buenos sentimientos. Quizá el verdadero punk sea eso hoy en día, escuchamos decir en un momento de la película: intentar ayudar a los demás, no desconfiar de las otras personas, humildemente intentar hacer el bien. 

Es precisamente eso, la forma en la que película dialoga con el presente, lo más valioso y rescatable de una película un tanto irregular que a veces da la sensación no de saber exactamente a qué quiere jugar, o de querer jugar a todo a la vez, a la ligereza y a los mensajes más de fondo, al puro entretenimiento y a los paralelismos con el presente, a la parodia de las películas de superhéroes clásicas y a una cierta reivindicación, todo a la vez

En este Superman hay un empresario malvado que coquetea de forma irresponsable con tecnologías potencialmente devastadoras y con relaciones poco claras y muy guiadas por el dinero con los gobernantes. Hay bots que manipulan la opinión pública en las redes sociales. Hay regímenes totalitarios que invaden otros países bajo el pretexto de que va a liberar a sus ciudadanos de un gobierno tiránico, como si ellos lo fueran menos. Hay una mirada de desconfianza y desprecio hacia el que es diferente, al que se estigmatiza y deshumaniza. Digamos que no faltan elementos reconocibles del presente en esta relectura del clásico. 

El elenco está a la altura, incluso diría que por encima de la propia película en ocasiones. Convencen David Corenswet Rachel Brosnahan en los papeles protagonistas de Clark Kent/Superman y Lois Lane, y se luce en la piel del malo malísimo Lex Luthor Nicholas Hoult, a quien vimos en El menú y en Jurado número dos. La nueva película de Superman, en fin, se deja ver y es entretenida, pero no va mucho más allá, no reintenta el género ni aporta grandes novedades, quizá por querer abarcar demasiado. Con todo, está claro que Superman sigue muy vivo en la memoria de los espectadores y siempre es bienvenido que el hombre de acero se adapte a los nuevos tiempos. 

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