1924, otros surrealismos

 

A la exposición 1924, otros surrealismos, que puede disfrutarse en la Fundación Mapfre de Madrid, se le puede aplicar la célebre frase de Isidore Ducasse que inspiró al movimiento surrealista: es “bella como el encuentro fortuito de un paraguas con una máquina de coser en una mesa de operaciones”. Porque es de una belleza extraña, alucinada y onírica esta muestra comisariada por Estrella de Diego. La exposición conmemora el primer aniversario del manifiesto surrealista de André Breton y analiza el impacto de este movimiento en España, con una especial atención a las mujeres artistas de aquel tiempo.  



Es atractivo el planteamiento de la muestra, que busca explicar la periferia del surrealismo, es decir, la periferia dentro de un movimiento ya de por sí periférico, rupturista, radical. El surrealismo se toma muy en serio su excentricidad y su radical divorcio de la lógica, hasta el punto incluso de tener, paradójicamente, cierta rigidez en esa ruptura de las normas, porque Breton decidía quien entraba y salía del movimiento. En la exposición, por ejemplo, se cuenta cómo Miró fue expulsado del movimiento por crear el decorado de una ópera, algo considerado burgués. Hubo, sin embargo, creaciones no necesariamente adscritas formalmente al surrealismo del francés, pero sí claramente seguidor de sus doctrinas y de su mirada al arte. 



En cuanto al papel de España en el movimiento surrealista, se lee en el texto de la comisaria de la exposición que da entrada a la muestra que “nuestro país contó con focos muy potentes como la Residencia de Estudiantes en Madrid, la Exposición Logicofobista celebrada en Cataluña en 1936 o el foco de Tenerife, cuyo papel en el movimiento es incluso anterior al viaje de Breton a Canarias en 1935. Desde España, en efecto, se releyeron muchos presupuestos canónicos y se ofrecieron nuevas lecturas, tal y como ocurrió en América Latina. Esos artistas españoles -igual que otros alejados de París- han sido muy ocasionalmente definidos como «surrealistas» porque nunca estuvieron en el ámbito de influencia de Breton”.



La inmensa mayoría de los y las artistas españoles presentes en la muestra fallecieron en el exilio. Basta ver su ciudad de fallecimiento para constatarlo. Y es algo que sobrevuela toda la obra, toda aquella época. En cualquier movimiento artístico se debe tener en cuenta el contexto, sin duda, por supuesto, también en el surrealismo, que nació en un periodo de entreguerras, víspera de la segunda contienda mundial, escenario de auge de nacionalismo. Impresiona ver Constitución blanca con judías hervidas (Premonición de la Guerra Civil), de Dalí, con aires a Saturno devorando a sus hijos. Un cuadro que data de 1936 y que impacta. Ya sabemos que luego Dalí se puso del lado de quienes causaron esa guerra, pero esa es otra historia. 



Pero la exposición no se limita al papel del surrealismo en España. De México, por ejemplo, se dice que Breton lo consideró el único país surrealista nato. Armario surrealista (1941), del francés Marcel Jean, da la bienvenida a una exposición en la que son muchos los lienzos que dejan con la boca abierta. Desde las obras más claras en sus intenciones y declaración de principios, como el Asesinato de Descartes por André Breton, o la nueva toma de inconsciencia Rachel Baes, a otras mucho más alocadas, como Sueño y presentimiento, de María Izquierdo, varias obras de Remedios Varo, El bosque desvela sus secretos, de Ángel Planells, el bellísimo y cautivador Mujeres rodeadas por el vuelo de un pájaro, de Joan Miró o la imponente El doble secreto, de René Magritte, que refleja el “extrañamiento de lo familiar” al que aludía Freud. 



En la muestra se explica también el juego surrealista de los cadáveres exquisitos, que consistía en hacer obras colectivas sin conocer las aportaciones de los autores anteriores, ya que doblaban el papel. Como muestra de elll, se expone un dibujo colectivo de Oscar Domínguez, André Breton, Victor Brauner, cques Larid, Remedios Varo y Jacqueline Lamba. 



La presencia de la mujer en la obra es, sin duda  de la mujer. Breton las describió como “bellas y sin nombre”. La muestra hace una clara reivindicación  de su papel protagonista en el movimiento surrealista, con obras de artistas como Gala Dalí, Maruja Mallo (Dora Maar, Leonora Carrington o Dorothea Tanning, cuya obra, Cumpleaños, ha sido elegida como la central de la muestra, la que figura en su cartel. 



La mayoría de las obras son cuadros, pero no faltan tampoco esculturas, todo tipo de objetos (esos objetos resignificados de Dalí) y hasta vídeos, como uno de las creaciones de Buñuel, puro surrealismo. Aparece también un dibujo de manos cortadas de Lorca. El sueño, los delirios, las quimeras, los deseos, la ciudad como escenario ideal para el surrealismo, la violencia… Todo cabe en unas obras asombrosas, algunas de ellas con títulos desconcertantes que llevan al visitante a preguntarse por la relación de lo expuesto y su título. Otras que son inspiradoras y aluden al visitante directamente, como A pesar de todo, la primavera, de Jacqueline Lamba, o Tribulaciones cotidianas, de Richard Oelze. 



El movimiento surrealista, cuya vigencia e impacto en nuestros días son indudables, tuvo mucha relación con la literatura, con una cierta clase de literatura. Siguiendo a Baudelaire, se podría decir que la muestra no se dirige a estos razonadores tan vulgares, incapaces de elevarse hasta la lógica del Absurdo La exposición, en fin, es tan delirante, extraña, alucinada, impactante y sorprendente que cautiva más allá de la razón. Como escribió Eloy Tizón en Plegaria para pirómanos está bien que las cosas tengan sentido, pero si no lo tienen resulta mejor aún”. Porque el arte, al fin y al cabo, 3: un poco como la poesía y el amor, de los que escribió Simón Partal en La parcela que son “esas cosas que se entienden mejor cuando no se comprenden del todo”. Al igual que cuando nació el surrealismo, vivimos tiempos de radicalismo político, de ardor guerrero y de nacionalismos en auge, por lo que parece una época la nuestra especialmente propicia para volver la mirada al surrealismo, aunque nunca lo entendamos todo. 

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