La cuarta juventud de OT


Lo de Operación Triunfo siempre ha sido muy fuerte. Nunca fue un programa más. En 2001 fue un acontecimiento televisivo y musical de primer orden. Nunca antes y nunca después hubo un fenómeno similar en la televisión en España. Aquella primera edición en Televisión Española, la de Rosa, Chenoa, Bisbal y compañía, tuvo audiencias multitudinarias y lo cambió todo. Tras varios años en la cadena pública, OT tuvo una segunda juventud en Telecinco, con una edición impecable en 2005, la de Sergio Rivero, Soraya y Edurne, y que también volvió a enamorar a los espectadores. Cuando su productora, Gestmusic, celebró en TVE un reencuentro de OT 1, muchos recordamos todo lo que nos hizo sentir aquel programa y empezó a rumorearse con la posibilidad de un regreso. Esa vuelta se hizo realidad en 2017, con una generación muy distinta y con Amaia, el mayor talento que ha pasado por esa academia, como voz de una nueva generación talentosa que volvió a cautivar a la audiencia. A ella le siguieron un par de ediciones en La 1 y, tras el descanso que tan bien le sienta a OT, el programa vive su cuarta juventud, una nueva reinvención, esta vez haciendo historia en una plataforma, en Amazon Prime Video, y logrando audiencias inauditas para un programa en directo en una plataforma.

Es impresionante la capacidad de reinventarse de OT. La sociedad, la televisión y la industria musical han cambiado por completo en estas dos décadas desde que empezó el programa, pero OT habla siempre el idioma de su tiempo. Conecta con su público, que va renovando además. Hoy seguimos las andanzas de los concursantes de OT 2023 personas que nos enamoramos del programa en aquella primera edición, otras que se engancharon en su época de Telecinco y unas cuantas que se subieron al barco de jóvenes en 2017 o más adelante. Es parte de la grandeza de OT, lo que hace especial al programa, conecta con distintas generaciones y las retiene a todas.

Posiblemente OT en 2001 era tan normativa en todos los sentidos como lo era la sociedad entonces. Hoy hay mucha más variedad de estilos musicales en el programa, los concursantes suelen tocar algún instrumento y no tienen ningún miedo a cantar en inglés y otros idiomas. Y, por supuesto, hoy la diversidad afectivo sexual es la norma. Aunque los cuatro señores de siempre no lo entiendan, que un programa así muestre la diversidad es importante. A muchos chavales les ayudará que la adorable pareja de esta edición la formen dos chicos, Juanjo y Martin. También servirá mucho que el público joven que sigue el programa, y todos los demás, vean cómo los concursantes muestran una inteligencia emocional admirable, hablan con normalidad de permitirse estar mal y de sus visitas a la psicóloga del programa.

Recuerdo que en 2001 hacía la pausa de mis deberes colegiales para ver el resumen de OT en la tele. Hoy tenemos un directo en YouTube y una actividad frenética del programa en redes sociales. Y ahí también OT ha mostrado una pasmosa facilidad de adaptarse a los nuevos canales de comunicación. El canal de YouTube del programa comparte los mejores momentos de cada día y su equipo de redes sociales está al tanto de la conversación de los fans, como demuestra el hilarante pique entre los seguidores de OT y los de su programa homólogo en Francia, que llevó a las cuentas oficiales de ambos espacios a intercambiar mensajes en español y francés, uno de esos momentos que nos recuerdan de vez en cuando, cada vez más de vez en cuando, por qué tipo de cosas nos gustaban tanto las redes sociales. Es cierto que a veces las redes también tienen a gente tóxica con mensajes altisonantes y personas que se toman un poco demasiado a pecho el apoyo irracional a sus favoritos o el odio a los concursantes que no quieren, pero eso no es culpa del programa. 

OT no se sigue como un programa más. Engancha. Es un formato al que muchas personas le tenemos mucho cariño. Este año mantiene muchos aciertos de ediciones anteriores, como mantener a Noemí Galera, reina ella, como directora de la academia, o seguir contando con Manu Guix de director musical y otros profes como Mamen (a los que no entendemos de música nos flipan sus términos y su forma de hablar de afinación y de técnicas para cantar mejor) o Vicky (autora una vez más de coreografías muy impactantes). A eso se suman novedades muy exitosas como la inclusión de Chenoa, siempre impecable, como presentadora, que parece nacida para presentar este programa con el que saltó a la fama; la de Buika como la voz del jurado y la villana perfecta (ese “mis amores” cuando el público le afeaba una opinión), o la de Abril Zamora como profesora de interpretación, que es sin duda el gran descubrimiento para muchos de esta edición. Sus clases son hipnóticas, ella transmite un buen rollo maravilloso. Es magnífica.

Por supuesto, una de las claves de OT es el casting y este año hay calidad. Son chavales muy jóvenes y muy preparados. Al programa le sienta muy bien además que no haya alguien que destaque sobremanera, porque el desenlace está aún más abierto. Cada cual tiene sus favoritos. En lo estrictamente musical, es evidente por qué todos los que están ahí han pasado el casting. Es bonito ver cómo trabajan y mejoran, cómo se forman, porque ése fue siempre otro de los valores distintivos de OT. En otros realitys la gente pasa el rato, aquí trabajan, se estudian las letras, se curran las coreografías, se preparan para dedicarse profesionalmente a la música. También se divierten, claro, que tienen veintipocos años si llegan, pero la esencia del programa es su preparación. Además, el programa muestra lo mejor de la generación joven, esa tantas veces despreciada y a la que no se suele dar voz en televisión. Vemos aquí a un grupo de chavales divertidos, ambiciosos, de buen rollo y trabajadores, que conectan con la gente más joven y también permiten a los que ya no lo somos tanto celebrar esa frescura y ese talento juvenil, esa fuerza de quien lo tiene todo por delante y buscan superarse cada semana.

En fin, como canta Funambulista, espero no haber sido como un idiota que se pone a maquillar de seriedad lo que le importa. OT es un programa de televisión que me gusta mucho desde hace 23 años. Me entretiene, se convierte en un lugar feliz, me permite descubrir nuevas canciones y nuevos talentos… Lo paso bien, me gusta mucho. Y ya está, eso es todo, que no es poco. Pero además creo que es realmente un caso único que un programa se pueda reinventar así durante más de dos décadas, con cuatro etapas distintas, siempre manteniendo su esencia pero siempre cambiando lo justo para conectar con el público como nunca. Esta semana además he estado de vacaciones, por lo que he tenido más tiempo para seguirlo, y además van y le dan un tema en francés a uno de mis concursantes preferidos. Sólo me faltaba eso, claro. Ya estoy dentro, dentrísimo. Como en 2001, como en 2017. OT y su cuarta juventud, ahí seguimos. Y que queden muchos años más, muchas nuevas juventudes más por vivir. 

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