Fin de Feria


Hoy en la Feria del Libro de Madrid había un ambiente de último día de campamento. Tres semanas después, hoy echa el cierre la gran fiesta literaria de la capital, uno de los eventos más importantes del año. Como en el último día de un campamento, libreros, empleados de editoriales y demás profesionales del sector hacían balance y reflejaban en su rostro el cansancio acumulado de estos últimos días y también la ilusión y la pasión, el recuerdo de tantas experiencias en la efímera ciudad libresca del Retiro

Todo es muy intenso en la Feria, como lo es en los campamentos, quizá por la certeza de que esa convivencia tiene fecha de caducidad. Es por eso, por esa concentración de emociones en torno a los libros, que un paseo por el Retiro estos días llena de ilusión. Por la afluencia de público, masiva un año más. Porque muchas de esas personas van con bolsas, es decir, han comprado, no se están sólo paseando. Por las conversaciones con escritores, librerías y editoriales que propicia. Por la enorme variedad de las caseras, con publicaciones para todos los gustos. Por la esperanza que transmite ver a tantos niños y niñas buscando sus lecturas. Por las estampas que ofrece cada año la Feria. 

Hoy, último día de Feria, la conversación central era inevitable: qué tal ha ido este año, cómo se han dado las ventas, qué sensaciones dejan estas tres semanas de encuentro con los lectores. La mayoría parecen contentos. Cansados también, pero contentos. Varios comparten la incredulidad y el agradecimiento por la forma estoica con la que muchos lectores han soportado estos días la lluvia inclemente. A la espera de conocer los datos finales, parece que por lo general ha ido bien. Ha habido ventas de libros, que de eso se trata, pero también conversaciones sobre lecturas, miradas cómplices, encuentros ilusiones, descubrimientos felices, nuevas historias que empiezan a escribirse

La organización de la Feria del Libro, con Eva Orúe a la cabeza, puede estar más que satisfecha. Ha sido un acierto el guiño a la ciencia, con el que la Feria contribuye a reparar un malentendido largamente extendido, el de separar ciencia y cultura, el de verlos como mundos diferentes. En cuestiones más prácticas de logística, también han acertado al poner toldos en la zona de sol, aunque este año han servido más para contener la lluvia. Hoy sí, hoy el sol pegaba de lo lindo y los toldos han venido muy bien. 

Antes del comienzo de la Feria hubo polémica y crítica de pequeñas editoriales sobre los criterios exigidos para tener caseta. Sin conocer del todo los detalles, siempre sigo con mucho interés estos debates, porque creo que se debe ayudar más a las pequeñas editoriales, sin ninguna duda, pero también comprendo bien lo difícil que le debe de resultar a la organización contentar a todo el mundo. Es buscar la cuadratura del círculo. Hoy, en algunas de las conversaciones con librerías y pequeñas editoriales, había quien cuestionaba el modelo. Por ejemplo, el hecho de que todos, grandes o pequeños, paguen lo mismo por estar en una caseta. O la exigencia que supone para pequeñas librerías estar a la vez tres semanas en la Feria y mantener abierta su librería. 

En fin, creo que es fundamental escuchar y dar voz y espacio a los grupos pequeños porque son los que menos oportunidades tienen y las que más nos gusta encontrar y descubrir en la Feria. La Feria tiene que ser, y creo que no puede ser de otra forma y que así es en realidad, un poco una cosa y la contraria. Debe ser la Feria de las pequeñas editoriales, pero también de las grandes, la de los autores de relumbrón y de los más libertarios, la de todos los géneros y tipos de lectores. Puede serlo, no tiene por qué elegir. La Feria del Libro Madrid es una poco todo, un batiburrillo que funciona a la perfección, un caos organizado, un compendio diverso y plural de voces y actores del sector editorial. La Feria del Libro de Madrid se parece a Madrid, es el mejor Madrid. Un año más ha sido fabuloso pasear por las casetas, comprar más de lo debido y menos de lo deseado, escuchar programas de radio en directo, escuchar conversaciones aquí y allí, hablar de libros y, en fin, ser feliz rodeado de libros y de lectores en el Retiro.  

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