Los tres mosqueteros: D'Artagnan

 

¿Necesitábamos una nueva versión de Los tres mosqueteros y no lo sabíamos? Sí, la necesitábamos. Así lo atestigua el millón de espectadores que tuvo la última versión del clásico dirigida por Martin Bourboulon en su primera semana en cartel en Francia. Por no escudarme en los arrolladores datos de taquilla, diré que he disfrutado mucho con la película, una excelente revitalización del género de capa y espada, del cine de aventuras de toda la vida con un ritmo trepidante que hace que sus 121 minutos de metraje se pasen volando. 


Los tres mosqueteros: D'Artagnan es la primera parte de este ambicioso proyecto con el que el cine francés saca pecho y demuestra que lo de las superproducciones no es coto privado de Hollywood. En unos meses se estrenará la segunda parte. En la película se nota cada céntimo de los 72 millones de euros de presupuesto. Las escenas de acción y la ambientación de la época en el filme (rodado en escenarios reales como el Louvre) son portentosas. Visualmente, ya digo, es una película impecable. 

No es una película perfecta, desde luego. Pienso que pone más empeño en la forma que en el fondo, pero es que la forma es embriagadora. Para mi gusto hay un exceso de música, música épica por todas partes subrayando el sentido casi de cada escena. También creo que los personajes se retratan de un modo algo superficial, sin excesiva profundidad, y que la trama avanza de un modo algo acelerado, atropellado incluso por momentos, ya que se antepone el ritmo a la hondura de la historia y las motivaciones de los personajes. Pero, ya digo, es cine de aventuras clásico con una presentación moderna. Lo de siempre pero más espectacular, rodado con un gusto exquisito. Cine de aventuras sin complejos. 

El propio director de la película ha declarado que cuando recuerda cómo le hacía sentir la novela de niño siente la magnitud de la historia que tenía en las manos. La ha cuidado bien, con mucha fidelidad a la historia original, aunque con alguna licencia. Efectivamente, es una historia que no se agota nunca, que todos recordamos haber visto en alguna de sus mil adaptaciones a cine o televisión y haber leído después. Nos sabemos la trama de memoria, pero nos sigue fascinando ese "uno para todos, todos para uno". Basta leer los rótulos con los que comienza la película y se explica el momento histórico en el que transcurre la acción para estar dentro del filme y disponerse a disfrutar las dos horas siguientes. 

El reparto de la película funciona  a la perfección, desde un más que convincente François Civil como D'Artagnan hasta un sorprendente Louis Garrel dando vida al rey Luis XIII, pasando por la siempre excelente Eva Green como Milady, y los notables Vincent Cassel como Athos, Romain Duris como Aramis, Pio Marmaî como Porthos, Vicky Krieps como Ana de Austria y Lyna Khoudri como Constance. 

El filme, ya digo, es muy fiel a la historia original, que no destaca por su diversidad ni por la representación de la mujer, claro, algo que no debería extrañar demasiado en una historia ambientada en el siglo XVII y publicada por Alejandro Dumas en 1844, pero que tampoco debe impedirnos disfrutar de esta historia clásica que tantos buenos ratos que nos ha hecho pasar y cuya enésima versión cinematográfica cumple con nota. Me encanta el cine francés que parece teatro, de diálogos y personajes, de ritmo pausado, pero creo que es una fantástica noticia que también sea capaz de firmar superproducciones tan intachables como ésta, demostrando así que también sabe jugar en esta otra liga

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