Los herederos de la tierra

 

Las mismas razones por las que las buenas novelas históricas atraen a tantos lectores explican que cada vez se recurra más a los best sellers para llevar sus historias a la pantalla. Últimamente, sobre todo, a la televisión en formato de serie. Son obras que ofrecen aventuras, constantes giros de guión, recreación de momentos históricos lejanos sobre los que siempre interesa leer, grandes historias de amor, lealtades y traiciones. Además, que una serie llegue precedida por el éxito de la novela que adapta siempre es una garantía para que las productoras se animen a ponerla en marcha. Es el caso de Los herederos de la tierra, basada en la novela de Ildefondo Falcones, que es continuación a su vez de La catedral del mar, convertida igualmente en serie hace unos años. 


Los herederos de la tierra, que se puede ver en Netflix, continúa la historia de la obra anterior, aunque es en gran medida una historia independiente, por lo que se puede ver de forma independiente. Es más, aunque yo sí he leído La catedral del mar no he visto aún su serie, y no es un problema para seguir la historia, aunque al comienzo sí hay alguna referencia a la historia original. Esta vez el gran protagonista de la historia es Hugo Llor (David Solans de joven y Yon González de mayor), a quien acoge bajo su protección, ya anciano, Arnau Estanyol, el protagonista de La catedral del mar. 

La relación de Hugo con Bernat, el hijo de su protector, a quien da vida Rodolfo Sancho en su edad adulta, es el gran hilo conductor de la historia. A lo largo de ocho capítulos seguiremos las desventuras y peripecias de Hugo, de familia humilde, al que la vida no trata nada bien, pero que se repone de cada contrariedad y desgracia. A través de su historia nos acercamos a la sociedad de la Barcelona de 1387 en adelante, en la que las enormes desigualdades entre las distintas clases sociales y el fanatismo religioso marcan la vida de los habitantes. 

Con frecuencia este tipo de historias cae en los arquetipos, en que los personajes sean demasiado planos. Los malos, por ejemplo, son malos, malísimos de solemnidad, despiadados, crueles, malvados con todos los que le rodean. Son malos un poco de cuento, de libro de aventuras. Ya pasaba en La catedral del mar y sucede también aquí. Es lo único que en algún momento de la serie me chirría un poco. Pero todo lo demás compensa con creces: las buenas interpretaciones de su elenco (entre otros, aparte de los ya mencionados,  Elena Rivera, Michelle Jenner, Pere Arquillué, Maria Rodríguez Soto, Bruna Cusí, Anna Moliner, Marta Belaustegui, Nancho Novo, Aria Bedmar, Pedro Casablanc, Jesús Carroza o Natalia Sánchez), la gran recreación de aquel periodo histórico tanto de escenarios como de vestuario, los dilemas éticos que se plantean, la poderosa relación entre Hugo y Bernat, la forma en la que la infancia y lo vivido muchos años atrás condiciona nuestra vida... Eso y el entretenimiento que los constantes giros de guión propician. Y Barcelona, claro, siempre Barcelona es un plus. Los herederos de la tierra es, en fin, irresistible para quienes disfrutamos como niños de las series históricas y su calidad está fuera de toda duda. Ahora, aunque sea una historia previa, me pondré con la serie de La catedral del mar. 

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