Sunset Park

 

La mayoría de las opiniones de lectores sobre Sunset Park (Anagrama) que he consultado tras terminar el librocoinciden, casi con unanimidad, en señalar que el personaje principal de la novela de Paul Auster es muy sugerente, pero que la obra pierde mucho interés  cuando el autor la abre a los personajes secundarios que rodean al protagonista. Yo pienso exactamente lo contrario. Me costó algo entrar en la novela, pero me conquistó por completo cuando, más allá de la historia de Miles Heller, se da voz a sus amigos y familiares, de los que conocemos sus anhelos, temores, manías, amores y querencias. Ese caleidoscopio, esa cierta colmena neoyorquina que construye Auster, es lo que de verdad me ha asombrado de este libro.


La historia de Miles, en efecto, es potente e impactante. Un joven de 28 años que con veinte abandonó su casa, rompió todo contacto con sus padres, se fue de Nueva York, su ciudad, y buscó una nueva vida. Dolido por la culpa tras un accidente en el que murió su hermano, de alguna forma, se castiga a sí mismo con esa huida, se niega a ser feliz, a seguir la vida de antes. Un día, Miles conoce a Pilar Sánchez, una joven cubana con la que conecta de inmediato. De hecho, el momento en el que se conocen ya anticipa ese vínculo y esa conexión especial entre ambos, ya que los dos están leyendo el mismo libro, El gran Gatsby, en un parque. 

Pilar es menor de edad, lo que obliga a Miles a regresar a Nueva York temporalmente, por temor a ser denunciado. Hasta que su novia sea mayor de edad, hasta un papel diga que ya se pueden amar y compartir su vida sin que nadie los juzgue, debe alejarse de ella, es decir, huir otra vez, sólo que en este caso la escapada le lleva de vuelta al lugar del que se marchó siete años atrás. El protagonista vivirá en una casa ocupada por un amigo suyo, Bing, que es un personaje clave en la trama, junto a Alice y Ellen, otros dos personajes llenos de aristas y alicientes. 

Es a partir de ese momento en el que el joven protagonista empieza esa nueva vida en Nueva York, aunque temporal, con fecha de caducidad, sólo un retiro momentáneo antes de poder vivir ya en libertad con su pareja, cuando la novela empieza a crecer. Conocíamos la historia de la fuga de su casa por los recuerdos de Miles, pero entonces pasamos a saber cómo viven esa ausencia sus padres, la forma en la que han seguido informados de la vida de su hijo todo este tiempo, gracias a lo que les contaba Bing. De paso, mientras se narran las historias de los distintos personajes, en pequeñas y precisas pinceladas, la obra retrata también un tiempo, el de la crisis financiera de 2008. 

La literatura y el poder de la ficción juegan un rol decisivo en esta novela. El padre del protagonista es el dueño de una gran editorial, mientras que su madre es una actriz reconocida. Además, Ellen trabaja en una serie de dibujos eróticos y Alice prepara una tesis sobre una película que se menciona de forma recurrente en el libro, una obra con el mismo tono nostálgico y melancólico que, por momentos, exhibe la propia novela. Con un estilo  deslumbrante, una prosa precisa, sin alharacas ni excesos, extraordinariamente efectiva, la trama avanza, ofreciendo a la vez ese compendio de las pequeñas historias de cada personaje y, a través de ellas, construyendo un retablo de Nueva York, esa ciudad invivible de la que los personajes no quieren salir bajo ningún concepto, y de nuestro tiempo, el de la precariedad y la crisis permanente, el de la falta de oportunidades y el de una sociedad que cuida poco la cultura, aunque ella nos resulte tan imprescindible y necesaria como respirar. 

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