La casa de papel 4

Puede que La casa de papel sea el mejor ejemplo en muchos años de lo innecesario que es alargar una serie cuando su historia no da para más, aunque puede también que quienes la seguimos viendo pese a todo desmintamos esa afirmación. Si las dos primeras temporadas de la serie tenían errores y serios problemas de verosimilitud, pero también indudables aciertos, las dos siguientes son mucho más indefendibles desde cualquier punto de vista, más allá del lógico interés comercial de Netflix y los creadores de la serie por seguir estirando su éxito internacional. 



Terminado el atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, que ocupa las dos primeras temporadas de la serie, su historia original, el pretexto para volver es la detención de Río, lo que llevará a la banda a volver a unirse para intentar liberarlo. ¿Cómo? Reproduciendo la historia de un gran atraco, esta vez, al oro del Banco de España. La casa de papel se convierte por momentos en la tercera y la cuarta temporada en una caricatura de sí misma, repitiéndose sin reparo alguno, y convirtiéndose en ocasiones en una sucesión de videoclips, con diálogos que a veces parecen sacados de frases de estados de WhatsApp o Instagram. 

En las dos primeras temporadas había alguna parte poco creíble, pero en la tercera y la cuarta ocurre más bien al contrario: hay alguna parte, pocas, creíble, en medio de un océano de inverosimilitudes. Sacrificada definitivamente la verosimilitud en el altar del espectáculo, la serie se entrega por completo al efectismo. Se disfruta en algún momento de la tercera temporada, es cierto, y, dentro de que está claro que no había ninguna necesidad de alargar la serie, es meritorio el modo de plantear otro atraco de proporciones gigantescas. Ya puestos a dar a los espectadores lo que están buscando, lo que les atrapó de las dos tandas anteriores de episodios, lo hacen a lo grande. 

Y también sigue habiendo buena música, que es marca de la casa de la serie, y quizá más humor. Fruto del cariño que se le ha tomado a los personajes, seguimos viéndola. Porque, claro, si tan terrible nos parece, ¿por qué seguimos viéndola? Es una buena pregunta, posiblemente sin respuesta clara. Quizá, asumido que la verosimilitud se ha perdido por completo y que la serie ya nunca volverá a ser lo que fue, en el fondo queremos saber qué le suceden a los personajes y, de paso, disfrutar de algún destello de lo que hizo interesante y, por momentos, adictiva a esta serie. Tras una cuarta temporada de transición, se deja la puerta abierta a seguir alargando el atraco hasta el infinito y más allá. ¿Tendrá algún sentido la resolución de la historia? Muy posiblemente, no. Pero la seguiremos viendo. Y, después de todo, haciéndolo le damos la razón a quienes han decidido alargar la serie más y más. 

Comentarios