"San Sebastián", de Fernando Savater

Cuenta Fernando Savater que de todos los libros que ha escrito guarda especial cariño a San Sebastián, que escribió en los 80 y que ahora reedita Confluencias. El filósofo afirma que siempre ha preferido escribir para celebrar lo que ama que para denostar lo que aborrece. Y eso se nota en esta obra, que es más una declaración de amor que una guía de viajes, más el recuerdo personalísimo de una ciudad amada que un ensayo o un reportaje. Hay pasión en las páginas de esta obra y eso se nota. Algunos géneros literarios exigen más distancia del autor, pero por lo general, aquello que está escrito con amor reluce con especial claridad, llega al lector de un modo distinto. Hay más verdad en esos textos, más intensidad. Y eso se puede decir sin duda de este encantador librito.

Savater repasa, por orden alfabético, los monumentos, costumbres, rincones y alicientes de su ciudad amada. El filósofo comparte su pasión por Donosti con un estilo maravilloso, tanto que resulta imposible discrepar en nada con él. Si además el lector también adora San Sebastián y también ha vivido momentos inolvidables en esa joya (y piensa seguir viviéndolos), es inevitable rendirse a los encantos de esta obra. Poco importa que dé testimonio de una Donosti que ya no existe (la mayoría de los locales que se mencionan están cerrados) o que quizá incluso nunca existió (porque todos tenemos una visión muy personal e intransferible de las ciudades que amamos). Es una carta de amor a San Sebastián, siempre merecida, nunca excesiva. 

Savater regala reflexiones exquisitas sobre su ciudad, que enamoran mucho más que el repaso pormenorizado por sus distintos rincones y por los lugares preferidos de Donosti (no falta ninguno, de la playa de la Concha al monte Igeldo). Por ejemplo, este maravilloso pasaje: “¿Cómo existen las ciudades que amamos? ¿Qué lugar ocupan? ¿Son reales como la vigilia o reales como los sueños? ¿Las inventamos al amarlas o nos sobrevienen como un destino atroz y exacto? Los demás, los que no las aman o no las conocen, ¿viven en la misma ciudad que nosotros? ¿Podemos mostrarles sin miedo a equívoco lo que nos estremece o nos arroba?

El autor rememora un pasado que ya no existe y se pregunta si "no es acaso toda nostalgia una forma melancólica de optimismo". Por eso, presenta estas páginas como "un conjunto de atisbos de la ciudad eterna y fantástica que vive desde mi niñez y ya para siempre no tanto en mi memoria como en mi imaginación". No puede ser más preciso Savater, porque eso exactamente podemos decir de todas las ciudades que amamos. Son distintas en nuestra imaginación, por eso nos resulta inconcebible que haya personas que no sientan lo mismo, que no se abrumen ante tan incuestionable y arrolladora belleza.  "San Sebastián, lo afirmo con tan pocas pruebas como dudas, pertenece al grupo restringido y enigmático de urbes hechiceras", escribe. 

Hasta el clima de Donosti le gusta a Savater, quien cita a G.K. Chesterton, que afirmó: "voy a defender el clima inglés hasta que muera, incluso aunque muera a causa del clima inglés”.El filósofo escribe con detalle y devoción de la gastronomía de Donosti, otra dimensión, otro nivel. Y comparte un elogio de los hoteles que, de nuevo, pone en palabras lo que muchos pensamos de nuestra ciudad (Madrid, en mi caso), cómo sería eso de hospedarnos en ella como un visitante: "Si alguna vez en la vida me hubiera gustado no ser donostiarra ha sido en las ocasiones en que me he imaginado llegando cono forastero y albergándome en el María Cristina, frente a los turbios y nostálgicos puentes del Urumea, o desayunando en una cama del Londres con el balcón de mi habitación abierto de par en par al milagro permanente de La Concha”. Este libro es, en fin, una obra imprescinsible para todo amante de Donosti y también para todo aquel que aún no sepa que lo es. O sea, es un libro para todo el mundo.

Comentarios