Postales de Perú (IV): Cuzco


Llegamos a Cuzco cuando ya ha anochecido. Excelente primera impresión de su plaza de armas, que lucirá hermosa con la luz del día, pero deslumbra y fascina de noche, con las luces de las casas construidas en las montañas que rodean la ciudad ejerciendo como un impactante decorado de fondo, como un segundo cielo estrellado. Una plaza que recuerda a la de tantas ciudades españolas. Es la primera de las muchas imágenes hermosas que nos regalará esta ciudad, la más espectacular de las que visitaremos en Perú. Una plaza con soportales, calles empedradas en el centro, edificios con patios interiores, parques y jardines, monumentos impactantes y mucha, mucha historia.


La plaza de armas, antes plaza de Hauk’aypata, fue el punto común de los cuatro caminos principales del inca, el centro del mundo. De hecho, el nombre de la ciudad en quechua significa exactamente eso, ombligo, centro. Es muy amplia, con soportales como los de tantas plazas en España, y con la imponente catedral y la Iglesia de los jesuitas como los dos principales monumentos, sin olvidar la escultura al primer rey inca que vigila desde el centro de la plaza, el centro del centro, del ombligo del mundo inca, la actividad de la ciudad. 

La visita a la catedral es una de las que más disfruto del viaje, gracias a las explicaciones del guía sobre la relación entre incas y españoles y, especialmente, sobre cómo la Iglesia católica integró, o permitió integrar, algunos aspectos de la religión que profesaban en Perú antes de la conquista. No es que resultara muy difícil para la Iglesia imponer una nueva religión, es que en realidad no lo hizo como tal, sino que se sirvió de distintos símbolos de la religión andina y los hizo propios, o los entremezcló con los de la religión católica, para poder atraer a los habitantes de esas tierras, que veneraban al sol en tiempos de los incas y a la naturaleza desde mucho antes. 

Visitamos la magnífica capilla de la Sagrada Familia, el lugar más preciado de Cuzco para celebrar bodas. En la catedral se situaron espejos, para llamar la atención de los habitantes, que nunca antes los habían visto, igual que los incas no habían visto caballos antes de la llegada de los españoles, lo que les causó una sensación profunda, como si hoy alguien viniera a conquistarnos con dragones. 

En la catedral de Cuzco hay varias muestras de ese sincretismo tan particular de los templos católicos en Perú. Por ejemplo, un cuadro de una sagrada familia con la virgen embaraza, aunque sólo tuvo un hijo, según la Biblia,  porque la imagen de una mujer encinta es la mayor representación de la fertilidad, que veneraba la religión inca. También encontramos ofrendas de juguetes a una escultura del niño Jesús, porque en las religiones prehispánicas eran habituales las ofrendas a cambio de la que se pedía algo a los dioses. La virgen María tiene una posición privilegiada en la catedral, superior a la de Cristo, porque se asocia a la madre de dios con la Pachamama, la madre naturaleza. En la figura de San Antonio de Padua, patrón de los solteros, aún hoy se intercambias notas con nombres y números de teléfono. "El Tinder local", nos dice el guía. Hay una piedra a la que aún se dejan ofrendas, como hojas de coca, mientras que en la capilla de la victoria, donde está la primera cruz católica que entró en Perú y donde se venera a la virgen que, según la leyenda, ayudó a los invasores ante los incas, no hay flores y se utiliza prácticamente de almacén, porque nadie la venera allá. 

En la catedral observamos también un cuadro de la última cena en la que Judas aparece con la piel oscura, por mandato de los españoles, que así lo imponían. Pero, como nada decían del rostro de quien traicionó a Cristo, el artista que realizó el cuadro le puso la cara de Pizarro, no tanto por la conquista, sino por incumplir las promesas que hizo a los pueblos que estaban enfrentados a los incas. Cerca de la Plaza de Armas encontramos la Plaza de San Francisco, con el colegio nacional de ciencias y el templo de San Francisco de Asís. Al fondo, el arco de Santa Clara, que da a la iglesia homónima, y después la plazoleta de San Pedro, con su mercado pleno de colores y olores diferentes, repletos de vida. 

A la tarde visitamos el templo Qorikancha, sobre el que se construyó el convento de Santo Domingo. Las estructuras del templo construidas por los españoles han tenido que ser reconstruidas por los sucesivos terremotos sufridos por la ciudad, pero los muros levantados por los incas siguen en pie. Sus muros inclinados, sus nichos, ventanas huecas para bajar el centro de equilibrio de las paredes, y su construcción por piezas, como legos, permiten esta hazaña. Espectacular, como tantos saberes de los incas que iremos conociendo en lo que queda de viaje, una cultura extraordinariamente avanzada. En el actual convento de Santo Domingo se puede visitar también una exposición de obras de la escuela de arte cuzqueña, que comenzaron tres discípulos de Leonardo Da Vinci, en las que, por ejemplo, los soldados romanos que conducen a Cristo al Calvario visten como los conquistadores españoles, o en los que en vez de camellos en las tropas árabes contra las que lucharon los españoles en las batallas de la Reconquista encontramos llamas. Allí también había un reloj solar, que taparon los españoles. 

Seguimos la visita por Saqsaywaman, que en quechua significa "cabeza llena", lo que quiere decir que era un lugar de estudio. Allí observamos técnicas antisísmicas de los incas, que según el guía que nos acompaña "no fueron dueños de nada, salvo de la capacidad de adueñarse de los estilos de otros", porque supieron fagocitar los avances de los pueblos que ellos conquistaron y dominaron antes de la llegada de los españoles. Impactan esas grandes construcciones con piedras, igual que Q'Enco, que significa laberinto, donde visitamos el lugar donde se momificaban a los muertos, en posición fetal, para facilitar su paso hacia otro mundo. En esta visita vemos varios de los 327 puntos sagrados muy alejados entre sí que los incas supieron alinear con maestría gracias a la observación de las estrellas, igual que tenemos noticias de su sofisticado sistema de envío de información por  postar. 

En Puka Pukara, punto de control, oficina de migraciones, observamos los alrededores de Cuzco y nuevos restos arqueológicos de los incas, una de las pocas civilizaciones antiguas que manejaban el sistema binario, es decir, que conocían el cero. El último día en Cuzco aún nos queda tiempo para visitar otros puntos de la ciudad, como su iglesia de San Cristóbal, desde las que hay unas vistas excepcionales de Cuzco. Justo estos días se celebra la Feria del Libro de Cuzco, así que damos una vuelta por los puestos de la plaza de armas, especialmente concurridos los de libros de segunda mano, broche de oro perfecto a la visita de esta imponente ciudad, la más asombrosa y bella de Perú. 

Mañana: Machu Picchu. 

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