Salvar vidas no es delito

Por obvia que resulte la frase del título, vivimos en un mundo en el que la Justicia debe deliberar de cuando en cuando si salvar vidas es delito o no. Tan desquiciados son estos tiempos. Tan injustos. Tan inhumanos. La ONG Proactiva Open Arms se enfrenta a una pesadilla judicial en Italia, sólo por salvar a personas de morir ahogadas en el mar, de fallecer de indiferencia. El mes pasado, un juez italiano decidió liberar el barco de esta asociación, que aquel día salvó a 218 personas, qué atrocidad, cómo se les ocurre, pero siguen enfrentándose a la acción de la justicia italiana. Su horizonte judicial no se ha despejado aún, como afortunadamente sí ocurrió ayer con tres bomberos sevillanos y dos colaboradores de la ONG Proem-AID, que también estaban imputados, esta vez en Grecia, por intentar salvar vidas de seres humanos. 


Es surrealista y muy revelador del mundo en el que vivimos que los políticos insensibles con el drama de los refugiados se mantengan en sus puestos, es más, que sólo se penalice en algunos casos (como el de Merkel en Alemania) tener un fugaz compromiso humanitario. Mientras, las personas que dedican sus vacaciones, como estos bomberos sevillanos (Manuel Blanco, José Enrique Gutiérrez y Julio Latorre), a salvar vidas, son acusadas de tráfico de personas, nada menos. Se les acusaba de no haber comunicado a las autoridades griegas de Lesbos sus labores humanitarias, algo que según ellos sí hicieron. Afortunadamente, la Justicia les ha dado la razón y han podido zanjar esta pesadilla que empezó en 2016, y que por surrealista que parezca, les podría haber acarreado penas de 10 años de cárcel. 

Los héroes de Proem-AID están en libertad, pero se sigue criminalizando la labor del rescate humanitario a los refugiados. Parece que los acuerdos indecentes con Turquía para externalizar la atención a los seres humanos que huyen de la guerra o la violación de los compromisos de acogida de refugiados de la mayoría de los países europeos, incluido España, son perfectamente aceptables, pero no lo es que haya personas que se echen al mar para evitar que el Mediterráneo siga siendo una gigantesca tumba de sueños y vidas. La Historia nos juzgará severamente, o eso quiero pensar, por la inacción ante el drama de los refugiados. Fueron portada un verano, por aquello de la novedad y de la falta de noticia del periodo estival, pero pronto nos olvidamos todos. Bueno, todos no. Se olvidaron los responsables políticos, que se desentendieron por completo de la mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial, y nos olvidamos la mayoría de los ciudadanos, decididos a seguir con nuestros dramas del primer mundo, como que se nos agota la batería del móvil. 

Pero hubo personas que no se olvidaron, que no se conformaron con esa indiferencia criminal, corresponsable de tantas muertes, de tanto sufrimiento de personas que sólo buscan una vida mejor en Europa. Y esas personas, las únicas que dieron un paso adelante, son las que se están enfrentando a procesos judiciales que les acusan de delitos que no han cometido, pero que se enfrentan más bien a la incomodidad de la mayoría de la sociedad que no ha hecho absolutamente nada por los refugiados. No es tanto que en estos procesos se haga una interpretación inaceptable y alucinógena de las leyes, es que parece que se quiere lanzar un mensaje claro a las pocas personas que sí han hecho algo en este drama: que lo dejen, que abandonen sus labores humanitarias, que nos hacen sentir mal al resto, que su compromiso cívico choca con la indiferencia generalizada

Afortunadamente, no lo dejan. A pesar del olvido en el que ha caído el drama que ellos combaten y a pesar de que saben que pueden volver a enfrentarse a procesos judiciales en los que se deliberará si es delito o no salvar vidas. Ellos vuelven, siempre vuelven. Regresan al Mediterráneo para salvar vidas. Lo han hecho ya los miembros de Proactiva Open Arms y lo volverán a hacer estos tres bomberos sevillanos, que declararon ayer que la misma urgencia humanitaria que les llevó a Lesbos hace un par de años sigue existiendo, así que deben combatirla. Son admirables y nos dan un ejemplo impagable y necesario en estos tiempos tan desquiciados e injustos. 

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