El odio viaja en autobús

Lo primero que chirría de la última campaña de odio de la organización fanática Hazte Oír es que hayan elegido un autobús para propagar su mensaje intolerante y no un coche de caballos o algún carruaje antiguo, más propio de la época de su pensamiento. Un autobús, nada menos, se antoja un medio de transporte (de ideas de odio al diferente) demasiado moderno para ellos. ¡Qué va a ser lo próximo! También llama la atención que este grupúsculo ultracatólico, ultramontano y mojigato hasta el extremo haya incluido la palabra pene (¡santo cielo, ahí pone pone, ahí pone pene, qué espanto!) en su bus. También choca que incluyan una página web, porque uno pensaba que las redes wifi no llegaban a las cavernas, pero se ve que la modernidad avanza mucho más rápido que el pensamiento de algunas personas. 



Obviamente, este autobús contra los transexuales, que difunde el odio al diferente, ha sido inmovilizado por el Ayuntamiento de Madrid. No sólo porque incita al odio sino también porque incumple las ordenanzas municipales de movilidad y publicidad. En resumen, es ilegal. Afortunadamente, la reacción de la mayoría de la clase política al bus del odio ha sido contundente. No sólo Ahora Madrid y el PSOE han pedido actuar inmediatamente contra este difusor de prejuicios e intolerancia sobre ruedas, también Cristina Cifuentes, a quienes los fanáticos de Hazte Oír honran con su odio, ha tomado las medidas oportunas para detener este disparate. 

Hay quien sostiene que lo mejor que se puede hacer con este grupo radical es no darle bola, no darle la publicidad que buscan con estas campañas, no permitirles presentarse como mártires. Pero creo que se equivocan. En cuestión de derechos, o se avanza, o se retrocede. Y es muy peligroso conceder espacios públicos a discursos del odio que incumplen las leyes, porque en España (que no es Rusia) son delito los mensajes que incitan al odio a las personas. No se trata de prohibir nada, sólo de cumplir las leyes. La semana pasada conocíamos que Donald Trump revocó una norma aprobaba por la Administración Obama que permitía a los alumnos transexuales elegir baño. Es una prueba más de la repulsiva intolerancia del patán al que los estadounidenses han puesto en la Casa Blanca, pero también de cómo los avances en derechos son reversibles si no se lucha por mantenerlos. Por eso es tan peligrosos tolerar ilegalidades manifiestas como el discurso del odio de Hazte Oír. 

Ahora que hablamos de Estados Unidos y Trump, allí se utilizan con frecuencia los términos de derecha alternativa (un eufemismo de la extrema derecha de toda la vida) y de posverdad (lo que viene siendo mentir de forma abierta). Parece que el grupúsculo fanático de Hazte Oír ha tomado buena nota de esas estrategias de los propagandistas de Trump, porque ellos también se sitúan a la derecha de la derecha de la derecha y porque no tienen ningún problema en mentir. Por ejemplo, ayer contaba Hazte Oír  en  su cuenta de Twitter (¡tienen Twitter, esa herramienta infernal del siglo XXI llena de rojos y depravados!) que Cristina Cifuentes se había gastado 30.000 euros en decorar con los colores de la bandera arcoíris la estación de Metro de Chueca. La decoración, por cierto, es preciosa. Resulta que es mentira. La Comunidad no se gastó ni un euro en ella, fue una campaña de Netflix. No dejes que la realidad te estropee una buena manipulación que alimente un poco más a los fanáticos de tu calaña. 

Al grupo ultracatólico de Hazte Oír, que hace daño a mucha gente, empezando por los verdaderos católicos a los que su religión enseña a respetar al diferente y no a odiarlo, le entran sarpullidos por las nuevas leyes por la igualdad y contra la discriminación de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de distintas comunidades autónomas, como Madrid. Y para criticar esas leyes, que sencillamente enseñan que existen las diferencias y que no se debe odiar a una niña encerrada en un cuerpo de niño, sino ayudarla, no dudan en mentir abiertamente. Han editado un librito que se dedica a vomitar toda su homofobia. Y dicen cosas como esta: "nos resistimos a considerar digno de aprecio e imitación a un colectivo únicamente por su comportamiento sexual". Nadie les pide que aprecien a los homosexuales por su comportamiento sexual, sólo que respeten sus derechos como seres humanos, sea cual sea su comportamiento sexual, que no es de su incumbencia ni de la de nadie. Y respecto a la imitación, enseñar que existen distintas sexualidades no significa que se pretenda arrastrar a los cuartos oscuros a toda la sociedad. Es estúpido. Sólo se pide respeto y tolerancia. 

Dice Hazte Oír que, en el fondo, quieren (ellos, ese malvado ente abstracto que nos domina) "censurar su distribución para que no te enteres de lo que quieren hacer con tus hijos en los colegios: imponerles una única moral oficial, convertirlos en súbditos de una ideología que el poder ha asumido de una manera alarmante". Es decir, por arte de magia, las autoridades han decidido obligar a los niños a querer a los niños o, mejor aún, a que todos se sientan niñas. Este grupo fanático defiende que hay un lobby gay poderoso que se ha adueñado de las autoridades, como si fuera una invasión extraterrestre. Supongo que la discriminación y las agresiones a los homosexuales son en realidad montajes de ese poder gay que nos domina, para poder seguir perpetuando estas leyes que persiguen convertir a toda la humanidad a la homosexualidad. Maquiavélico. Dramático. Ridículo

No es la primera vez que Hazte Oír hace una campaña contra el paso del tiempo, contra el respeto a todas las personas sea cual sea su orientación sexual. Algunas han sido hilarantes, como cuando pidieron al grupo de comida Vips que retirara una campaña para San Valentín en la que incluía a una pareja gay porque con esta campaña se estaba, oh dios mío, "normalizando una imagen de la familia que no es natural". Vips respondió que "respetar a las personas valorando su diversidad es el primer principio de la misión corporativa del Grupo Vips". También fue divertido que Hazte Oír reaccionara a una campaña de la vuelta al cole de El Corte Inglés en la que aparecían dos padres afirmando, con aparente seriedad, que el grupo comercial buscaba arrebatar a los niños de España su derecho a tener una madre y un padre, como dios manda. Ya se sabe que, entre unos padres heterosexuales que no atiendan al niño y dos padres, dos madres, o un padre o una madre, que sí lo hagan la opción elegida por Hazte Oír será siempre la primera. 

El mensaje del odio de Hazte Oír no son simples exabruptos de personas del siglo pasado (o del anterior), son un peligro, porque a diario hay niños y niñas que sufren en las escuelas por el odio al diferente, ese que alimenta este grupúsculo fanático. Por eso, se deben combatir sus prejuicios y su intolerancia. Afortunadamente, el paso del tiempo es el mejor aliado contra los radicalismos rancios. Pero en cuestión de derechos y libertades nada se puede dar por ganado para siempre, nada es irreversible. Conviene no olvidarlo. 

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