Trump, desde España

Lo han vuelto a hacer. Los políticos españoles han aprovechado la inesperada victoria de Trump en las elecciones estadounidenses para abrir una de esas absurdas, infantiles y estúpidas discusiones de politiqueo barato. Sus favoritas. Básicamente, el debate, elevadísimo, consiste en buscar parecidos  al excéntrico multimillonario entre los adversarios políticos. Y a él se han entregado con furor muchos políticos españoles. No hay nada que les guste más que la política de bajos vuelos y la simplificación absoluta de la realidad (en eso se parecen todos bastante a Trump, por cierto). Donde esté una discusión sin pies ni cabeza, puramente emocional, sin argumentos sobre la mesa, que se quite cualquier asunto serio o cualquier reflexión mínimamente seria. No cambian nunca. 


Comenzó el juego Ciudadanos, que después de hacer campaña electoral en Venezuela por puro interés partidista ha descubierto ahora sin ningún género de dudas la causa del triunfo de Trump. No es el descontento de la clase media (de la baja nunca hablan) con el sistema. No es la creciente desigualdad económica. No es la antipatía de Clinton. No es ninguna de esas teorías de los expertos, que buscan explicar el porqué de este resultado inesperado. Qué va. Ciudadanos lo tiene claro. La razón por la que Trump ganó las elecciones es, atención, Podemos. Tal cual. Los representantes del partido naranja salieron en tromba a decir que Podemos tiene que estar feliz por el triunfo de Trump y que, básicamente, son lo mismo. Viva el fino análisis político, vivan los matices. 

Podemos respondió que de eso nada. Que, en todo caso, lo más próximo a Trump que hay en España es el PP, partido al que se ha abrazado sin aparente desagrado Ciudadanos y al que, junto al PSOE, ha permitido gobernar. No hay manera de que ningún político español reconozca lo que parece una obviedad, que no hay nadie ni siquiera parecido a Trump en la política española. Afortunadamente. Es evidente que Podemos apela al descontento ciudadano con el sistema, igual que hizo Trump. Pero, hasta donde uno sabe, el partido de Pablo Iglesias no ha prometido construir un muro, ni ha insultado a inmigrantes, personas con discapacidad y mujeres. Uno diría que no hay demasiados parecidos. E incluso uno quiere pensar que en España un discurso abiertamente racista como el del señor Trump no tendría éxito, pero entonces se les acabaría el pasatiempo y parece que se están divirtiendo con este debate absurdo. 

Sí es verdad que es Ciudadanos quien está a favor de retirar la asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles y que es el PP el partido de un gobierno que incumple flagrantemente sus compromisos de acogida de los refugiados. Pero, de nuevo, la simplificación y la hipérbole no son los mejores compañeros. Decir que el PP o Ciudadanos son lo mismo o algo similar a Trump no se sostiene. Sencillamente porque no es verdad. Pero, en lugar de felicitarnos todos por no tener un Trump en política, nos dedicamos a buscar similitudes entre nuestro rival y este tipo. Algo muy español. Es divertido cómo los que no soportan a Podemos han tardado dos segundos en compararlos con Trump, aunque Podemos llama abiertamente "fascista" al millonario y no parece difícil deducir por sus palabras que detestan a este ser. Mientras, los partidarios de Podemos replican esa actitud exagerada y sobreactuada comparando a Rivera y a Rajoy con el presidente electo estadounidense. 

Así nos va. En lo que nadie parece querer imitar a Estados Unidos es en su forma de entender el respeto institucional. Obama recibió ayer a Trump, quien le ha insultado repetidamente y ha puesto en duda que sea estadounidense. Pero, dijo Obama, "jugamos en el mismo equipo". Clinton pidió una oportunidad para Trump y le deseó suerte. En enero, Trump será el presidente del país y eso, partidarios y detractores, lo respetarán. Ese ejemplo, esa exquisita elegancia de Obama recibiendo a quien se dispone a exterminar su legado. es impensable en España. 

El remate a este disparatado e hilarante debate, de muy bajo nivel, generado en España sobre la victoria de Trump lo puso Susana Díaz, que gobierna Andalucía en el tiempo libre que le queda tras promover operaciones internas en el PSOE y tras analizar sesudamente la política internacional. Díaz dijo ayer que es una mala noticia la victoria de Trump en Estados Unidos y que va a exigir al nuevo presidente estadounidense que cumpla con los trabajadores españoles de las bases militares de Rota y Morón de la Frontera. Lo hará, atención, "con el mismo nivel de exigencia" que con su antecesor Obama. Uno imagina a Trump realmente preocupado por las exigencias de Susana Díaz, llamando a toda prisa al Palacio de San Telmo para tranquilizar a la presidenta andaluza y afianzar relaciones

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