Aguirre y los medios públicos

Como poseída por la fe del converso que invadió a san Pablo al caer del caballo, Esperanza Aguirre, la de Telemadrid, ha mutado en crítica feroz de los medios públicos. Es ella, líder del grupo municipal del PP en Madrid, quien ha encabezado el ataque a la radio municipal que ha lanzado el Ayuntamiento. "Radio Carmena, Radio Carmena", ha bautizado Aguirre la emisora apresuradamente, casi como diciendo, "sabré yo de esto de manejar dineros públicos para montar medios públicos a mi servicio". Vaya por delante que, probablemente, lanzar una emisora municipal no sea una prioridad para Madrid. Sin duda, de hecho, creo que no lo es. Y también es evidente que los comportamientos tan obscenos de tantos gobernantes como Aguirre en los medios públicos obligan a ponerse en guardia de inmediato ante cualquier proyecto similar. Pero quizá lo más irónico del debate surgido en torno a esta radio madrileña, lanzada por Tierno Galván en su momento, que también funcionó con Ávarez del Manzano y que quiso recuperar Alberto Ruiz Gallardón, es que Aguirre, ¡ella!, sea quien más la ataque. 


Está espantada la expresidenta de la Comunidad de Madrid, la que tenía una cámara de Telemadrid y un micrófono de Onda Madrid en cada acto, por propagandístico que fuera, mientras se ninguneaba a la oposición. Ella, que pagó generosamente a colaboradores afines con cargo a dinero público, que invadió la programación de la cadena pública de espacios políticos dedicados a ensalzar su acierto como gobernante. La que se mosqueó con unas preguntas que le parecieron inadecuadas de Germán Yanque en Telemadrid, lo que costó automáticamente el puesto al periodista. La que dio un recital absoluto de manipulación de un medio público, la que destrozó un canal que nació siendo un medio innovador y, desde luego, muy seguido por los madrileños. Es esa misma Esperanza Aguirre, sí, quien pone ahora el grito en el cielo por el lanzamiento de una radio municipal en Madrid. 

El presupuesto de M21 será de 1,3 millones de euros y destinará 634.335 euros a la contratación de colaboradores, que no tertulianos, pues la emisora, en principio, no tendrá información política y sí cultural. Defraudados quizá porque este verano Carmena no haya arrancado ninguna flor protegida ni haya alquilado una casa cara, en lugar de irse de camping, que es lo que al parecer le corresponde a alguien de izquierdas, los críticos de Carmena no no han necesitado esperar al lunes, que es cuando comienzan las emisiones de la radio, para criticar el proyecto y decir que será un "Aló, Carmena". Lo divertido es que esto lo diga Esperanza Aguirre. 

En la visión de Aguirre sobre los medios públicos se aprecia lo falso que es su supuesto credo liberal. Es liberal para todo, menos para lo que le conviene. Por ejemplo, como buena liberal, está en contra de gastar dinero público en montar una radio, pero la cosa cambia si es ella la que gobierna la Comunidad de Madrid y puede tener a su servicio una emisora de radio y una televisión autonómica. Entonces, el liberalismo se diluye y conviene tener medios públicos. Si son otros quienes lo lanzan, entonces sí, regresa esa idea de que el dinero público no se puede gastar en mamandurrias. 

Ha despertado también polémica la contratación de Jacobo Rivero, quien escribió el libro Podemos: Objetivo, asaltar los cielos, y que fue colaborador en la cadena venezolana Tele Sur. El hecho de que Celia Mayer, con su acreditada falta de ecuanimidad y su sectarismo palmario esté el frente de la delegación de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, no lo negaremos, tampoco contribuye a confiar en el proyecto. Porque Ahora Madrid no puede caer en los mismos errores que, con inmensa razón, echa en cara a otros partidos, como contratar a personas afines. En cualquier caso, creo que sí es importante que la programación esté centrada en la cultura y que se ponga como modelo a seguir la radio de Nueva York. Igual, sólo igual, conviene esperar a ver cómo nace el proyecto y, por supuesto, controlar sus contenidos en el Pleno del Ayuntamiento (los cuatro partidos, dice Ahora Madrid, apoyaron el proyecto). 

En todo caso, como casi siempre en cualquier debate público en España (no digamos ya en el Ayuntamiento de Madrid, recuerden la inmensa polémica por los trajes de los Reyes Magos en la cabalgata de la capital, sin duda el mayor drama de este país en enero), la polémica vacua y el politiqueo, por ambas partes, nos impiden entrar a fondo en la cuestión abordada. Y estaría bien mantener un debate sobre la necesidad o no de tener medios públicos. Sobre cuál es su utilidad. Sobre cómo se debe controlar. Sobre el presupuesto máximo. Sobre el acuerdo necesario entre todos los partidos. Sobre muchas cuestiones. Sin duda. Pero para qué debatir a fondo sobre ello si podemos hacer una caricatura del rival político y echar a correr. Lástima. Porque, aunque visto en lo que han convertido los medios públicos los gobernantes, sobre todo de PP y PSOE, que han metido sus manos en ellos hasta ahora, aún somos algunos los que pensamos que un buen medio público, con vocación de servicio público, con un tamaño y unos gastos muy controlados y una dirección consensuada por todos los partidos y con más contenido social y cultural que político, sí es necesario y sí puede aportar algo. Que porque Aguirre y otros como ella hayan desvirtuado el sentido de los medios públicos ya no tenga ningún sentido lanzar proyectos así resulta poco convincente. Dicho esto, desde el lunes toca vigilar que M21 no caiga en esos errores que Aguirre le atribuye de antemano, porque ella sabe de lo que habla. 

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