The Program

En la entrevista con Oprah Winfrey en la que confesó todas sus mentiras, Lance Armstrong rememora su pasado como héroe deportivo, como la leyenda que fue, el único ser sobre la tierra capaz de ganar siete Tours de Francia, y los siete seguidos. "Era una historia perfecta, pero era mentira" indica. La vida del corredor estadounidense resulta tan apasionante que no es nada extraño que Stephen Frears haya rodado una historia sobre su vida, el paso de héroe a villano, del mejor deportista de la historia al mayor mentiroso, del ciclista total al símbolo de un periodo oscurso de la historia del deporte de la bicicleta. 

The Program no es una película excepcional. No pasará a la historia, desde luego. Para entendernos, es más una cinta ligera que se deja ver bien que un filme sobresaliente. Más una película de sobremesa que una de las que se emiten en el prime time televisivo, pero no por ello deja de resultar interesante e impactante. En especial si, como es mi caso, quien la contempla es un aficionado del ciclismo. No estamos nada acostumbrados a ver escenas de ciclismo, del Tour de Francia casi todas en esta cinta, de un modo tan excelso como en esta película. Por eso y por la forma descarnada, misteriosa, algo perturbadora, en la que se cuenta la historia de Armtrong, su evolución, su mentira a todo el mundo, su poder tiránico en el pelotón y la entrega de la mayoría de los periodistas y aficionados, porque consiguió ligar el futuro del ciclismo al suyo propio, la imagen ya muy tocada de este deporte a la de ese héroe que superó un cáncer y se convirtió en el mejor ciclista del mundo. 


Como se cuenta en los rótulos finales, esta película está basada en el extenso informe de la agencia estadounidense antidopaje que inhabilitó de por vida a Armstrong, así como en el libro Los siete pecados capitales: mi búsqueda de Lance Armstrong, publicado por el periodista del Sunday Times David Walsh, quien sospechó desde el comienzo de ese corredor que "se recuperó de un cáncer convertido en Superman". Armstrong ganó su primer Tour en 1999, un año después del escándalo Festina del 98, la mayor crisis de imagen hasta la fecha del ciclismo. La edición del 99 se presentaba como el Tour de la regeneración, de la limpieza. Y, sin embargo, lo que siguió fue la mayor mentira deportiva de la historia. Armstrong se alió con el siniestro médico italiano Michele Ferrari, uno de tantos, que empleó EPO, y muchas otras sustancias dopantes para mejorar el resultado de sus corredores. El ciclista estadounidense, que nunca quiso ser segundo, ambicioso y combativo hasta el extremo, implantó entonces un programa, al que alude el título del filme, para convertir al US Postal en un equipo imbatible. 

Lo que más impacta del filme es cómo Armstrong y sus corredores se inyectan sustancias prohibidas, se hacen transfusiones de sangre o se inyectan agua para diluir la EPO antes de un control sorpresa. En medio de la caravana del Tour. En su propio bus. En sus hoteles. Con absoluta sensación de impunidad. "Sabes tanto de mí que podrías hundirme la carrera", le dice el ciclista a su masajista en una escena de la película. Y, en efecto, el testimonio de ella, entre otros muchos excolaboradores de Armstrong, termina hundiendo al ciclista estadounidense años después. Hay dos antagonistas claros de Armstrong en el filme (al margen de Alberto Contador, que aparece al final de la cinta con el regreso del corredor de Austin): David Walsh, el periodista empecinado en descifrar el asombroso cambio de un ciclista de quien predijo que podría ser un buen ciclista para cronos o carreras de un día, pero no para el Tour, y Floyd Landis, ciclista que entró a formar parte del equipo de Armstrong y también se dopó, sólo que a él sí le pillaron, en 2006. Se sintió abandonado por Armstrong, y por eso denunció y reabrió el caso. 

The Program se ciñe a lo que sabemos que ocurrió. Y estremece ver cómo el corredor estadounidense se dopaba sin que nadie le pillara. Que pagara a la UCI. Que consiguiera ocultar un positivo. Que mantuviera la omertá en un pelotón donde, en efecto, la mayoría de los corredores iba hasta las cejas, tanto o más que Armstrong. Su poder absoluto en su equipo y fuera de él. La leyenda tan inmensa construida en torno a él, tan grande que ligó su suerte a la del ciclismo, en buena medida, de ahí que tanta gente prefiriera mirar hacia otro lado. La reivindicación de un periodismo crítico, aunque sea deportivo. 

La película aborda también el lado personal de Armstrong, pues si algo no se le puede negar es que ha ayudado mucho al tratamiento del cáncer y la investigación de esta enfermedad. Hay una escena conmovedora en la que el ciclista, ya una estrella por todos sus logros (conseguidos con mentiras), decide quedarse una mañana en silencio dando compañía a un joven enfermo de cáncer. En otro instante, Armstrong dice, tras adornarse en una conferencia, "digo lo que quieren oír". La cinta no redime al corredor, a quien pinta como el megalómano egocéntrico y mentiroso patológico que es, pero también refleja que en parte fue víctima de un sistema y una sociedad. El representante máximo del dopaje, sí. Pero no el único que se dopaba. Y, al lado de esa falta de honradez, su labor en la fundación contra el cáncer. Un personaje complejo. 

La cinta, ya digo, no es excepcional. Se deja ver. Con especial interés si se es amante del ciclismo. Pero no es brillante. Sobre todo, si se compara con el descomunal documental La mentira de Lance Armstrong, de Alex Gibney, estrenada en 2011. El documental nació con la idea de captar desde dentro el regreso del ciclista estadounidense a la élite, en el equipo Astana. Pero, ya cuando se estaba editando el documental final, Armstrong lo confiesa todo. Y Gibney vuelve a hablar con él. Cambia el ángulo de la historia y el material rodado, valiosísimo, adquiere otra dimensión. Es, hasta la fecha, la más fascinante aproximación del mundo del cine a un personaje impasible, combativo, mentiroso, grandilocuente, víctima de su ambición y de la presión del entorno, símbolo de una época que jamás debería regresar, ser humano derrotado. Una historia que podría haber escrito Shakespeare. 

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