Einstein y las ondas gravitacionales

Como una amplia mayoría de los españoles (lo cual no sirve de consuelo) tengo unos conocimientos científicos muy básicos, que es el modo eufemístico y sutil que empleamos para decir que no tenemos ni idea de un tema. Desde esta posición, me dispongo a escribir del último hito científico. Einstein tenía razón. A lo que ser humano desconoce, desde tiempos inmemorables, lo llama magia. Diríamos que es casi mágico. pero naturalmente no lo es, que el científico alemán acertara en su Teoría de la Relatividad General a describir un fenómeno que sólo ha podido demostrarse un siglo después, las ondas gravitacionales, vibraciones que se propagan a través del espacio tiempo a causa de sucesos cósmicos como explosiones estelares o choque de agujeros negros. Es precisamente este último suceso el que causó las ondas gravitacionales que, al fin, se pudo detectar en septiembre del año pasado. 

El descubrimiento es relevante, porque los astrónomos podrán adentrarse ahora en zonas oscuras del universo. Hasta ahora sólo contaban con la luz. Demostrado que Einstein tenía razón al teorizar sobre las ondas gravitacionales, y ahora que existe un sistema lo suficientemente desarrollado como para detectarlas, se abre una nueva era. Esta noticia nos permite constatar lo insignificantes que somos en el universo y todo lo que falta aún por conocer. Y, lo que es más importante, la inmensa capacidad del ser humano de abrir nuevas ventanas de conocimiento. Hay guerras, miserias, incomprensión y desigualdad en este mundo. Pero también hay mentes brillantes, retos intelectuales y avanzas científicos extraordinarios. 

La figura de Einstein despierta una fascinación enorme. La del genio total. La del sabio algo misántropo que cambió la historia de la ciencia. La de aquel personaje peculiar, de genio loco, con su pelo blanco revuelto que todos tenemos en la cabeza. La imagen de rata de laboratorio. También, sí, la de quien no era particularmente empático y tampoco especialmente buen marido no buen padre. Su vida personal da para una película, de estos dramas de sobremesa, sólo que la faceta profesional la eclipsa, como es natural. Una vez más se cumple en Einstein una teoría nada agradable, pero bastante habitual, la de que los genios no son la clase de persona con la que nos tomaríamos unas cañas ni esa gente que siempre sonríe y pide las cosas por favor. Einstein era más bien un ser difícil de trato, con ciertos tintes racistas y nada sobrado en habilidades sociales. 

Pero era un genio. Y en este mundo donde tan devaluado está el debate, donde tan banal es la actualidad (basta abrir cualquier web informativa) y donde tan difícil resulta encontrar referentes, se va a demostrar 100 años después que Einstein tenía razón. Que aquel único punto de su gran teoría que aún no se podía haber demostrado es tan cierto como los otros. Que ha pasado un siglo, el siglo además de los grandes avances científicos, hasta que se ha podido constatar aquello que el genio alemán ya supo ver en su época, lo que teorizó entonces y después negó en algunas ocasiones por orgullo, al no demostrarse ese apartado de la teoría científica más importante de la historia. 

Todo en la vida de Einstein es asombroso y fascinante. También sus puntos negros, como su papel en el proyecto Manhattan que condujo a la creación de la bomba atómica. Se piensa que el autor de la Teoría de la Relatividad participó activamente en este proyecto, pero en realidad no fue así. Einstein advirtió al entonces presidente estadounidense de los efectos devastadores que causaría una bomba con la energía liberada por una fisión nuclear por parte de los nazis. Estados Unidos copió la idea y la puso en marcha con los ignominiosos ataques a Hiroshima y Nagashaki. "Debería quemarme los dedos con los escribí aquella primera carta a Roosevelt", dijo después Einstein, quien estuvo lleno de remordimientos por aquella atrocidad y quien dejó no pocas muestras de su pacifismo. 

De Einstein se admira su mente brillante, la que le permite teorizar algo que tarda un siglo en poder demostrarse. Y también, básicamente porque son más accesibles, es un modo más sencillo de acercarse al genio alemán, por sus innumerables frases célebres. Expresiones sabias atribuidas al científico hay a centenas. Entre otras cosas, porque además de un extraordinario físico, Einstein escribió mucho y se conservan cartas y trabajos del alemán. También fue significativa su presencia en los medios (qué tiempos aquellos en los que los científicos atraían masivamente la atención mediática, ¿verdad?). "Todos somos muy ignorantes, lo que pasa es que no ignoramos las mismas cosas", dijo. "La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". "Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro". "El azar no existe, Dios no juega a los dados". "Intenta no volverte un hombre de éxito, sino un hombre de valor". "Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás". "Cada día sabemos más y entendemos menos". "Triste época la nuestra. Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio". Y así, como el universo y la estupidez humana, podríamos seguir hasta el infinito. 

La noticia de las ondas gravitacionales está teniendo mucha presencia en los medios. Algo extraño, pues la ciencia suele ser la gran olvidada. ¿Aparece poco en los medios porque es difícil y no interesa a los espectadores o lectores o es al revés, los ciudadanos muestran poco interés porque no aparecen casi temas científicos en los medios? Falta divulgación científica. Apuestas decididas por presentar de forma amena y atractiva noticias científicas. Y no sólo noticias, pues como leí hace un tiempo en un manual de periodismo científico, como sólo se informa en los medios de los grandes avances científicos, los ciudadanos terminan viéndolo como algo propio de hechizos, de conjuros mágicos, y no se aprecia el enorme y largo trabajo que hay detrás (un siglo, en este caso). La revista El cultural es una de las razones que hacen del viernes el mejor día de la semana (y anda que no hay razones). Este medio formidable incluye un apartado a la ciencia, pues considera que forma parte de la cultura y, desde luego, que alguien no puede considerarse culto de verdad en estos días sin unas mínimas nociones sobre la ciencia. Más apuestas en los medios como esta ayudarían a elevar el escaso conocimiento científico de los españoles, a modo de ondas gravitacionales. Crece con esta última noticia la admiración por quien escribió que "la vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio hay que seguir pedaleando".  

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