Nueve conclusiones del 24-M


1. Vuelco histórico. En los últimos años estamos asistiendo a cambios extraordinarios en la política española. Sin duda, los mayores desde los tiempos de la Transición. No en vano, hay quien compara ya la época actual con aquel tiempo y habla de una segunda transición. Las elecciones municipales son comicios que tradicionalmente en España traen augurios de cambios (fueron unas elecciones locales las que abrieron la puerta de la II República, por ejemplo). La cita con las urnas del pasado domingo fue muy trascendente. No sólo por el giro a la izquierda del electorado ni por la irrupción de nuevos partidos, sino también, y sobre todo, por la composición de estos partidos. Plataformas ciudadanos de unidad popular que han triunfado en los grandes municipios con su promesa de una nueva forma de hacer política. Asistimos a un cambio de era, a un nuevo ciclo, aunque tanto cueste reconocerlo a los grandes partidos. 

2. Ada Colau y Manuela Carmena, grandes triunfadoras. Hace cuatro años, cuando nació el 15-M, casi nadie atisbó la relevancia que ese movimiento tendría en la política española. Hoy, echando la vista atrás, se puede concluir que aquel despertar devolvió el interés por la política a muchos ciudadanos, especialmente a los más jóvenes. El 15-M puso de manifiesto el enorme descontento del pueblo con la clase dirigente, el hartazgo con un sistema agrietado. El ansia por nuevas formas de hacer política, por dar un portazo al bipartidismo decadente y por buscar nuevas caras que representen, o entiendan mejor al menos, el sentir de la cale. Y, sin duda, de aquellos polvos vienen estos lodos, como dice el refrán. No se puede entender el resultado de las elecciones del domingo sin repasar lo que el 15-M supuso para la política española. 

La historia de Ada Colau, próxima alcaldesa de Barcelona, refleja bien el inmenso cambio vivido en España. En apenas dos años pasa de activista anti desahucios a ganadora de las elecciones locales en la ciudad local encabezando las listas de Barcelona en Comú. Una historia de película. La ciudadana comprometida con una larga trayectoria en movimientos sociales que da el salto a la política. Hija del 15-M, pues sin duda la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de la que ella fue portavoz es el gran logro de aquel movimiento, Ada Colau simboliza esa gran transformación del panorama político español que han decidido los ciudadanos en las urnas. También es buen ejemplo de ello Manuela Carmena, que ha quedado a un solo concejal de Esperanza Aguirre en Madrid y que podrá ser alcaldesa de la capital con el apoyo del PSOE de Carmona (¿no debería dimitir Carmona, por cierto, ante su espantoso resultado por muy decisivo que vayan a ser los nueve concejales socialistas en el consistorio?). 

Ahora Madrid, Barcelona en Común, Cadíz Sí se puede, Zaragoza en Común o Plataforma Atlántica en las capitales gallegas representan la entrada de los movimientos sociales en las instituciones por la puerta grande. Son un soplo de aire fresco. Deberán demostrar que, en efecto, ellos traen una nueva forma de hacer política. Puede que lo suyo sea un fiasco. Nada puede ser más grave que la espantosa gestión de sus antecesores en algunas de las ciudades donde alcanzarán la alcaldía. Pero, en todo caso, de esto va el juego de la democracia. Los ciudadanos han confiado en estas plataformas con candidatos procedentes de partidos como Podemos, Equo o de movimientos sociales. Si dentro de cuatro años su gestión no ha convencido, se elegirá a otras opciones. Así de sencillo. De momento, y puedo hablar sobre todo por lo vivido en Madrid con Manuela Carmena, han logrado despertar una ilusión por la política que no se recuerda en muchos años. 

3. La corrupción sí pasa factura. "Alivia mucho comprobar que no todos éramos borregos". Con este tuit resumía Arturo Pérez Reverte el resultado de las elecciones del domingo, antes de decir que ahora que los políticos en las instituciones van a ser tantos y tan variados lo tendrán más difícil para ponerse de acuerdo para robar. Una de las conclusiones más potentes y, es verdad, esperanzadoras de las elecciones es que a la gente no le vale todo y que, en contra de lo que venía sucediendo hasta ahora, la corrupción sí pasa factura en las urnas. La indecencia sí es castigada. La soberbia de quienes llevaban dos décadas gobernando en regiones y ciudades a su antojo sí se ha visto sancionada en las urnas. Por higiene democrática, alivia comprobar, por ejemplo, que el PP valenciano, sinónimo de corrupción, podría perder la alcaldía de Valencia y la presidencia de la Generalitat. Demuestra que los ciudadanos no aprueban con su voto que se les robe, lo cual parece una obviedad pero hasta ahora en España no estaba tan claro (he ahí, por ejemplo, la victoria del PSOE de los ERE en Andalucía). 

4. Batacazo del PP. Ayer Mariano Rajoy limitó la autocrítica por la pérdida de 2,4 millones de votos del PP en las municipales a una cuestión de comunicación. Es decir, los ciudadanos somos torpes y no hemos entendido la formidable gestión del PP. No es que con nuestro voto hayamos mostrado nuestra oposición al cierre de hospitales o a los recortes en derechos sociales. Es que no hemos conseguido entender, con nuestra inteligencia limitada, la necesidad de esas medidas. Quizá el recurso más obsceno al que se aferran los partidos para justificar sus derrotas electorales sea este, el de que tan sólo ha habido un fallo de comunicación. Es un modo poco sutil de afirmar que los ciudadanos son cortos de entendederas y que en adelante deberán explicárnoslo todo muy despacito para que comprendamos cuánto les debemos. El PP ha perdido 2,4 millones de votos y sólo podría seguir gobernando en cuatro autonomías con el apoyo de Ciudadanos. Es un batacazo enorme del partido del gobierno que podría tener consecuencias dentro de la formación, por mucho que Rajoy, fiel a sí mismo, contara ayer que está tranquilo y que no planea cambio alguno. 

5. El PSOE salva los muebles, pero está en manos de Podemos. Pedro Sánchez está mostrando un optimismo excesivo tras las elecciones. El PSOE ha perdido votos y no ha conseguido ser la formación más apoyada a pesar del desgaste del PP. No es un resultado para lanzar las campanas al vuelo. Los socialistas han salvado los muebles, sin más. Es cierto que, a pesar de perder votos, el PSOE podría ganar poder siempre y cuando se entienda con Podemos (quién hubiera dicho algo así hace sólo unos meses cuando Sánchez afirmaba rotundo que no pactaría con el populismo y Pablo Iglesias decía lo mismo de la casta donde incluía al PSOE). Así podrá ser, entre otras regiones, en Extremadura, Valencia y Castilla La Mancha. Como sucede que Podemos, o las marcas donde este partido está integrado como Ahora Madrid, necesita al PSOE para alcanzar varias alcaldías de peso y el PSOE requiere de los votos del partido morado para recuperar algunas Comunidades Autónomas, todo hace indicar que habrá acuerdo. El pacto tiene sus riesgos para ambas partes, creo que sobre todo para el PSOE. Pero la alternativa sería permitir que siguiera gobernando el PP y eso es algo que el electorado de ambos partidos no les perdonaría. 

6. Ciudadanos, ¿muletilla del PP? No obtuvo un mal resultado Ciudadanos, por mucho que al compararlo con lo que aventuraban las encuestas dé la impresión de que el partido de Albert Rivera se ha quedado corto. La formación naranja será decisiva en varias regiones. El PP lo necesita para retener Madrid, La Rioja y Murcia, entre otros. Ciudadanos tiene ante sí la difícil tarea de confirmar esa afirmación recurrente en campaña de que era la marca blanca del PP o de poner difícil el apoyo y condicionarlo a medias contra la corrupción y de regeneración democrática. Es pronto para saber qué actitud adoptará este partido. De momento, Rivera ha dicho que no sería raro que permitieran gobernar a Susana Díaz en Andalucía y a Cristina Cifuentes en Madrid. Es decir, partido bisagra que puede pactar a izquierdas y derechas sin miedo a desorientar a sus votantes. Veremos. 

7. Rosa Díez termina de hundir a UPyD. Donde las encuestas lo han clavado es en la hundimiento de UPyD. Bien es verdad que no tenía demasiado dificultad prever su desplome. Rosa Díez adoptó hace tiempo una actitud suicida: puesto que yo he creado este partido, yo lo hundiré. Decidió conducir a UPyD al desastre y el domingo logró ese objetivo. Su cerrazón y ego han acabado con una formación que ha sido útil en su corta existencia y que podría haberlo sido más si no se hubiera topado con el personalismo desconectado con la realidad de su líder. UPyD anunció ayer que se retira por falta de recursos de todas las causas judiciales, incluido el caso Bankia, en las que estaba inmerso. Prueba de que ha hecho cosas bien pero este partido se ha suicidado por decisión unipersonal de su líder. 

8. Pactos, no componendas. El nuevo escenario electoral, muy fragmentado, obliga a los partidos políticos a pactar. Es un tiempo nuevo en el que no hay apenas mayorías absolutas. Demasiadas veces en España la política ha sido un rodillo que el partido más votado empleaba pata legislar al gusto del consumidor gracias a la mayoría absoluta. Eso que algunos, con clamorosa desfachatez, llamaban estabilidad. Ahora llega lo que esos mismos llaman caos pero en realidad es sólo política. Política de pactos, de voluntad de acuerdo, de trasladar el pluralismo que existe en la calle a las instituciones. Sería muy decepcionante que todos los dirigentes, sobre todo de los nuevos partidos, que hablan de poner el programa por delante de las personas y los sillones cayeran en las mismas componendas a las que nos tienen acostumbrados los partidos tradicionales en sus pactos. Ojalá se abra de verdad una nueve era en la que lo importante sean las ideas y los proyectos, no los cargos. 

9. Izquierda Unida, muy tocada. Cayo Lara, coordinador federal de IU, se ha mostrado muy contrario durante los últimos meses a que su partido se uniera a plataformas de izquierdas como Ahora Madrid. Los resultados de las elecciones del domingo demuestran que esa decisión lleva a IU a la irrelevancia. Este partido ha cometido errores en los últimos años que han espantado al votante tradicional de izquierdas. Debería reflexionar sobre ello, sobre por qué partidos que defienden, en lo sustancial, lo mismo que ellos, han triunfado en estos comicios mientras IU se ha desplomado. 

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