Sobre Podemos

Podemos ha celebrado este fin de semana su asamblea ciudadana en la Plaza de Vistalegre del Madrid. En los próximos días se conocerá qué modelo de partido apoyan los simpatizantes de esta formación, que hasta ahora es sólo un movimiento político y que busca organizarse como partido. Hay muchas críticas que pueden hacerse a Podemos, muchas simplezas o demagogias que se les puede echar en cara, pero también hay no pocas virtudes que deben ser reconocidas. Y, sobre todo, hay una obviedad que a nadie que pise las calles se le escapa: Podemos está ganando a pasos agigantados apoyos entre los ciudadanos. Conozco a mucha gente que no les votó en las europeas, que incluso les criticó, que ahora piensan en darles su apoyo en próximos comicios. Dicen que las encuestas, esas que tampoco vieron venir el fenómeno de Podemos, no hacen sino ofrecer constantes aumentos de la intención de voto para esta formación. La realidad está siendo estos días, y con la clase política que tenemos lo seguirá siendo sin el menor género de dudas, la mejor campaña para Podemos. 

Si a Pablo Iglesias le hubieran pedido escribir un guión sobre un escándalo que beneficie a su partido y le dé la razón en su tesis sobre una "casta" oligárquica que controla el sistema y lo ha corrompido hasta el tuétano, es difícil que se le hubiera ocurrido una historia más asombrosa y repugnante que la de las tarjetas en negro de Caja Madrid. Porque en ese escándalo, gastos personales por más de 15 millones de euros a través de tarjetas no declaradas a Hacienda por los consejeros de una entidad que necesitó 24.000 millones de rescate público, se resume a la perfección el incuestionable diagnóstico de la realidad política española que hace Podemos. Yo sigo recelando de sus propuestas para combatir esa realidad, pero es cada día más difícil no coincidir con su planteamiento sobre una oligarquía que se ha montado un sistema para mayor gloria de sí mismos, con cargos a dedo, organismos que no sirven para nada más que para colocar a los suyos, corrupción generalizada, o al menos muy extendida, e indecentes conexiones entre el poder económico y el político

El escándalo de las cajas B le da la razón a Podemos. Con cada nueva sinvergonzada, y no dejarán de salir porque a estas alturas ya sabemos todos a quienes tenemos como responsables políticos (elegidos con nuestro voto, lo cual es particularmernte sangrante y habría de hacernos reflexionar, por cierto), Podemos avanza en intención de voto. Cómo no. No negaré que parte del discurso de este partido es demagógico y populista, no mucho más que el del resto de partidos. Pero, ¿cómo no huir llenos de arcadas de vómito de los partidos tradicionales (eso que Pablo Iglesias llama "la casta") al conocer tales escándalos? ¿Cómo no dar la razón a Podemos cuando critica a la oligarquía que controla el país y el grado extremo de indecencia al que ha llegado cuando se ve que representantes de PP, PSOE, IU, patronal y sindicatos quemaban su tarjeta B de Caja Madrid en lencería, alcohol y viajes personales? La realidad es la mejor campaña para Podemos. Sólo con el transcurso de los días, que en España es tanto como decir con el transcurso de las corruptelas varias que suceden a las anteriores, el partido sigue ganando apoyos, por el simple asco que producen los partidos de siempre. Eso es innegable. Por supuesto, el hecho de que Podemos acierte en la crítica de los partidos tradicionales no significa, en absoluto, que tenga una alternativa mejor y real a ellos. Pero cada vez más gente quiere desechar a los que están ahora, desinfectar el sistema. Y para no pocos, votar  a Podemos es la única vía para, al fin, regenerar el sistema. 

No hay institución en este país que no esté salpicada por casos de corrupción. La imagen es la de un edificio en ruinas que sigue agrietándose cada día un poco más. Lo extraño sería que este desolador panorama ofreciera mejores perspectivas electorales a quienes han contribuido a este derrumbe que a los que lo critican y alertan sobre la situación. Aunque sus planos para reconstruir el edificio dejen de desear. Mucha gente piensa, con razón, que España necesita una regeneración con urgencia. Que la herida tiene gangrena, que hay que cortar por lo sano. Primero, eliminar lo que está provocando el daño, y luego ya veremos como reconstruimos. Es casi enternecedor ver a los políticos de los partidos de siempre, en particular los del desastroso bipartidismo, presentarse ahora como solución de estabilidad ante las hordas que amenazan con romper la democracia, que es como caricaturizan a Podemos (partido que recibió el voto de más de un millón de personas en las elecciones europeas de mayo). 

Como digo, muchos aspectos del programa de Podemos son criticables. Pero, en la comparación con los partidos tradicionales, nadie podrá negar que ofrecen nuevas formas de hacer política, nuevas formas de llegar a la gente. Su asamblea de este fin de semana y el sistema abierto con el que elegirán la organización del partido son ejemplares. Como ejemplar es el debate público de las distintas ideas que existen en su seno. En España estamos acostumbrados a que cualquier mínima discrepancia interna en un partido político se resuelva con el castigo al que discrepa, que es condenado al silencio, defenestrado. Los partidos políticos son las instituciones menos democráticas del país. Se trata de ser leal a la dirección del partido, porque es ella la que elige quiénes van en las listas electorales. El que discrepa es apartado. El último ejemplo palpable de ese funcionamiento autoritario en los partidos políticos lo tenemos en UPyD, que ha hecho el vacío de mala manera a Sosa Wagner, hasta hace unos días su líder en el Parlamento Europeo, porque este ha propuesto que su partido se una a Ciudadanos, algo que la todopoderosa Rosa Díez no ve con buenos ojos. La discrepancia le ha salido cara a Sosa Wagner, que ha abandonado el partido "para recuperar mi libertad". 

Así funcionan las cosas en los partidos políticos en España. Desde ese prisma, pues, es lógico que se entienda la discusión de ideas en Podemos como una división, porque aquí no estamos acostumbrados a que haya debate en los partidos, que más parecen sectas donde todos dicen y piensan lo mismo sin salirse de un guión. Creo que es ejemplar cómo Podemos debate de forma abierta entre dos modelos de organización: el que propone Pablo Iglesias, más cercano al de los partidos tradicionales con un secretario general (que sería él) y el que propone otro grupo de miembros de Podemos encabezados por Pablo Echenique que pasaría por tener tres portavoces y mantener ese sistema asambleario y participativo con el que cuenta el partido. Ahora elegirán los simpatizantes. Pero el proceso, insisto, es ejemplar. No muestra fisuras, muestra democracia. Por último, es elogiable también cómo una persona con discapacidad, Pablo Echenique, ocupa puestos de responsabilidad en el partido y participa con total igualdad y sin que se resalte ese hecho (casi me da reparo mencionarlo, aunque sea para alabarlo como merece). Otro ejemplo de Podemos. Prometo que otro día resaltará las partes más oscuras del partido, que también las tiene. 

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