Viaje a la Costa Brava

"Bienvenidos al Empordá, tierra de artistas", rezan las paredes de la estación de AVE de Figueras, capital de esta comarca gerundense, que acude al lugar, en efecto, siguiendo la estela de grandes genios, uno en especial, Eugenio Salvador Dalí. El artista brillante está presente en cada rincón de la ciudad. Nada más llegar a esta preciosa localidad, llena de edificios elegantes, acudo a visitar el Teatro Museo Dalí, lugar donde estaba el antiguo teatro de Figueras, que fue destruido por un bombardeo durante la guerra civil. Dalí decidió construir en ese lugar el mayor museo que recoge su su obra en todo su esplendor y variedad. Muchas de sus locas genialidades o de sus geniales locuras, como quieran, están presentes en este templo del arte donde se comprueban los distintos estilos y las muy variadas inquietudes artísticas de Dalí. Gala, su compañera su amor, su musa, siempre presente. Pero también todo tipo de referencias e inspiraciones: la religión, la guerra, los sueños, los paisajes, los medios de comunicación... No tenía techo ni fronteras el arte de Dalí. Tampoco límites de estílos. El visitante encuentra los típicos cuadros surrealistas del genio, pero también retratos que parecen fotografías con un depurado estilo, o esculturas, o joyas en el museo adyacente, donde se comprueba esta inabarcable variedad de representaciones artísticas de Dalí. 

El Teatro Museo, de tres plantas, posee una estructura circular en torno a un patio central donde se encuentra el famoso Cadillac de Dalí, junto a una escultura y, colgando del techo, una barca. Maniquíes escoltan desde los ventanales de las tres plantas ese peculiar patio que recibe al visitantes. De fondo, bajo una espectacular cúpula, se encuentran otras obras artísticas entre las que destaca la inmensa, por su tamaño y su belleza, que ven en la imagen de la derecha. Las obras de Dalí predominan en el museo, aunque también hay trabajos de otros artistas, entre los que destaca la preciosa sala donde se halla la colección privada del genial artista gerundense, donde hay un Greco y otras obras de gran calidad. Más allá de Dalí, omnipresente en Figueras, donde también se puede ver su casa natal y donde también figura dentro del museo del juguete, otro punto de interés de la localidad es el castillo de San Ferrán, una gran fortaleza que fue construida en el siglo XVIII y debe su nombre al rey Fernando VI. 

Proseguí mi visita por tierras gerundenses en Ampuriabrava, donde asombran sus mil y un canales. Una construcción imponente que recorrí en un barco y en la que se observan casas de lujo al lado de los canales, limpios y relucientes. Como una urbanización de alto nivel, sólo que al lado del agua de estos canales. Tiene 25 kilómetros, según nos contaron en el barco, de canales navegables, lo que constituye esta localidad en la marina residencial más importante de Europa. Se le conoce como la Venecia española, porque recuerda con tantos canales y esos viajes en barco, esas vías de circunvalación acuáticas, a la sinpar localidad italiana que tiene como rasgo diferencial sus canales. También destaca en Ampuriabrava su puerto deportivo y la playa. A unos pocos kilómetros de Ampuriabava se encuentra el Castillo de Ampuria, el centro histórico de la ciudad, con mucha historia y edificios antiguos que merece la pena visitas y recorrer, aunque yo sólo vi de paso en el autobús. 

Al día siguiente visité Cadaqués. Como un tesoro escondido en unas carreteras sinuosas y montañosas por las que hay que pasar para llegar a ella. Como una joya pequeña que deslumbra a kilómetros de distancia. Sin duda, la localidad con más esencia, con más personalidad pura y con más belleza de cuantas he conocido en esta semana de ensueño donde todo lo que he visitado me ha encantado, pero Cadaqués, con esa postal de las casas blancas y la iglesia al borde del mar, con esas calles estrechas que van a dar a la playa, con esos rincones esplendorosos, es única. Fascina la belleza de esta localidad, a la que como digo es preciso acceder a través de una carretera no excesivamente buena (y dicen que antes era aún peor), lo que probablemente ha servido para conservar a Cadaqués al margen de especuladores urbanísticos o intentos por masificar la localidad, con el riesgo inherente de convertirlo en algo igualmente bello, pero con menos encantado que el que conserva este pueblo. 

A unos 20 minutos andando de Cadaqués se encuentra Portligat, el lugar idílico, paradisíaco donde Salvador Dalí tuvo su casa permanente y ahora está situada una casa museo dedicada al genio. Nueva cita con el artista en la que asombran las habitaciones donde vivió. El dormitorio, con las dos camas (para Dalí y Gala) de estilo imperial, la jaula para el grillo (le gustaba al genio tener un grillo en su habitación), el vestidor de Gala decorado con portadas de medios donde aparecía su esposo, el maravilloso y surrealista jardín donde tenían una piscina, el palomar, el olivar, una escultura con basuras en el suelo llamada "Cristo de los escombros"... Y tantos y tantos lugares atractivos para el visitante en esta casa museo para la que es necesario reservar entradas con antelación (se pueden adquirir por Internet). Todo esto, al lado del mar en esa bellísima cala. Fascina particulamente el taller del genio, a la izquierda, donde creó muchas de sus obras y donde pueden verse dos pinturas originales, una de ellas inacabada. 

Probablemente, la playa de Rosas es la más amplia y bonita de las que he visto en el viaje. La ruta, en efecto, siguió por esta preciosa localidad costera de la que, sin embargo, lo que más me llamó la atención y lo que creo que más merece la visita es la Ciutadella, donde se puede viajar en el tiempo, de siglo en siglo, pues en ese lugar hay restos de distintos momentos históricos. Antes de entrar a la zona donde encontramos los yacimientos, donde según me explicaron aún falta mucho por excavar y descubrir, hay un amplio y detallado museo donde se explica la historia de esta localidad. Se han encontrado restos de un asentamiento prehistórico, del Paleolítico superior. Después fue una ciudad griega (Rhodes), arrasada y abandonada por Roma posteriormente. La llegada del cristianismo revitaliza el lugar con la construcción del un monasterio de Santa María a finales del siglo X. Se asienta allí una villa medieval que fue creciendo. Más tarde, en tiempos de Carlos I, se construye la ciutadella para reforzar el baluarte y modernizar la fortificación ante las disputas con Francia, permanentes a causa de la cercanía. Se explica que en el siglo pasado e ministerio de Hacienda vendió al Ayuntamiento de Rosas esta espacio con la condición de edificar en él, pero el hallazgo de los restos arqueológicos, lógicamente, lo salvó de ese destino y convirtió este lugar en el fascinante museo de nuestra historia que es. 

Girona fue el final del camino, o casi, porque aún quedaba una última excursión a Blanes. La capital gerundense es una ciudad con personalidad e imágenes muy representativas entre las que destaca esta que comparto de las casas reflejadas en el río Onyar. Un espectáculo de luz y colorido. En la parte derecha del río se encuentra la parte histórica de la ciudad, donde sobresale la muralla, que puede ser recorrida y ofrece unas vistas fastuosas de la localidad, la catedral, la Iglesia de San Feliu y los jardines que rodean a estos templos religiosos. Así mismo es aconsejable pasear por el barrio judío de la ciudad, con esas calles estrechas y empedradas. Muy bella Girona, donde también recomiendo a los amantes de la literatura y e esos templos del saber que son los librerías visitar dos tiendas que venden y compran libros de segunda mano y que me gustaron mucho: Re-Read y Sweet Books. Merecen una visita para sumergirse entre los volúmenes que allí tienen y disfrutar de primeras ediciones y libros antiguos y modernos. 

Como decía antes, antes faltaba una localidad que visité y de la que también quiero escribir en esta crónica del viaje memorable que realicé la semana pasada a la Costa Brava. Es, precisamente, el lugar donde da comienzo esta zona. Blanes, conocido como el portal de la Costa Brava, es una localidad marítima muy atractiva con un peñón, en la imagen, que es considerado como el punto de partida de esta región marítima que llega ya hasta la frontera con Francia. Hay una escultura que se dedica a señalar este hecho en el que se lee, precisamente, esta inscripción ("Blanes, portal de la Costa Brava"). El jardín botánico de la localidad, situado en altura y desde donde hay una vista privilegiada de la costa, es también otro de los lugares más atractivos de Blanes. Con un último paseo por Girona concluí este viaje en el que he disfrutado de los paisajes, del mar, de la montaña, de los pequeños pueblos costeros, de la amabilidad de sus gentes, de la cultura, del legado del genial Dalí y de la gastronomía. Un viaje inolvidable por una zona que me ha enamorado. 

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