La commedia è finita, ¿o no?

El show televisivo espantoso y esperpéntico que vive la política italiana desde hace 20 años, con el mismo protagonista al frente del reparto, vivió ayer un nuevo episodio. Un capítulo con sorpresas y giros argumentales inesperados, que dejó cierto toque a final de ciclo, aunque poco después el personaje principal comunicó a través de un vídeo que la comedia continúa y, por tanto, no podemos darla por terminada. Silvio Berlusconi forzó el sábado la dimisión de los cinco ministros de su partido, el Pueblo de la Libertdad (PDL), en el Gobierno de coalición con el socialdemócrata Enrico Letta. Eso dejaba en una situación altamente inestable al ejecutivo, ya que Letta necesita el apoyo del PDL para mantener en pie su Gobierno, que sólo tiene cinco meses de vida. 

El primer ministro italiano no se cortó un pelo y decidió someterse en las dos cámaras legislativas a una moción de confianza. Era una estrategia arriesgada, pero que obligaba al PDL a definirse, a retratarse. En suma, a demostrar si sus amenazas eran ciertas, si no iban de farol. Con ese movimiento, Letta intentaba ahuyentar una nueva crisis política causada por la defensa de meros intereses personales. Porque en el fondo de todo esto no hay discrepancias ideológicas o políticas. Nada de eso. Lisa y llanamente, Berlusconi quiere que con él no se cumpla la ley, como ha deseado (y conseguido) varias veces en el pasado. Existe una norma en Italia que viene del periodo de Gobierno del tecnócrata Mario Monti que obliga a expulsar a senadores o congresistas que tengan condena judicial en firme. Berlusconi está en el Senado y, tras recibir una condena por fraude fiscal, debe ser expulsado de la cámara. Pero él demostró con su movimiento del sábado que está dispuesto a poner en riesgo la estabilidad de su país con tal de salvar su pellejo. 

Demasiado fuerte, incluso para Berlusconi. Eso debieron de pensar algunos senadores del PDL, que mostraron su disconformidad con la decisión de Il Cavaliere. Por primera vez en mucho tiempo, tal vez por primera vez a secas, Berlusconi veía cómo sus lugartenientes, entre ellos Alfano, su número 2, le daban la espalda. Por primera vez, mostraban en público su desacuerdo con la estrategia de su líder. Algunos incluso dejaban caer la idea de que su trayectoria política al lado de Berlusconi (por mejor decir, bajo sus órdenes) tocaba a su fin. Imaginamos las enormes presiones a las que se tuvieron que ver sometidos estos senadores del PDL que decidieron apoyar a Letta en la moción de confianza y no hundir a un Gobierno por los intereses personales de alguien que, según la Justicia, ha cometido un delito de fraude fiscal. 

Viendo que no podía ganar, Berlusconi decidió no perder. En una intervención que nadie esperaba, Berlusconi dio un giro de 180 grados y declaró en el Senado que su partido apoyará a Letta. Que ha habido debate interno y han decidido dar un voto de confianza al Gobierno actual. Letta sonreía pícaro, saboreando la derrota que le acaba de infligir a Il Cavaliere. El presidente del Senado ponía una cara de asombro de tv movie. Y es que la política italiana estos últimos años ha sido una gran comedia bufa bajo las órdenes de, precisamente, un magnate de los medios de comunicación. Berlusconi sufrió ayer una derrota, ya que se puso de manifiesto que no controla a los suyos, pero al menos intentó ganar tiempo. Intentó que la derrota de ayer no sea el final de la comedia. Por eso, en un vídeo de nueve minutos que emitió ayer, explica que él no se va para nada y que seguirá ahí. 

En el vídeo, ya digo, todo puro espectáculo audiovisual, Berlusconi reitera sus tópicos habituales. No es que él haya cometido delitos, es que la Justicia ejerce un "sometimiento" sobre los ciudadanos. No es que haya actuado de forma ilegal, es que sufre una "persecución": "A cambio del compromiso durante casi 20 años a favor de mi país, llegado casi al final de mi vida activa, recibo el premio de acusaciones y una sentencia fundada sobre la nada que me quita la libertad personal y los derechos políticos. ¿Es así que Italia reconoce los sacrificios y compromisos de sus ciudadanos mejores? ¿Es ésta la Italia que queremos y amamos?", dijo Il Cavaliere. Va a volver a su partidio antiguo, Forza Italia. "No seremos más un país sometido al ejercicio absolutamente arbitrario del más terrible de los poderes, el de privar a un ciudadano de su libertad. Espero que esta sentencia haga abrir los ojos a los italianos que no han sido conscientes de realidad del país y han malgastado el voto o no han votado. Si sabemos estar unidos, juntos, recuperaremos la verdadera libertad", añadió. Pues no, la commedia no è finita
 

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