Impresentable en las formas, poco convincente en el fondo

La imagen lo dice todo. Lo más importante no son las formas, por supuesto, pero tampoco es algo que haya que dejar de lado. Ayer el presidente del gobierno no concedió una rueda de prensa, no admitió preguntas de los periodistas. Pero es mucho peor que todo eso: ni siquiera se dirigió a los españoles. El PP tuvo a bien ofrecer la señal en directo de la intervención de su presidente en la reunión extraordinaria de su Comité Ejecutivo. No es un matiz menor. Mariano Rajoy habló como presidente del PP a los dirigentes del partido. No a los ciudadanos. No atender a la prensa no es hacer un feo a esto o aquel medio, a este o aquel periodista, es negar las explicaciones debidas a los ciudadanos. En ese sentido, las formas del mensaje de ayer de discurso eran un terrible punto de partida que el fondo de sus palabras, ciertamente, no arregló. 

La estrategia del PP ante el escándalo Bárcenas es clara y se ha movido más bien poco desde aquella actuación de María Dolores de Cospedal el pasado jueves. Se ha movido lo justo para adecuar su mensaje a las evidencias que iban saliendo y ponían en mal lugar su versión sobre la no veracidad de los papeles de Bárcenas. Negar su existencia y, por lo tanto, no verse obligados a contrastar datos. No reconocen su veracidad, es más, aseguran sin lugar a dudas que son documentos manipulados, apócrifos, como dijo ayer Rajoy, por lo que no van a entrar a discutir su contenido. En resumen: esos documentos son falsos o están manipulados y el PP es víctima de una campaña de desprestigio que hace daño a España (definitivamente sí, el PP ha hecho suyo el discurso del nacionalismo catalán presentando las informaciones sobre presuntas irregularidades de un partido o de un dirigente político como ataques a un país).

"No voy a necesitar más de dos palabras: es falso. Nunca, repito, nunca he recibido, ni he repartido dinero negro ni en este partido ni en ninguna parte", aseguró con contundencia Rajoy que leyó toda la intervención para "no pronunciar una palabra más alta que otra" (y nosotros pensando que lo suyo con los discursos era más bien incompetencia comunicativa). También tiró de un argumento que, dijo, no le quedaba otra que emplear, aunque no le gustaba: "a los 23 años era registrados de la propiedad con una plaza, y me ganaba muy bien la vida. Si me interesara el dinero, allí lo hubiera tenido". Y sentenció: "no he venido a la política a ganar dinero. Vine perdiendo dinero". 

¿Novedades reales de la ejecutiva del PP de ayer? Básicamente dos, y poco consistentes. La primera, dar a conocer las primeras conclusiones de la auditoría interna que demuestra dos cosas: que la actual tesorera del PP, Carmen Navarro, trabaja a una velocidad de vértigo y que, como se esperaba, el PP no encuentra irregularidades en las cuentas del PP. Nada sorprendente, vaya. La otra novedad es que la próxima semana estarán colgadas en la web de La Moncloa las declaraciones de la renta y de patrimonio de Mariano Rajoy. El presidente aseguró que no tiene nada que ocultar. No falta recordar hoy la obviedad de que el dinero negro recibe tal calificativo, precisamente, porque no se declara. Si no, no sería negro. Estamos viendo muchas cosas asombrosas estos últimos tiempos en España, pero una de ellas no será demostrar con declaraciones de la renta que no hay dinero en B. No sé si me explico. 

Acto seguido, dio rienda suelta al victimismo y a las oscuras teorías de la conspiración, todo es un complot contra su partido, vino a decir. "Lamento el daño que están haciendo al PP, el que desean para mí, el que intentan contra el gobierno y que el están causando a España". Ya saben, criticar al PP o informar de posibles irregularidades en el seno del partido es atacar a España. Aviso a navegantes: "si alguien piensa que mediante el acoso me voy a encoger o voy a abandonar la tarea que los españoles me han encomendado, se equivoca", dijo el presidente. Lo que alguien piensa, señor Rajoy, o más bien desea es que usted dé explicaciones claras y contundentes que no dejen lugar a dudas sobre su honorabilidad y despeje la sombra de la sospecha sobre la posible financiación irregular de su partido. Y eso, de momento, no lo hemos visto por ningún lado. Para rematar la faena, y aunque parezca una broma de mal gusto, Rajoy animó a Ana Mato, que según un informe de la Udef habría recibido regalos de la trama Gürtel. Le expresó su apoyo y le transmitió ánimos. O sea, que vamos a seguir teniendo a una ministra bajo sospecha. 

De todo este escándalo no es lo más importante  los efectos que tendrá sobre la intención de voto, porque de lo que estamos hablando es de algo muy grave que hace tambalearse al primer partido del país y daña la credibilidad y pervivencia del sistema, pero sí es algo que genera interés lógico y comprensible. ¿Cómo afectan todas estas revelaciones al voto? Primero, alejando aún más a los ciudadanos de la política. Según una encuesta de Metroscopia para El País que publica hoy el diario de Prisa (y que se hizo antes del pasado jueves, día en que salieron a la luz los papeles de Bárcenas), la participación en unas hipotéticas elecciones sería del 53%. Es decir, 20 puntos menos que en 2011 y marcando el registro más bajo de la historia de la democracia española en unas elecciones generales. Segunda gran conclusión: el bipartidismo se resiente y está tocado, casi hundido.

 El PP obtendría el 23,9% de los votos frente al 23,5% del PSOE. Subiría hasta el 15,3% Izquierda Unida y casi triplicaría apoyos UPyD, alcanzando el 13,6%. Es decir, el PP se hunde tras poco más de un año de gobierno, el PSOE ni siquiera tocó fondo en las elecciones del 20 de noviembre de 2011 y los partidos IU y UPyD confirman sus espectaculares subidas. El mapa política español cambia y lejos queda ese escenario bipartidista sin hueco para otras formaciones que no fueran PP o PSOE. Los populares han perdido apoyos a chorros en este primer año de gobierno y debido también a los casos de corrupción y los socialistas siguen sin recuperar la confianza de los ciudadanos que le abandonaron en 2011. 

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