Investidura de Barack Obama


Tras el juramento sobre las biblias de Abraham Lincoln y Martin Luther King llegó un  bello y vibrante discurso de Barack Obama. El presidente de los Estados Unidos juró ayer el cargo por segunda  y última vez. Lo hizo ante cientos de miles de personas que vivieron como una ocasión especial el acto público de investidura del presidente. Casi puedo decir que fascina esa afluencia masiva de público a un acto político, sobre todo viendo el tremendo descrédito de la clase política en nuestro país. Allí, según apreciamos, se vive el juramento del presidente como una fiesta nacional de todo el país, no sólo de los partidarios, y es una demostración renovada de la fuerza de la democracia en Estados Unidos. El boato de la ceremonia, unido a la modernidad de las actuaciones y la inclusión de personas que representan a las minorías del país de las barras y estrellas marcaron un acto bonito y lleno de simbolismo.

Obama volvió a demostrar que es un extraordinario orador. No hay muchos como él. Emocionó al público con un discurso maravilloso que conjugó un lenguaje poético y bellísimo con mensajes claros sobre los grandes retos de su segundo mandato y sobre la situación actual de la política en Estados Unidos. El presidente necesita del acuerdo de los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, para aprobar las leyes. Sabe que ha de contar con ellos, y por eso ayer pidió unidad, avanzar todos juntos hacia un futuro mejor y evitar absolutismos políticos. Asumir que las victorias de hoy serán sólo temporales y que se ha de trabajar en base a lo que une a los ciudadanos, no a lo que los separa. También dijo ser consciente de que en estos cuatro años no se va a poder dar salida a un debate de siglos, el del papel del Estado y su grado de intervención en el día a día del país en una clara alusión a los choques con los republicanos en las negociaciones sobre el techo de gasto y el nivel de endeudamiento. 

Fue precioso el discurso y además introdujo en él menciones a minorías que nunca antes habían estado presentes en discursos de investidura de presidentes estadounidenses. Tuvo una mención para los inmigrantes, de los que dijo que llegan a Estados Unidos con la esperanza de un futuro mejor para ellos y para sus familias, pero también para completar y mejorar el país. Habló de "los hermanos y las hermanas homosexuales", diciendo que el camino no estará acabado hasta que tengan los mismos derechos que el resto de los ciudadanos. Llamó a encontrar "nuevas respuestas a nuevos desafíos" y recordó que hay que saber adaptarse al paso de los años.

De economía y política internacional también habló. Muy poco de lo segundo, pero importante al decir que Estados Unidos sale de una década de guerra y que buscar la paz no puede implicar una guerra perpetua. De economía afirmó que se está empezando a ver la salida de la crisis y que Estados Unidos es un país con posibilidades ilimitadas de crecimiento y una acreditada capacidad de reinventarse. Emotiva también su mención a los niños de Estados Unidos, nombrando Newtown en su discurso, para decir que se deben sentir seguros en el país en el que viven. Y mensaje muy directo a la oposición republicana sobre la necesidad de alcanzar acuerdos: "no podemos confundir los principios con el maximalismo, sustituir la política por el espectáculo o tratar los insultos como un debate razonado. Debemos actuar y hacerlo ahora sabiendo que nuestra obra será imperfecta".

"No podemos hacer nada si actuamos solos", dijo Obama, que proclamó también que "más que nunca debemos encarar los problemas juntos como un pueblo y una nación". Esas constantes llamadas a la unidad son muy oportunas y necesarias por el escenario político en Estados Unidos que obliga a pactar con los republicanos sus grandes planes para este segundo mandato, en el que todos los presidentes se preocupan por el legado que dejarán a la historia. No lo tendrá fácil para negociar con la oposición la reforma migratoria que quedó pendiente del primer mandato o el control de armas de fuego. 

Hubo partes memorables de su discurso, especialmente aquellas destinadas a defender los derechos y las libertades individuales, así como la libertad y la igualdad de oportunidades. Dijo que una sociedad no puede tener éxito cuando unos pocos triunfan y otros lo pasan cada vez peor. "Rechazamos que Estados Unidos deba escoger entre cuidar a la generación que edificó este país e invertir en la generación que construirá su futuro", fue otra de sus bellas frases. No faltó tampoco una mención al cambio climático. El presidente Obama aseguró que no afrontar este reto mundial supondría defraudar a las generaciones venideras. En definitiva, un discurso que vuelve a acreditar la excelencia de Obama como orador y que vale la pena volver a leer. Sólo falta transformar esas bellas palabras en realidades, algo que no será nada fácil como ya quedó demostrado en la primera legislatura de Obama. En todo caso, el presidente de Estados Unidos sigue teniendo algo especial, un carisma enorme y una capacidad de hacer vibrar con las palabras que cautiva aún a mucha gente en todo el mundo

Comentarios