Romney, candidato en apuros

Las elecciones presidenciales del 6 de noviembre en Estados Unidos serán un duelo entre un presidente desgastado por cuatro años de mandato que no ha cubierto todas las expectativas creadas y un candidato sin carisma incapaz de conectar con el ciudadano medio. Esta afirmación puede resumir la campaña electoral estadounidense. En dos semanas se celebrará el primer debate entre Obama y Romney y queda mucho hasta la cita con las urnas, pero los últimos acontecimientos afianzan la imagen del candidato republicano como alguien que no comprende los problemas reales de la gente, que se muestra muy distante de la clase baja y media baja y que tiene que hacer denodados esfuerzos por huir de la caricatura de millonario alejado de los ciudadanos que sin gran dificultad extienden los demócratas. Romney se lo pone fácil.
 
La campaña se ha centrado esta última semana en las palabras del candidato republicano en un vídeo que recoge una conversación privada que ha salido a la luz y no deja en buen lugar a Romney. En él, el republicano dice que hay un 47% de la población estadounidense que votará a Obama porque viven del Estado, creen que les debe dar comida, trabajo y todo lo que no necesiten y no son capaces de tomar las riendas de su vida. Personas que mendigan la protección estatal que nunca estarán con él. Esto es tanto como presentar a casi la mitad de los ciudadanos de Estados Unidos como unos parásitos del gobierno que viven de las ayudas y subsidios públicos. Él, dice en el vídeo, se dirige al resto de la población porque sabe que no contará con el apoyo de ese 47%.
 
Este vídeo ha sacudido la campaña del Partido Republicano hasta el punto de que hay quien da por perdidas las elecciones. Son palabras muy duras que, en el fondo, van en la línea con lo que Romney dice habitualmente en público sobre reducir al mínimo imprescindible el papel del Estado en la vida de la gente. Cuando salió a dar la cara por la conmoción causada por este vídeo, no pidió perdón ni matizó las palabras, sino que sencillamente se reafirmó en la idea de fondo y sólo concedió que tal vez debería haber empleado otras palabras. En las filas demócratas se frotan las manos porque este gran argumento para la campaña electoral se lo haya aportado el propio Romney con sus desafortunada expresión. Es una conversación privada y es censurable que salga a la luz, pero lo preocupante de esto es que no hay ninguna duda de que eso es exactamente lo que piensa Romney (en privado no es necesario andarse por las ramas). Y que un candidato a la presidencia de Estados Unidos tenga esa visión del país le pone muy complicado ganar las elecciones y llegar a ser presidente, un presidente de todos y para todos.
 
De ese porcentaje de personas que viven de ayudas públicas hay sectores de población que, según las encuestas, no están precisamente del lado de Obama. Veteranos de guerra o jubilados, por poner dos ejemplos, son sectores que se encuentran en ese 47% de personas que viven del Estado y entre ellos hay más votantes del Partido Republicano que del Demócrata. En ese sentido, Romney habría atacado también con sus palabras a sectores afines. La clase media y el centro ideológico hacen ganar unas elecciones, creo. Al ciudadano medio le cuesta votar a un candidato que tiene una visión tan reduccionista del país, alguien que divide la sociedad en dos bloques: los que creen que el Estado se lo tiene que dar todo hecho y los que aventuran y se hacen responsables de sus propias vidas. Si ese candidato no sólo tiene esa peculiar visión de la sociedad sino que además parece un millonario incapaz de comprender los problemas del ciudadano medio y que vive en otra esfera muy distinta a la de mayoría de la población, ese candidato lo tiene difícil en una cita con las urnas.
 
A la campaña de Obama le interesa potenciar esta imagen de Romney y el vídeo les ha caído del cielo como arma poderosa para centrar en debate en esas carencias del candidato republicano y en la idea de que un presidente debe serlo de todos los ciudadanos, en lugar de hablar de economía y de que el país no termina de remontar de la crisis. Como decía al comienzo del artículo, Obama ha sufrido un desgaste en estos cuatro años de gobierno fruto de las inmensas expectativas creadas que no se han cumplido en todos los casos. El candidato de la ilusión que fue en 2008, el del "yes, we can", el que cautivó a una gran parte de la ciudadanía estadounidense tiene poco que ver con el presidente del 2012. La economía es su talón de Aquiles y, en general, la pérdida de esa ilusión generalizada que transmitía. Eso sí, conserva buena parte de su carisma y sigue despertando simpatía entre una parte considerable de la población. Desde luego, es alguien que los ciudadanos ven mucho más cercano y agradable que Romney. Y la personalidad del candidato también es un elemento a tener en cuenta en unas elecciones presidenciales. En ese sentido, el carisma y el magnetismo que conserva Obama es un arma ante esa personalidad sosa, gris y alejada de la ciudadanía que presenta Romney.
 
En dos semanas se celebrará el primer debate y sin duda esos cara a cara serán importantes en el devenir de la campaña. Los republicanos deben intentar sacar del centro del debate electoral ese vídeo de Romney y, en general, a su candidato como alguien millonario que no puede entender lo que le necesita el ciudadano medio. Como gesto de transparencia han publicado un informe con lo que ganó y tributó al Estado en los últimos 20 años. En 2011 ganó 13,7 millones de dólares (unos 10 millones de euros) y pagó un 14% de impuestos. Es un gesto de transparencia ante la presión que venía sufriendo durante meses Romney para que hiciera públicas sus declaraciones de la renta, pero puede salirle mal porque probablemente los ciudadanos no se quedarán con el gesto simbólico, que además ha sido fruto de esa presión previa, sino con esa tributación muy baja de Romney: un 14%, menos que un ciudadano de clase media estadounidense. Más bien estos datos pueden contribuir a alejar a Romney del votante medio. Pero queda mucha campaña. Algunos analistas creen que el candidato republicano tiene difícil remontar el vuelo, pero las encuestas no reflejan una gran distancia entre los dos y hay tiempo como para pensar que no queda mucho partido por delante.

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