Tiroteo en Denver

12 muertos y 50 heridos dejó el tiroteo en un cine de Aurora, cerca de Denver, cuando se estrenaba la última película de Batman. James Holmes, de 24 años, disparó a discreción contra todos los asistentes. Este joven, que abandonó este año sus estudios del doctorado en Neurociencia, se identificó, según algunos testigos, como Joker, el rival de Batman en la historia de ficción que se estrenaba en la sala. La Policía dice que se trata de un perturbado. No lo dudo, porque alguien en su sano juicio no es capaz de hacer algo como la atrocidad que cometió ayer Holmes, pero creo que en Estados Unidos harían bien en estudiar si las autoridades hacen todo lo posible por evitar este tipo de matanzas indiscriminadas que se repiten cíclicamente en el país más avanzado de la Tierra.

Desde luego lo de ayer fue un acto criminal horrible que es muy difícil de evitar y que es obra de una actitud descontrolada de alguien fuera de sí, una matanza brutal imposible de prever. Pero es importante destacar lo que se destaca cada vez que pasan estas cosas en Estados Unidos: que allí, sobre todo en ciertos Estados, es tan fácil adquirir un arma como comprar una barra de pan. Luego, cuando suceden estas desgracias, nos echamos la mano a la cabeza y despachamos el asunto afirmando que es obra de un perturbado, cualquier cosa antes de pararse a reflexionar sobre la flexible legislación en relación a la posesión de armas. No quiero que éste sea el mismo artículo mil veces escrito sobre esta cuestión en EE.UU, pero sí me asombra y me desagrada profundamente que en un país como el norteamericano no se abra un debate profundo y serio sobre este asunto. No entiendo esta facilidad pasmosa para comprar armas.

Barack Obama suspendió ayer sus actos de campaña y mostró su conmoción ante lo ocurrido. "Esta violencia y este mal no tienen ningún sentido". "Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para traer ante la justicia a quien quiera que sea responsable de este crimen atroz, y tomaremos cualquier medida que sea necesaria para salvaguardar la seguridad de la ciudadanía de Colorado". Acción de la justicia y refuerzo de seguridad policial en la zona. Eso es lo que prometió ayer el presidente estadounidense. Es lo que corresponde en un momento así, naturalmente. Pero la policía, las autoridades, los gobernadores, el presidente, no pueden hablar de estas matanzas como si fueran desgracias que no tienen nada que ver con las leyes que ellos pueden cambiar, como si fueran actos imposibles de intentar prevenir. Lo de ayer en Denver no fue algo evitable al cien por cien, desde luego que no, pero tampoco fue un terremoto o algún fenómeno natural caído del cielo. Si este joven no hubiera podido adquirir el arsenal de armas que tenía, quizás no se habría producido el tiroteo.

5 días de luto nacional ha decretado Obama. La matanza ha conmocionado al país, como no podía ser de otro modo. Un país tristemente acostumbrado a este tipo de tiroteos. Concretamente, según leemos hoy en El País, ha habido 24 tragedias similares en las dos últimas décadas. ¿Por qué no se hace algo para intentar evitar esto? Perseguir a los autores de estas matanzas es elemental y reforzar la seguridad en las calles es lo esperable, pero lo que es urgente en Estados Unidos es que todo el mundo entienda que se necesita abrir un debate mucho más de fondo sobre esta cuestión. Lo más fácil para los defensores de las armas es decir que estos tiroteos son obra de locos. Insisto, no dudo de ello, pero tal vez habrá que plantearse si es prudente que sea tan sencillo que todo el mundo, perturbados incluidos, pueda comprar armas.

Conocemos de sobra la historia. La Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos incluye el derecho a poseer armas. A ese precepto legal se agarran quienes defienden que todo ciudadano tiene derecho a tener medios para defenderse. Por eso, al lado de chocolatinas y bricks de leche, uno se encuentra con balas y pistolas en los establecimientos de Estados Unidos. Recientemente (en 2008 y 2010) la Corte Supremo tomó sendas decisiones en las que establecía con claridad que la Segunda Enmienda recoge el dereco a poseer armas de todos los ciudadanos, sin necesidad de que formen parte de ninguna milicia (policía, ejército...). Cada Estado tiene su propia norma, pero por regla general basta con presentar una indentificación. En algunos casos, se debe esperar tres días. Como vemos, exahustivo control.

La Segunda Enmienda se aprobó en 1791. Repito la fecha, 1791. Estamos a 2012, pero en una cuestión de no menor importancia como es la posesión de armas, Estados Unidos se rige por una ley de siglo XVIII. Allí esta cuestión es intocable, irrenunciable para ciertos grupos de personas que entienden esta derecho como algo inmutable e indiscutible. Hay una Asociación Nacional del Rifle poderosa y hay gente que piensa que, en efecto, son más seguros teniendo armas en casa. Sucede que las armas las pueden tener ellos y todos los demás, y sucede que pasa con demasiada frecuencia que personas aparentemente normales y tranquilas se lían a tiros y provocan una brutal matanza. Como este último tiroteo, causado por un, hasta hace unos meses, modélico y educado estudiante de Neurociencia. No haré la pregunta demagoga de cuántas muertes más tiene que haber en Estados Unidos para que se cambie esta ley o, al menos, se debata seriamente si tiene sentido mantenerla. Pero sí muestro aquí mi asombro porque adquirir un arma en el país más avanzado, dicen, del mundo sea tan sencillo y porque siga en vigor una norma de 1791. Como el mundo ha cambiado tan poco desde entonces...


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