Bicentenario de la Constitución de 1812



Hoy Cádiz será una fiesta y, de algún modo, volverá a ser capital de España. La ocasión lo merece, porque hoy se cumplen dos siglos de la promulgación de la Constitución de 1812, conocida como "La Pepa" por nacer el día de San José. Fue la primera Constitución de la Historia de España y supuso una auténtica revolución. Rompía con privilegios, daba un portazo al absolutismo, introducía en España la soberanía nacional, limitaba el poder del Rey, traía la libertad de imprenta, eliminaba la tortura y la Inquisición, introducía la división de poderes... No sólo fue la primera Carta Magna de la Historia de España y no sólo llegó en unas condiciones durísimas en las que el país estaba invadido por los franceses, el ejército más poderoso del momento en todo el mundo, sino que también fue una de las Constituciones más avanzadas de su época. España estuvo a la altura y llevó a cabo un proceso constituyenye con principios y valores inimaginables en nuestro país pocos años antes.


En plena Guerra de la Independencia, despúes de la invasión napoleónica y el levantamiento en armas del pueblo, los españoles se organizaron en Juntas provinciales que habían de ser un gobierno provisional que, en el nombre del Rey, se hicieran cargo del país y representaran un órgano de poder. En 1810, en Cádiz, se crearon las Cortes que tenían como objetivo elaborar una Constitución. El ambiente que se respiraba en la ciudad andaluza en esos momentos era de libertad, de patriotismo, de debates, de entusiasmo. Diputados liberales llegaron de toda España y también de los territorios de América que pertenecían a España en aquel momento para redactar esa nueva norma fundamental. El 10 de noviembre de 1810 también fue una fecha destacada, ya que se decretó por primera vez en la Historia de España la libertad de imprenta, aunque sólo para ideas políticas y no para las religiosas. Fue un asunto central de los debates en las Cortes y se asistió a una proliferación de publicaciones como El Conciso, el Robespierre español o El redactor general, además de todo tipo de folletos que inundaron Cádiz de ideas avanzadas.


La Pepa fue una Constitución avanzada a su tiempo. Tanto es así que el apoyo que las Cortes y la propia Constitución recibieron del pueblo español, un pueblo retrasado en su gran mayoría, no fue como para tirar cohetes. La Constitución de 1812 inquietaba mucho a algunas sectores que veían peligrar sus privilegios. No gustaba nada a Fernando VII, que no concebía un sistema distinto al absolutismo en el que había sido educado; pero tampoco a los nobles o a la Iglesia. Y, tristemente, no enamoró tanto como cabría esperar a la población española. El rey regresó con la intención de reinar como se había reinado siempre. Vino haciendo creer que respetaba la Constitución, pero no tenía la menor intención de hacerlo. Muy al contrario, la derogó en cuanto pudo y persiguió a los liberales que habían osado restar poderes al monarca y hablar de Cortes, soberanía nacional y división de poderes. Durante ese corto espacio de tiempo de apenas dos años que van desde la promulgación de la Constitución en 1812 hasta el retorno del rey en 1814, en España estuvo en vigor una Carta Magna muy moderna, rompedora y liberal. Luego volvió a estarlo en el conocido como trienio liberal (1820-1823), en el que el Rey no tuvo más remedio que tragar con "La Pepa".


La Constitución en sí, en el momento en el que fue creada, no tuvo un gran éxito, pero sembró una semilla en España que ya nadie podría arrancar. Creo no exagerar cuando digo que casi ninguna Constitución de la Historia de España fue tan rompedora y revolucionaria en su momento como lo fue la de 1812. Le daba la vuelta a la tortilla y cambiaba el régimen absolutista que durante siglos nadie había discutido en España. Así, "la Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna persona ni familia" (artículo 2) y "la soberanía reside esencialmente en la Nación" (artículo 3). Son dos de los 384 artículos que componen la Constitución española de 1812. Pero hay más principios que suponen un cambio radical a lo tradicional en España hasta aquel momento. "La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey" (artículo 15), "la potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y criminales pertenece exclusivamente a los tribunales" (artículo 242), o el importantísimo artículo 371 que dice así: ""todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidades que establezcan las leyes".


La Constitución de 1812 es muy avanzada salvo en un aspecto, el religioso. Fue lo que le faltó a "La Pepa" para ser definitivamente moderna y rupturista. En el artículo 12 se estable que "la religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera" y que "La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra". Los diputados de Cádiz no fueron capaces de hablar de libertad religiosa, ni de extender la libertad de imprenta a las ideas religiosas. Aún así, a la Iglesia no le gustó esta Constitución, por lo que suponía de amenaza a los privilegios de ciertos sectores en aquel momento, entre ellos la propia Iglesia. La tradición española pesó en aquel momento y tampoco hay que olvidar que España estaba en una guerra contra el invasor francés y que el aspecto religioso también pudo ser un elemento para apelar al patriotismo y la identidad española, aunque en eso hay visiones distintas de los expertos. En cualquier caso, "La Pepa" sólo se dejó ese aspecto, junto a la discriminación absoluta de la mujer, pues la igualdad entre hombres y mujeres no era ni siquiera planteable en aquella España de comienzos del XIX.


Naturalmente, dos siglos después, cuando valoramos y elogiamos la Constitución de 1812 no lo hacemos defendiendo que todos y cada uno de los principios de ese texto podrían ser aplicables tal cual en la España de hoy, sino reconociendo lo que supuso en aquel momento, lo que significó. Muchos historiadores defienden que la Nación española nació en aquel momento. Sólo a partir de entonces se habla de soberanía nacional, concepto clave y que luego centrará todos los debates políticos. Los españoles dejan de ser súbditos para ser ciudadanos con sus derechos, y el Rey deja de ser un monarca absoluto para convertirse en un servidor del país. Para analizar documentos como la Constitución de 1812, hay que situarse en el contexto en el que fueron redactados. Y para la España de ese momento, incluso para todo el mundo, "La Pepa" fue una Constitución muy avanzada y moderna. Introdujo en España principios, derechos y valores que luego tendrán huella en las Cartas Magnas posteriores y que, en esencia, siguen vigentes hoy en día, aunque perfeccionados y adaptados al tiempo actual. "Somos hijos de esa Constitución" y "si hay una Constitución de la que los españoles podamos sentirnos orgullosos, ésa es la de 1812", me decía don Carlos Rodríguez, historiador y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid en una entrevista que realicé para el programa especial de Ritmo Informativo que acompaña estas líneas. Y tiene razón. España estuvo entonces a la cabeza del liberalismo, estuvo a la altura y, viendo distintos momentos de la Historia del país, sin duda aquel es uno de los que más nos podemos sentir orgullosos.


La Constitución de 1812 no fue una ocasión perdida, aunque en cierta forma sí fue algo de eso, ya que Fernando VII volvió a implantar el absolutismo en España, ya que plantó una semilla de libertad que fue creciendo poco a poco, a su ritmo, en nuestro país. Dos siglos son muchos siglos, es mucho tiempo y por ello es lógico que algún aspecto de la Constitución de 1812 poco avanzado y, quizás nada elogiable. Pero fue algo rompedor, avanzado y moderno. Tanto que resultó demasiado para la España de entonces, que tendría que esperar unos añitos más para que ese sueño liberal de los diputado de Cádiz fuera una realidad. Pero "La Pepa", que los españoles fueron mitificando y aprendiendo a valorar con el paso de los tiempos, merece hoy nuestro homenaje. Porque ese 19 de marzo de 1812 se promulgó una Constitución en Cádiz que, por encima de otras cosas, suponía un paso adelante colosal en la Historia de España. Un paso adelante en una senda que el país avanzó durante los siglos posteriores y nos ha llevado, por caminos retorcidos y llenos de obstáculos en demasiadas ocasiones, a una democracia como la que hoy disfrutamos. Por todo ello hoy es un día magnífico para gritar ¡Qué viva la Pepa!

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