5,8%, nuevo objetivo de déficit

Ayer concluyó en Bruselas una nueva cumbre europea marcada por la economía. 25 países miembros de la Unión Europea, todos menos Reino Unido y República Checa, firmaron un tratado en el que se comprometen con la disciplina presupuestaria y con la austeridad. Para las políticas de impulsa al empleo y a la economía habrá que esperar. Fue en Bruselas donde Rajoy resucitó una palabra que creíamos muerta, o al menos agonizante: soberanía, para explicar por qué no le consultó a ningún líder europeo la cifra del objetivo de déficit para 2012. Los países europeos han cedido muchas competencias a Europa, y eso no es necesariamente malo. Todos hemos de estar convencidos de que un proyecto europeo común y sólido es lo mejor que nos puede pasar. Cierto es que la UE en estos momentos tiene poco de proyecto sólido. El caso es que impera la sensación de que los gobiernos nacionales tienen cada vez menos poder de decisión y que las cosas importantes vienen impuestas de Berlín con escala en Bruselas.

Por eso tal vez me llamó especialmente la atención la forma en la que Rajoy anunció que el objetivo de déficit para España en 2012 será del 5,8%, casi un punto y medio por encima de lo que pide Europa. De un día para otro hemos pasado de venerar el 4,4% como un valor sagrado a decir que sobrepasarlo sobradamente no es saltarse el compromiso de déficit para 2012, ya que lo cumpliremos en 2013 (entonces será un 3%). Rajoy se empeñó en presentar este nuevo objetivo de tal forma que pareciera cualquier cosa menos un desafío a la Unión Europea. No sé si lo fue o no, tampoco sé cómo habrá caído en las instituciones comunitarias esta cifra y la forma de presentarlo de Rajoy. Hoy se lee en la prensa que no ha sentado del todo bien, sobre todo porque el presidente español no le dijo nada a nadie durante los dos días que duró esta cumbre europea. Rajoy dijo que ni se lo dijo ni se lo tenía que decir, porque es una decisión soberana de España que llevará a Europa cuando lo hagan el resto de países. Parece también que España no será el único que se salte el objetivo inicial para 2012, aunque sí ha sido el primero en dar la cara y expresarlo, algo que, sinceramente, creo que le honra al presidente.

La situación económica hace absolutamente imposible cumplir con el objetivo del 4,4%. Sería asfixiar a la población, ahogar la economía y llevar a cabo un suicidio colectivo. En este asunto del déficit quien está dejando bastante que desear es la propia Unión Europea, porque no es creíble mantener unos objetivos que se plantearon esperando un crecimiento muy alejado de la realidad de la recesión que afrontamos actualmente. Según parece, y para no variar, es Merkel la que sigue imponiendo esa rigidez en el control del déficit. Naturalmente no sería sostenible que siguiéramos mucho tiempo con cifras de déficit disparadas y descontroladas, pero ponernos en un plan tan estricto puede ser un error que traiga más malas consecuencias que buenas. Hace décadas que el mundo no afronta una crisis de estas dimensiones. No soy un experto económico, pero desde luego tampoco parecen serlo los responsables políticos que, como la canciller alemana, llevan años intentado solucionar este asunto o encauzarlo y no son capaces. Puede que se estén equivocando y con su obsesión por la disciplina fiscal y la austeridad estén retrasando la salida de la crisis.

Creo que el déficit es una de las pocas armas que tiene un gobierno cuando vienen situaciones tan graves como éstas. Atar las manos a los gobiernos prohibiendo ir más allá en el déficit cuando haya que hacer frente a crisis como la actual es un error. Hacen bien los países europeos en comprometerse con la reducción del déficit, pero de toda la vida los gobiernos se han tenido que encargar de estimular la economía cuando vienen mal dadas y no veo una situación en la que se justifique más hacer excepciones al control extremo del déficit que esta crisis. No sé si Europa cambiará o no en adelante sus objetivos de défici y tampoco sé si los mercados aumentarán su presion sobre España porque el gobierno haya anunciado que su objetivo de déficit para 2012 será del 5,8% y no del 4,4%. Pero será Europa la alejada de la realidad. Si se empeña en seguir pidiendo lo mismo que pedía cuando esperaba que la economía creciera en un escenario en la que la economía española caerá entre un 1,5% y un 1,7%, el problema es suyo y se llama falta de contacto con la realidad.

Lo más grave de esta crisis es el paro terrible que, mes a mes, nos da más disgustos. En febrero volvió a subir en más de 112 mil personas y el gobierno espera que en 2012 se destruyan 630.000 puestos de trabajo más. Si se cumplen estas previsiones, cerraremos 2012 con una cifra en la EPA próxima a los seis millones de desempleados y, en efecto, este año habrá hecho bueno al 2011. La absoluta prioridad del gobierno y de todos los que puedan aportar algo (partidos políticos, sindicatos, empesarios) ha de ser frenar esta sangría porque hablar de esta desoladora cifra de parados es hablar de insoportables dramas familiares, de vidas en suspense, de proyectos rotos y de sueños destruidos por la crisis. Hay que centrar todos los esfuerzos en generar empleo porque el del paro es un drama atroz que ningún país se puede permitir sostener en el tiempo. Casi uno de cada cuatro españoles que quiere trabajar no puede hacerlo, y la mitad de los jóvenes que buscan trabajo no lo encuentran. Es desolador pero de nada sirve lamentarnos, sólo vale ponerse manos a la obra para intentar afrontar esto como sea. Si es entre todos, mucho mejor.

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