Actualidad política

La política ha empezado el año con mucha actividad y hoy es un día destacado en la agenda del PSOE ya que Carme Chacón presenta su candidatura a la secretaría general del partido. Esta semana se decidía finalmente, o lo anunciaba, porque creo que ella lo tenía bastante claro desde hace tiempo. Chacón celebrará el acto de presentación en Olula del Río (Almería), el pueblo de su padre. Además de cuestiones sentimentales o nostálgicas, se presenta en Andalucía porque sabe que debe vender su cara más españolista y porque en esta comunidad se jugará la próxima batalla electoral. Chacón es una mujer preparada que ha ejercido responsabilidades no fáciles, como la del Ministerio de Defensa. Era una de las protegidas de Zapatero y creo no decir ningún disparate si afirmo que de todas las jóvenes políticas por las que apostó el expresidente ella es, de largo, la más capacitada. Teniendo en cuenta que las otras son Leire Pajín o Bibiana Aido puede que tampoco tenga mucho mérito, pero es así.

Chacón sabe perfectamente que el PSC, aunque está integrado en la estructura del PSOE, es un partido al margen y que su principal obstáculo para ser la secretaria general del partido es, precisamente, las reticencias que pueden darse en ciertos sectores del partido a que una política procedente de Cataluña, del PSC, se haga con el control del PSOE. La candidatura de Chacón ha dado ya para muchos comentarios desmedidos. Hay quien dice, por ejemplo, que su llegada sería peligrosa y un desastre para el PSOE ya que es demasiado catalanista y el partido ahora necesita otra cosa. Su rival será Rubalcaba y el PSOE debe plantearse cuál de los dos puede presentarse como la cara de un nuevo partido, como el líder de un nuevo proyecto. En su contra Rubalcaba no sólo tiene la estrepitosa derrota, sino también que tiene más pasado político que futuro. O eso parece. Chacón, sin embargo, sí puede presentarse sin problemas como la cara de una nueva generación, de un nuevo grupo de socialistas modernos, del siglo XXI y con ganas de renovar el partido. También contará con la baza de ser una mujer que, aunque no debería ser ni una ventaja ni una desventaja de por sí, a día de hoy puede ayudar en algunos sectores.

La derrota electoral del PSOE el 20 de noviembre es responsabilidad conjunta de mucha gente, desde luego, pero el cabeza de lista del partido era Rubalcaba y, de los que ahora están luchando por liderar el PSOE, él es el máximo responsable. Lo que ocurre es que nadie puede garantizar que otro líder hubiera dado mejores resultados al partido. La gestión de la crisis económica y el descrédito del gobierno socialista, del que formaban parte tanto Chacón como Rubalcaba, pesaban demasiado. La posibilidad de que nazca una tercera vía está abierta, pero cada vez parece menos probable. Puede que lo que necesite el PSOE no sea un político de la vieja guardia ni una secretaria general que también arrastra una derrota electoral importante (la del PSOE en las generales en Cataluña) y que también está ligada al último gobierno de Zapatero. Las luchas internas en el PSOE deben de ser muy fuertes e impiden que surja un tercer candidato, pero quizás el partido necesita una renovación auténtica, no de boquilla. Y esa verdadera renovación bien podría pasar por un nuevo líder, joven y sin ataduras del pasado.

Rubalcaba quiere cambiarlo todo en apariencia (primarias abiertas, más presencia en Internet, más participación de los ciudadanos) para que todo siga igual (que la vieja guardia siga mandando). Puede que el PSOE necesite mucho más una profunda reflexión de ideas y proyectos que un lavado de imagen. Es positivo que el partido busque acercarse más a la sociedad y que cambie y se modernice, pero la renovación no puede quedar en eso. ¿Será creíble lanzar la idea de que nace un nuevo PSOE si está liderado po alguien que lleva décadas con importantes responsabilidades en el partido y que ha sido partícipe de los errores del último gobierno socialista? No sólo no tengo nada contra Rubalcaba, sino que creo que es un gran político, uno de los mejores, pero puede que su tiempo haya pasado. Chacón puede despertar muchos recelos dentro y fuera del PSOE y es verdad que está por demostrar su liderazgo y muchas otras cualidades necesarias para ponerse al frente de los socialistas. Considero que al PSOE le costará menos vender un cambio o una renovación necesaria con Chacón al frente que con Rubalcaba. Los socialistas deberán agradecer a Rubalcaba que diera la cara en unas elecciones que estaban perdidas y también deberán reconocerlo su gran capacidad política, pero después de eso deberían dar paso a nueva gente.

Sería bueno para el PSOE que hubiera un tercer candidato, alguien sin ataduras, limpio de toda sospecha y al que no se le pueda echar en cara lo que fácilmente sí se puede reprochar a Chacón y Rubacaba: que fueron corresponsables de los errores de gobierno de Zapatero y que ahora, de un modo u otro, buscan borrar esa parte de su pasado político. Para renovar el partido y abrir un tiempo nuevo lo mejor sería alguien que partiera de cero (o casi). Alguien que pueda lograr ilusionar a los socialistas. No creo que Rubalcaba lo haga y dudo que Chacón pueda llegar a hacerlo. España necesita a un PSOE fuerte. Nunca es positivo que un partido con amplios poderes y mayoría absoluta no tenga una oposición compacta y sólida. El PSOE necesita unidad después del Congreso de febrero en torno al líder que se dedica, pero es que el país también necesita a un PSOE activo y que aporte ideas y propuestas; no ese partido que sólo se mira al ombligo y que dedica mucho más tiempo a debatir sobre temas internos que sobre problemas de Estado. El Congreso puede ayudar al PSOE, aunque sea inevitable dar esa imagen de desunión. Lo importante será que el día después del Congreso todos se pongan manos a la obra.

La guerra de comunicados y cartas entre partidarios de Chacón y de Rubalcaba y los enfrentamientos públicos por una expresión o unas palabras procedentes de un lado u otro no conducen a nada. Los socialistas deben ser ambiciosos y autocríticos si quieren reconstruir el partido y renacer de sus cenizas. Deben tener altura de miras y debatir y reflexionar sobre muchas cosas. Las apelaciones de Cristina Narbona a luchar más contra la corrupción, por ejemplo, suenan más a populista y demagógico mensaje que a debate de ideas profundo y serio. Al PSOE le sobra de lo primero y necesita urgentemente de lo segundo. La derrota les da una excelente oportunidad para pensar en qué han hecho mal y para reflexionar. Deben construir una alternativa y deben cambiar todo lo que no funcione. Todo ello deben hacerlo desde la lealtad y la responabilidad requerida siempre a un partido de la oposición con el gobierno. El PSOE, como el resto de partidos, debe centrar todos sus esfuerzos en ser útil a la sociedad. A los votantes socialistas no les agradará ver a su partido dividido más de la cuenta y enzarzado en debates menores cuando lo urgente es hacer profunda autocrítica.

Sí, hicieron cosas mal. Cuando desde el PSOE se dice que la crisis explica la derrota electoral les falta añadir algo: nuestra gestión de la crisis, querrán decir. Es verdad que la crisis se ha llevado por delante a muchos gobiernos, a todos los gobiernos europeos en los que ha habido elecciones desde el comienzo de las turbulencias, pero sus errores de gestión no son cosa menor. El gobierno de Zapatero, sobre todo en los últimos años, dio una imagen de falta de rigor y de seriedad preocupante que se unió al rechazo a sus ideas clásicas, a sus principios. Cuand Bruselas impuso recortes al gobierno no le tembló el pulso a la hora de congelar pensiones y recortar el salario de los funcionarios. Tampoco dudó mucho cuando decidió alargar la edad de jubilación ni cuando aprobó una reforma laboral que reducía derechos de los trabajadores y que, encima, no ha ayudado a crear empleo. En fin, que el PSOE se vio envuelto en una situación económica terrible y en un bache mundial que hacía décadas que no se veía, pero además de eso no lo supo afrontar ni medio bien. Los que le votaron en 2008 no sabían que venía esa crisis, pero no les votaron para que hicieran esos recortes ni para que dieran la espalda a sus principios en cuanto vienen mal dadas.

Creo que el país necesita que, puesto que el grupo parlamentario socialista ya es bastante débil en cuanto a número de diputados, al menos haya una oposición seria y bien formada con un liderazgo sólido y que sea capaz de dar la réplica a las medidas del gobierno. Al PP le viene genial que el PSOE esté liado en cuestiones internas, porque no hay una voz única de los socialistas contra estas medidas. La vuelta a la normalidad es necesaria. Cuando hablo de normalidad hablo de una oposición con un líder claro y sin divisiones internas, pero también de un presidente del gobierno que no tardé semanas y semanas en hablar en público. Rajoy debería organizar una de esas ruedas de prensa sin preguntas que tanto le gustan, porque si no se nos va a olvidar hasta cómo es su tono de voz. En parte, creo que lo mejor que puede pasar en la política española es que llegue mediados de febrero y que tengamos ya a un presidente del gobierno que comparezca ante el Congreso y dé la cara, si no es mucho pedir, y a una oposición estable que haya dejado atrás la división interna.

Comentarios