Guerra en Libia

Mientras en España es noticia que el paro sigue siendo la máxima preocupación para los españoles, seguido de la economía y de la clase política, que en Valencia se ha puesto en libertad a los cinco manifestantes que fueron detenidos tras la carga policial frente a las Cortes de esa Comunidad y que IU va a hacer posible que el PP llegue al poder en una serie de municipios donde podría haber pactado con el PSOE, hay informaciones que llegan desde el extranjero que invitan a centrar nuestra mirada en países como Libia. Allí, a pesar de que el tema ha desaparecido casi por completo de los medios de comunicación, sigue habiendo una guerra y, como en todas las guerras, las noticias que llegan desde allí son realmente desoladoras. La última información que recibimos desde Libia expresa las sospechas de la Corte Penal Internacional de que el dictador Gadafi ordenara a sus soldados violar a mujeres. Según parece, este repugnante delito fue incitado y alentado por el líder libio. Fue el fiscal de esta Corte, Luis Moreno Ocampo, quien dijo que se disponían de pruebas que demostraban que Gadafi había sido el inductor de estas terribles prácticas contra las mujeres. Un modo horrible de represión a los rebeldes y opositores al dictador.

Sin duda esta noticia, sumada al hecho de que la guerra continúa en Libia y sigue habiendo muertes cada día por este conflicto, es lo más alarmante de todo. Sabemos de lo que es capaz Gadafi y en este caso el dictador, según la Corte Penal Internacional, habría ordenado violar a mujeres. Para ello suministró medicamentos similares a Viagra a sus soldados. Es una noticia realmente triste y odiosa, un motivo más, éste de peso como el resto, para ordenar la detención de Gadafi, de su hijo y del resto de dirigentes libios que estén detrás de estos delitos. Un motivo más para desear con todas las fuerzas que el dictador libio sea detenido y puesto a disposición judicial. Debe pagar por lo que ha hecho y responder ante la Justicia por todo el dolor que ha provocado en su pueblo, ése que dice querer y cuidar. Acabar con la dictadura de Gadafi es, desde el comienzo de la operación aliada en Libia, el principal objetivo. Cuanto más se conoce lo que está haciendo el dictador, más razonable parece que el mundo haya decidido actuar. Puede que la guerra esté empantanada, puede incluso que no fuera la mejor solución, pero sin duda algo había que hacer porque ningún pueblo merece esta clase de energúmeno en el poder. Gadafi debe ser arrestado.

Hasta que conocimos estas sospechas fundadas de la Corte Penal Internacional sobre lo que ordena Gadafi hacer a sus soldados contra las mujeres, la noticia más destacada era la decisión de continuar con la operación militar en Libia tanto tiempo como haga falta para acabar con su poder en el país y los apoyos que está recibiendo el Consejo Nacional de Transición por parte de distintos países. La ministra de Exteriores de España, Trinidad Jiménez, viajó hasta Bengasi para mostrar el respaldo de nuestro país a los rebeldes libios. Además, Estados Unidos ha reconocido a este Consejo como interlocutor legítimo. Se camina por lo tanto hacia la plena aceptación de los rebeldes como gobierno legítimo de Libia. El apoyo que están recibiendo es muy generalizado en la mayoría de los gobiernos. La gran pregunta ahora es cómo va la guerra, es decir, en qué situación se encuentra el conflicto. Más allá de que algún día conocemos que se han intensificado los bombardeos sobre Trípoli, hace mucho tiempo que no tenemos información clara de avances o retrocesos en la guerra. Esto puede deberse a que tanto rebeldes como leales a Gadafi se han hecho fuertes en sus posiciones y se están dedicando a mantenerlas. Cada vez es más una realidad ese temor que se expresaba cuando comenzó este conflicto de que se podía ir hacia una guerra larga.

No hay ni un solo indicio que haga pensar en un final próximo del conflicto. Gadafi sigue en su actitud de siempre, es decir, incitar a cometer crímenes y mantenerse con esa postura chulesca y desafiante en sus aparaciones públicas. Hace algunas semanas se habló de posibles acuerdos de paz, de un posible alto el fuego, pero, por una razón o por otra, lo cierto es que nunca se llegó a un parón en la guerra. Está claro que la resolución del conflicto pasa, sobre todo, por la marcha de Gadafi. Los rebeldes no aceptarán, y es muy lógico que así sea, ningún plan o acuerdo que no lleve consigo la marcha del dictador libio. Con la guerra en una situación poco clara y nada inclinada hacia ninguno de los dos combatientes y con la comunidad internacional apoyando a los rebeldes, no parece que se pueda aventurar un final del conflicto. Gadafi sigue con su huida hacia adelante y ya ha demostrado suficientemente que es capaz de cualquier cosa para seguir en el poder. No lo para nada y nada le importa más que poder mantenerse al frente de Libia, para seguir saqueándola y seguir explotando a su pueblo. ¿Solución diplomática o victoria en la guerra? ¿Cuál de las dos salidas es más probable? En ambos casos da la sensación de que habría que dar un paso más para echar a Gadafi del poder.

Sobre la postura de España, desde el gobierno se ha mostrado el apoyo claro y contundente a los rebeldes y su Consejo Nacional de Transición, amén de afirmar que la intervención española en Libia, la colaboración a la operación militar de los aliados, seguirá el tiempo que sea necesario. Atrás quedan los tiempos en los que se decía que el único objetivo de la intervención era proteger a la población civil. Ahora ése sigue siendo un objetivo, pero lo primero que se busca es la marcha de Gadafi. Recuerdo que cuando comenzó la guerra había líderes que llegaron a afirmar que desalojar a Gadafi del poder no era el objetivo de esta misión. Las cosas se han ido aclarando y ahora nadie duda de la intención de esta operación. Tampoco se entendería bajo ningún concepto que esta guerra acabara de un modo distinto a una nueva Libia que avance hacia un proceso democrático y que deje atrás la pesadilla de la dictadura de Gadafi. Cualquier salida al conflicto que no pase por el adiós de Gadafi no es una salida válida, pues no sería aceptada por los rebeldes ni tampoco entendida por el mundo. El dictador ha dado muestras de su crueldad e instinto criminal y la gentuza como él deben pagar por lo que han hecho ante los tribunales. Eso sería más deseable que ver a Gadafi muerto, pues siempre es mejor detener a este tipo de personas y juzgarlas.

Cuando Egipto logró que Mubarak se marchara del poder, el presidente de Estados Unidos pronunció unas palabras que pueden ser perfectamente la frase del año. Dijo Obama lo siguiente: "los egipcios ha cambiado el mundo". El país árabe hizo historia y ésa es la sensación que tenemos desde que a comienzos del 2011 el mundo árabe comenzó a levantarse contra sus dictadores. Estamos viviendo un momento histórico y la Historia será la que diga a generaciones venideras cómo actuamos desde Occidente ante estas revoluciones, si apoyamos el avance hacia un sistema más justo y más libre en estos países o si miramos para otro lado cuando necesitaban nuestra ayuda. Por eso, porque se trata de algo histórico que puede cambiar realmente el mundo, hay que estar a la altura. La primavera árabe, como también se le conoce en los medios de comunicación, está siendo un acontecimiento de los que pasan a la Historia y cambian el curso de un país, el curso del mundo. En este sentido, el apoyo al los rebeldes libios, que no deja de ser en cierto modo algo arriesgado, reflejan que, al menos en lo que tiene que ver con Libia, los líderes mundiales son conscientes de la importancia de todo lo que está suciendo este histórico 2011.

Hay más países, como Siria o Yemen, donde se está produciendo una terrible represión por parte de los sátrapas que están en el poder. Todos estos gobernantes despóticos tienen algo en común: no quieren irse y están dispuestos a cualquier cosa para mantener su privilegiada situación, aunque sea a costa de la vida de miles de compatriotas. La Historia se sigue escribiendo en estos países, allí hay personas que estan poniendo en riesgo su vida para reclamar un futuro mejor para su país, personas que están pidiendo libertad y opotunidades. Quieren librarse de la tiranía de sus dictadores y ser libres. Todos tenemos que apoyar, en la medida de lo posible, estos movimientos. Los gobiernos del resto de países deben mostrar su apoyo a los ciudadano y ponerse de una vez por todas en contra de todo tipo de gobierno dictatorial por muy amigo nuestro que sea, por muy aliado de Occcidente que sea. El pueblo está hablando y quiere libertad. La lucha noble que están llevando a cabo tantos miles de personas en Libia, Siria o Yemen es digna de reconocimiento y apoyo. Han dado un paso adelante muy importante y difícil de dar y están arriesgándose a perder la vida por buscar la libertad. 2011 será recordado por estos movimientos. Ojalá el final sea el mismo que en Egipto o Túnez.

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