Jornada decisiva en Egipto

Seguimos con la mirada puesta en Egipto y es que los acontecimientos se van sucediendo uno tras otro y a cuál más importante y decisivo. Hoy este país vive una jornada de huelga general y se pretende que la cifra de manifestantes que salgan a las calles a protestar y a reclamar un nuevo gobierno llegue hasta el millón. Las miradas están puestas en dos hombres que representan el pasado y el presente de Egipto, por un lado, y quizás el futuro de este país. Estos dos hombre son Mubarak, el actual presidente, y El Baradei, líder opositor, la persona a la que muchos sitúan como el piloto del proceso de transición. Entre medias, el riesgo de que en Egipto el fanatismo islamista se alce con el poder. Espectadores de esta revuelta son los países del resto del mundo a los que estas revoluciones en cadena en países islámicos ha pillado completamente por sorpresa. De este modo, los países que han estado apoyando al líder egipcio ahora se ven obligados a apoyar con la misma firmeza, salvo excepciones como la de Israel que sigue del lado de Mubarak, a los manifestantes. Las últimas noticias sobre Egipto hablan de que el líder opositor, El Baradei, ha dado un ultimátum al presidente egipcio: el viernes debe estar fuera dle poder para evitar un "baño de sangre".
Lo cierto es que no parece que Mubarak vaya a poner fácil a los opositores un proceso de verdadero cambio político. Así, el actual presidente ha cambiado de gobierno para tratar de calmar los ánimos, pero también para aferrarse al poder. Lo cambia todo menos lo que de verdad quieren los manifestantes que se cambie, es decir, que él se dimita de su cargo y deje paso a un gobierno de coalición de todos los partidos y que se abra posteriormente un proceso de transición como el que desean abrir ahora en Túnez tras la marcha de Ben Ali. Por cierto que los actos de pillaje que se están produciendo en Egipto podrían volverse contra el patrimonio histórico y cultural de este país. Algunas informaciones del domingo hablaban de que se habían destrozado algunas piezas del Museo Egipcio y ahora se teme que no se pueda controlar a algunos vándalos que vayan contra la gran riqueza cultural del país. Es una cuestión muy importante también. Lo que sucede es que está en juego la libertad de todo un país y la vida de muchas personas. Cada cosa debe estar en su plano, y no creo que quienes destrozan piezas con siglos de historia estén luchando por la libertad de su pueblo. Por eso, se ha dado la voz de alarma y es de desear que no haya nuevos ataques al Museo Egipcio.
Sobre lo que está pasando a estas horas en Egipto, hay que decir que un día más las manifestaciones son multitudidarias según cuentan todos los medios de comunicación que hablan de cientos de miles de personas en las calles de El Cairo y de una plaza de Tahir, símbolo de ests protestas, abarrotada de gente. El lema de la protesta no puede ser más claro y no puede resumir mejor la intención de los manifestantes: "Abajo Mubarak, todos contra Mubarak". Son treinta años de gobierno despótico al que los egipcios quieren poner fin. Según informan los medios, hay personas de toda condición en estas protestas. En todo movimiento de este tipo es muy importante el papel de los jóvenes, pero en este caso también acuden a las marhcas familias enteras que han entendido la relevancia de lo que está en juego y que no están dispuestos a seguir aceptando este régimen. Está por ver hasta cuándo podrá mantenerse en el poder Mubarak ya que no parece sostenible en el tiempo tal estado de movilización social y se corre el riesgo de que el país pase a un estado de continuas protestas y en las que las pérdidas (y no sólo económicas) serían enormes para Egipto. Mubarak se tendrá que ir antes o después, pero parece que él hja elegido la segunda opción: alargar su estancia en el poder lo máximo posible.
Desde el comienzo de estas revueltas se miró al Ejército con mucha atención. Mubarak trató de ponerse a los militares de su lado dando un cargo relevante en su nuevo gobierno a un miembro del Ejército. a diferencia de la Policía, el Ejército es un cuerpo muy respetado en Egipto y, ciertamente, los militares están dando sobradas razones a esa confianza que muestran en ellos los ciudadanos. En ningún momento han reprimido con violencia las protestas y ayer el Ejército anunció que éstas son "legítimas" y que nuna recurrirá al uso de la fuerza contra el pueblo. El Ejército parece estar más del lado de los ciudadanos que de Mubarak, y esta es una mala noticia para el presidente, otra más, ya que si ya de por sí parece poco probable que Mubarak vaya a lograr seguir mucho tiempo en el poder sin que haya graves altercados en Egipto, resulta misión imposible que el presidente mantenga su posición de fuerza sin el apoyo de los militares. Las palabras que llegaban ayer desde el Ejército dan alas a los ciudadanos ya que saben que éste no será una herramienta a la que pueda recurrir Mubarak contra ellos. Otra cosa es que los militares se unan de forma explícita a los manifestantes y que pasen de considerar legítimas las protestas a hacer suyas las reivindicaciones de las mismas.
Lo que resulte de la jornada de hoy, en la que se aspira a paralizar el país, será decisivo, o puede serlo al menos, para el futuro de Egipto. Si los ciudadanos van haciendo nuevas demistraciones de su poder y de su fuerza, el régimen d eMurbarak quedará cada día que pase más desligitimad, y cada segundo será más difícil para el presidente y los suyos poder conservar el poder. La fuerza de la calle, la fuerza del pueblo, está quedando clara en Egipto estos días como ya quedó claro en Túnez a principios de año. Los ciudadanos de Túnez fueron capaces de poner punto y final a un régimen que duraba más de veinte años y lograron que Ben Ali se fuera del país. Ahora los egipcios tratan de imitar esta acción de los tunecinos. Los analistas de todo el mundo están ya comenzando a estudiar lo que está pasando en el mundo árabe para que se den estas protestas. Lo hacen con la fascinación que siempre despiertan en su comienzo las revoluciones sociales. Siempre fascina, en efecto, ver cómo el pueblo es capaz de desalojar del poder a un líder que lleva años aferrado al sillón presidencial y que es la cabeza visible de un régimen duro con sus ciudadanos. La contentación de los tunecinos abrió el camino y la pregunta ahora es quién será el siguiente.
Resulta fácil especular sobre la posibilidad de que las revueltas se extiendan a otros países de la zona, pero así como nadie pudo prever lo ocurrido en Túnez y lo que está pasando en Egipto, sería muy aventurado afirmar que en este o aquel país se darán también protestas ciudadanas que pondrán en jaque al gobierno. Hay que esperar y lo único cierto en este sentido es que ya se han dado algunos actos de protesta en otros países pero, de momento, ha sido algo aislado. Cuando prende la mecha es muy difícil sofocar el incendio y hay quien habla ya de que las autoridades marroquíes tampoco se van a escapar de las protestas de la calle. Está por ver si en otros países toman ejemplo o no de Túnez. Por lo pronto todos miramos a Egipto y sólo a Egipto, pero nadie nos garantiza que no se vayan a producir acontecimentos similares en otros países que viven una situación parecida a la del país de los faraones. Dice un refrán que cuando las barbas de tu vecino veas pelar... Y así deben estar muchos, remojando las suyas ante la posible extensión de los conflictos y de los aires de libertad que se extiende por el mundo árabe. El ejempo de Túnez y Egipto podría ser sólo el comienzo, pero también pueden ser dos casos aislados. El tiempo dirá.
Por último, ahora los países occidentales que apoyaban a Mubarak están demostrando su capacidad camaleónica de adaptarse al nuevo escenario. Hasta Estados Unidos parece dipuesto a dar la espalda a su aliado Mubarak. Quedaría muy feo que los países democráticos se pongan en contra de un movimiento que pide básicamente, lo mismo que nosotros disfrutamos ya: libertad, derechos y democracia. Algunos países como Israel también aliado de Mubarak, no ocultan su temor por la posibilidad de que en Egipto lleguen al gobierno después de estas revueltas grupos de islamistas radicales. Ciertosd analistas también advierten de este riesgo y, de hecho, la razón por la que muchos países occidentales apoyaban gobiernos como el de Ben Ali o el de Mubarak es, precisamente, evitar que el islamismo radical se asiente y campe a sus anchas por estos países. Ésta es una posibilidad como ytambién puede suceder que Egipto no tome esta senda peligrosa para Occidente. Lo único cierto es que hay muchos interrogantes por resolver en Egipto. Las protestas siguen, siguen soplando aires de cambio.

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