El hijo de Gadafi ofrece negociar


Parece que el delfín del dictador quiere jugar lo más parecido al papel de poli bueno y ha salido ante la prensa para decir que ofrece negocicación a los rebeldes, a quienes él califica de terroristas. La situación en Libia sigue preocupando a todo el mundo, y las autoridades internacionales comienzan a reaccionar ante la masacre que se está padeciendo en ese país. De este modo, las informaciones que llegan desde allí cuentan que ya hay importantes ciudades libias en poder de los opositores a Gadafi, y que el dictador y sus lugartenientes se están haciendo fuertes en Trípoli, la capital. El hijo de Gadafi, en la imagen de arriba en plena rueda de prensa de ayer, reconoció que tenían un problema en algunas ciudades puntuales (Misrata y Zauiya), y ofreció diálogo a los manifestantes. Claro que la palabra de un régimen que es capaz de bombardear y de disparar a matar su su propio población no parece tener una gran credibilidad. Más bien da la impresión de que esta llamada al diálogo y a la negociación la hacen las autoridades libias con la boca pequeña. Ayer mismo, en las manifestaciones opositoras en la capital, los partidarios del régimen de Gadafi dispararon contra los manifestantes dejando al menos siete muertos.
El hijo de Gadafi insistió en la idea de que son terroristas quienes están protagonizando esta revolución, pero se mostró confiado en poder encontrar una salida pactada al conflicto. Ni que decir tiene que no dijo nada de que los opositores tengan ya el control de algunas ciudades del país. Su visión de los hechos es mucho más parcial y sesgada: se trata de terroristas a los que en poco tiempo se le cabará la munición y no podrán seguir provocando un baño de sangre. Saif el Islam, que así se llama el hijo del dictador libio, también declaró ante la prensa que "todo está en calma" salvo en esas ciudades antes señaladas. Dijo a la prensa que si escuchan fuegos artificiales que no los confundan con disparos. No sólo hizo una oferta de diálogo, sino que llegó a decir que hay ya una negociación en curso. Esta versión de los hechos choca con las informaciones que llegan desde Libia y cuentan cómo la oposición está recortando terreno día a día a las fuerzas oficiales. De hecho no falta quien da por hecho que el régimen de Gadafi se está tambaleando, e incluso algunos defienden que agoniza. El tiempo lo dirá. La imagen que pretenden dar las autoridades, excepción hecha de la supuesta oferta de diálogo de ayer, es la de que están igual de fuertes que siempre, y que cuentan con el apoyo de la población.
Como decía más arriba, la comunidad internacional comienza a actuar, o al menos a reacciones de un modo más claro y enérgico ante lo que está haciendo Gadafi en Libia. El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas pidió una investigación sobre los posibles crímenes de lesa humanidad que podría estar cometiendo Gadafi en su país. La Unión Europea, por su parte, también va reaccionando poco a poco y ha decidido congelar los activos de la familia Gadafi en Europa, así como prohibir la venta de armas o de material antidisturbios a ese país. Estados Unidos, por su parte, ha tomado medidas muy similares a las de la UE, al congelar igualmente los activos de la familia Gadafi. Son los primeros pasos hacia una unánime acción internacional contra el dictador libio. Lo que todos esperamos es que el Consejo de Seguridad de la ONU se reúna en breve y que de allí salga la respuesta conjunta que pedía Obama a toda la comunidad internacional contra lo que está pasando en Libia. El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha defendido una especie de plan Marshall para Libia como el que hizo EE.UU para Europa tras la II Guerra Mundial. La comunidad internacional debería haber reaccionado antes y con más firmeza contra lo que está haciendo Gadafi, pero parece que sí va por el buen camino.
Los diplomáticos libios en distintas embajadas y organismos están mostrando su firme apoyo a la revolución que están llevando a cabo los ciudadanos de su país. Uno de los casos más llamativos es el del embajador de Libia en Estados Unidos que ha izado una bandera previa a la llegada de Gadafi al poder en su residencia. La semana pasada Ali Aujali renunció a su puesto y con esa renuncia y este gesto deja bien claro que está del lado de la población y no del dictador. En declaraciones a los medios, el embajador ha dicho que el país entero está unido por un objetivo común: "la libertad, la democracia, la dignidad". Si a esto se suman las declaraciones del embajador de Libia ante las Naciones Unidas en las que se compara a Gadafi con Hitler, queda patente que los diplomáticos libios tiene decicido que ellos deben estar al lado de su pueblo y no de unas autoridades que están bombardeando a su población por pedir libertad y democracia y dejar atrás el régimen autoritario que domina y oprime Libia desde hace décadas. La población libia está siguiendo la estela de Egipto y Túnez donde anteriormente también se intentó, y en esos casos se logró, que los dictadores que gobernaban el país se marcharan del poder. ¿Es Gadafi el siguiente? Costará mucho esfuerzo, y lamentablemente está costando muchas vidas humanas, pero todo hace indicar que puede serlo.
Sobre las pérdidas de vidas, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon ha dicho que la cifra supera las 1.000 personas fallecidas en Libia desde que comenzaron las revueltas. "Los que pagan con la sangre de inocentes deben ser castigados", ha dicho. Además, en línea con lo que muchos están reclamando a la comunidad internacional en relación a su capacidad de dar una respuesta rápida a este derramamiento de sangre, Ban Ki Moon ha dicho que "una pérdida de tiempo significa la pérdida de vidas". Esa parece ser la actitud más adecuada para todos los líderes mundiales que tiene que actuar con la mayor celeridad posible. Cada día que pasa hay más ataques y más enfrentamientos, y por lo tanto más muertos. Hay que saber dar una respuesta contundente que frene la masacre que sacude Libia por culpa de la locura y el fanatismo de sus líderes. Gadafi está dispuesto a morir ("como un mártir", dijo el odioso dictador), pero antes quiere defender su puesto y sus privilegios ante las personas que están llevando a cabo estas legítimas protestas contra su régimen. Al tratarse de una persona a la que no le importa bombadear a su pueblo o disparar a matar contra los contrarios a que siga en el poder, la situación es alarmante y urge intervenir en Libia de algún modo.
Veremos cómo prosigue todo el Libia, pero hay otros lugares donde las revueltas continúan. En Túnez, hay un grupo de personas que no están de acuerdo con el gobierno que está al frente del país desde la marcha de Ben Ali y ayer se manifestaron contra el primer ministro y también quemaron un edificio oficial. En este país habrá elecciones antes de agosto. Es el país en el que comenzó todo y parece que hay manifestantes que quieren más cambios y más rápidos que los que se están produciendo en Túnez. En Egipto también se han repetido actos de protestas y la plaza Tahrir de el Cairo ha vuelto a ser el escenario de las mismas. Siempre que se da un proceso de transición a al democracia hay personas que piensan que ya han estado demasiado tiempo en una dictadura y que, por lo tanto, ya ha esperado bastante a la llegada de la democracia. Es inevitable que haya a quien le entren las prisas y también que existan recelos porque los ministros de los gobiernos provisionales en esos países sean en su mayoría miembros del régimen anterior. Tanto en Túnez como en Egipto se ha logrado que los dictadores se vayan, pero ahora surgirán discrepancias sobre la forma de gestionar el nuevo tiempo que se abre en estos países.
Bahréin y Yemen siguen siendo también protagonistas de esta ola de protestas en el mundo árabe. El rey de Bahréin ha destituido a tres ministros en un gesto a los manifestantes para tratar de calmar los ánimos. En Yemen ayer murió una persona y treinta resultaron heridas en las masivas manifestaciones para pedir el fin del actual régimen que gobierna este país. Las revueltas siguen adelante y la máxima alerta y preocupación está situada en Libia porque Gadafi está masacrando a su pueblo y porque allí se están produciendo los más severos enfrentamientos. Las revueltas en el mundo árabe se han cobrado ya la vida de muchas personas inocentes que luchaban por la libertad y por una mejora en las condiciones de vida en sus países. Todos estos fallecidos, así como las personas que siguen luchando en Libia o en otros países por tan legítimas aspiraciones, merecen ciertamente que haya cambios profundos en el gobierno de sus países. Sólo la comunidad internacional no está a la altura de los momentos históricos que estamos viviendo. La Historia se está escribiendo en estos países, y a la Historia pasarán todos aquellos que están poniendo en riesgo su vida para luchar por la libertad.

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