Continúa Mubarak

A lo largo de la tarde de ayer corrió un rumor por todos los medios de comunicación que decía que el presidente egipcio iba a dimitir y que Suleiman sería el nuevo hombre fuerte del gobierno de aquel país. Se daba por hecho que en la comparecencia de Mubarak que transmitió la televisión egipcia, el mandatario iba a anunciar que se iba. La BBC y algunas cadenas árabes fueron las que con más fuerza defendieron esta información. Pero, en contra de lo que se esperaba, Mubarak sigue aferrado al poder y sigue pareciendo que no le echan ni con agua caliente. Todos los manifestantes esperaban la marcha del presidente, pero ésta tendrá que esperar porque no parece que Mubarak tenga ninguna intención de irse. Ayer volvió a dejar claro que él quiere estar presente en el proceso de transición en Egipto y se presentó como el "padre de los ciudadanos e hijos de Egipto, hombres y mujeres, jóvenes de Egipto en la plaza de Tahrir". Como ya había dicho en una comparecencia días atrás, Mubarak no tiene pensado irse del país y anunció que va a continuar en él durante el proceso de transición que se abrirá en Egipto. La decepción, según cuentan los medios de comunicación, es palpable entre los ciudadanos que están protestanto contra el presidente egicpio ya que ayer se daba por seguro que Mubarak se iba a ir.
"No puedo, ni permitiré, aceptar órdenes del mundo exterior", dijo Mubarak quien presentó las revueltas de Egipto como una maniobra internacional para desalojarle del poder, como si los manifestantes no fueran ciudadanos de Egipto que están hartos del régimen que vive su país y quieren un futuro mejor para todos. No hay más ciego que el que no quiere ver. Las palabras de Mubarak rozaron la desfachatez cuando se refirió a las personas que habían muerto en las revueltas, muchas de ellas a manos de sus matones. Dijo que ha mandado que se investiguen estas muertes y que sintió un tremendo dolor cuando supo de ellas. Lo único que se cumplió, sólo en parte, de lo que se esperaba que dijera Mubarak es que anunció que va a delegar ciertos poderes en Suleiman, aunque no especificó más a qué poderes se refería. Sí fue más concreto Mubarak al anunciar que se iban a reformar algunos artículos de la Constitución (76, 77, 88, 93, 179 y 189). El artículo 76 limita quien se puede presentar a la presidencia y pone así trabas a que Mubarak pueda tener competencia seria de cara a unas elecciones. El 77 elimina el límite al presidente sobre el número de veces que se puede presentar a la reelección. El 88 y el 93 son dos artículos que complican que las elecciones en Egipto sean limpias. El primero de ellos sirve para eliminar el control judicial sobre los comicios, y el segundo dice que sólo la mayoría del Parlamento puede poner en duda los resultados de unas elecciones.

El artículo 179, que también se comprometió a reformar Mubarak, establece que todo sospechoso de terrorismo puede ser detenido y puesto a disposición de un tribunal militar, perdiendo así su derecho a la representación legal. El 189 consiste en otorgar al presidente la competencia exclusiva de hacer enmiendas constitucionales. Todos estos artículos serán reformados, o al menos eso prometió ayer Mubarak. Siguen siendo pasos insuficientes para la mayoría de los analistas internacionales que siguen esta crisis, así como para los mandatarios internacionales que han retirado su apoyo a Mubarak y, cómo no, para los manifestantes de la Plaza Tharir de El Cairo, pues ellos sólo dejarán sus protestas si Mubarak se marcha del poder, algo que no parece cercano. Mubarak quiso presentarse ayer como un convencido de un proceso de cambio en Egipto. De este modo, afirmó: "el movimiento de cambio no tiene vuelta atrás". Prometió también que las elecciones serán libres y que todo el mundo se podrá presentar a los comicios. Para ello se comprometió a eleminar la ley de emergencia para que se pueda celebrar un proceso electoral con plenas garantías. Para el presidente egipcio, lo primero es "recuperar la seguridad entre los egicpios y la confianza en nuestra economía".

Mubarak concluyó su discurso recordando que él también fue joven y afirmando que comprende a los jóvenes que se están manifestando. Finalmente lanzó una proclama para tratar, en vano, de unir a los egicpios en torno a su persona (y no en contra de él que es como hay muchos ciudadanos egicpios que están unidos ya) al afirmar que "la voluntad de los egipcios, su unidad y nuestra consideración a la Historia de Egipto son la esencia de nuestra existencia desde hace 7.000 años. Viviremos el espíritu de Egipto mientras dure Egipto y su pueblo". Como era de esperar, más aún teniendo en cuenta que se había informado de la casi segura marcha de Mubarak, a los manifestantes les cayó un jarro de agua fría en la cabeza tras escuchar estas palabras del presidente. No tiene pensado abandonar el país y tampoco el poder, por lo que es previsible que las protestas continúen en Egipto durante los próximos días. No es sólo que no se cumpla su exigencia básica (la marcha de Mubarak), es que no hay un sólo gesto que pueda resultar tentador para los manifestantes que les haga pensar en dejar las protestas, que les haga confíar en que se abre de verdad un proceso de cambio en su país. Las promesas de reforma constitucional y demás anuncios que llegan desde el régimen no contentan a los ciudadanos que salen a las calles a protestar contra Mubarak.

En el momento en que escribo esto, leo en la edición digital de El País que el Ejército va a hacer en el día de hoy un anuncio importante según una cadena árabe. Está por ver si esta información se termina confirmando o si sucede como con la marcha de Mubarak que ayer se dio por hecha en muchos medios internacionales. Esta noticia es trascendente porque todo el mundo sigue viendo como clave el papel de los militares en esta crisis. El Ejército no ha actuado hasta ahora contra los manifestantes en todos los días que se llevan de protestas, y en varias ocasiones ha habido declaraciones de dentro del cuerpo militar que afirmaban que se respetaban las legítimas reclamaciones del pueblo. Este importante anuncio de los militares despierta, por lo tanto, una gran expectación. El Ejército no se ha posicionado claramente en estas revueltas. Es cierto que no han reprimido al pueblo en sus actos de protesta, pero tampoco han dado la espalda, al menos hasta hoy, por completo al presidente Mubarak. No voy a especular con el contenido del anuncio que, según un canal árabe, va a realizar un alto cargo militar en las próximas horas. Los militares saben que tienen que jugar un papel fundamental en todo este proceso y si deciden retirar el apoyo a Mubarak las cosas estarán un poco más feas para él.

Suleiman, por su parte, ha pedido que se acaben las protestas y que los ciudadanos vuelvan a su actividad normal. También ha declarado que hará todo lo posible para que se desarrollo un proceso de transición pacífica. Ya que estaba, el vicepresidente egipcio ha dicho que no se debe hacer caso a las cadenas exranjeras porque sólo quieren dividir Egipto. "Tenemos la puerta abierta al diálogo", ha dicho Sulieman. El caso es que ni la oposición política ni los ciudadanos se creen estas intenciones del régimen de Mubarak de ser ellos los que piloten un proceso de transición. Sulieman también alabó a Mubarak al decir de él que, con el discurso de anoche, ha demostrado su sentimiento y su compromiso nacional y también su respeto y sensibilidad hacia las reclamaciones de los ciudadanos egipcios y también su compromiso con los cambios prometidos en el pasado. No parecen éstas las palabras de una persona que sea la más adecuada para ponerse al frente del país cuando se vaya, si es que se va, el presidente Mubarak. Es muy leal y fiel al presidente y no da la impresión de que estas declaraciones sirvan para que los ciudadanos confíen en él como una solución temporal hasta que haya unas elecciones libres en Egipto.

Finalmente ayer no fue el último día de Mubarak en el poder egipcio y, lo que es aún peor para todos los manifestantes, no parece que el final de su etapa al frente del país esté próximo. Hoy están convocadas protestas numerosas contra el presidente. Una vez más los egipcios clamarán por unas condiciones de libertad y democracia en su país y una vez más el régimen sólo hará algún gesto intentando, sin éxito, calmar a los manifestantes con promesas y anuncios que llegan tarde y mal. Tarde porque ya se acabó el crédito de estos goberantes, y mal porque los ciudadanos no quieren saber nada de Mubarak. Lo único que esperan de él es que se vaya del poder y deje paso a un nuevo tiempo en Egipto. Un nuevo tiempo que, por lo visto ayer en la comparecencia de Mubarak, tendrá que esperar.

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