La vida sigue igual

Aquel que pudiera pensar que la actitud de España en relación al Sáhara podría variar debido a los graves hechos acontecidos en el desmantelamiento del campamento saharaui y la posterior represión en El Aaiún, se están dando de bruces con la realidad. De cambios nada de nada. Todo sigue igual, o peor segun se mire. Cuando miembros del gobierno como la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, son preguntados por la situación rechazan en todo momento condenar la actuación de Marruecos, tan sólo lamentan lo sucedido.Y acto seguido nos recuerdan que nos conviene llevarnos bien con Marruecos. Será por eso que la tibieza sigue siendo la actitud reinante en la política exterior española. En los graves incidentes de estos días ha muerto un español y el gobierno de nuestro país dice haber pedido ya explicaciones a las autoridades marroquíes que dicen que la muerte de esta persona fue un accidente. Nada que ver con lo que aseguran sus familiares, quienes explican cómo la policía fue a por él y pasó un coche por encima de él en dos ocasiones. Lo que Marruecos llama un accidente tiene toda la pinta de ser un terrible asesinato.
Lo más grave de la actitud del gobierno español ante la situación del Sáhara es la desfachatez con la que el presidente ha hablado de este asunto. No es sólo que no se le haya pasado por la mente en ningún momento condenar el empleo de violencia por parte de Marruecos, es que encima dice que "los intereses de España son los que el gobierno tiene que poner por delante". Que se den por olvidados los saharauis. Desde luego este gobierno, así como todos los gobiernos que le antecedieron, no va a preocuparse lo más mínimo de lo que allí suceda. Es una forma poco sutil de afirmar que el asunto del Sáhara no interesa a España, que no es un tema que nos incumba. Cuando he leído estas declaraciones del presidente del gobierno me he quedado helado. Es rigurosamente cierto que un país debe primar sus intereses por encima de otras cuestiones pero, ¿no es del interés del señor presidente que se detengan a periodistas españoles por hacer su trabajo o que se mate con total impunidad a un ciudadano español?
Marruecos es vecino de España y con lso vecinos hay que llevarse lo mejor posible. La colaboración de este país es necesaria en asuntos como el control de la inmigración ilegal o la lucha contra el terrorismo islámico. Supongo que pocos negarán la importancia de tener una buena relación con Marruecos debido a las trascendentales cuestiones que, en efecto, debe tratar España con este país. Pero de ahí que este país pueda hacer lo que quiera sin que los demás podamos siquiera requistar me parece una tomadura de pelo. Más aún cuando este argumento no es nuevo. También se utilizó con la indignante actuación del gobierno venezolano en relación a la banda terrorista ETA. Entonces se nos dijo que debíamos mantener unas buenas relaciones con este gobierno ya que había importantes acuerdos económicos con él. Una política claudicante es por este motivo la que está llevando a cabo España en asuntos exteriores. O esta es la excusa de la política exterior claudicante de España.
Como ya he escrito en otras ocasiones, Marruecos es de esos países que parecen tener permiso por parte de la comunidad internacional para hacer lo que desee sin que nadie pueda opinar, no tampoco informar de lo que está sucediendo. Este país no es un país democrático, ni mucho menos. Mohamed VI hace lo que le viene en gana y el resto de países le ríe las gracias. A mi me duele especialmente, como es natural, la actuación del gobierno español en todo este asunto. No puede ser más bochornosa y ridícula. Ni adredre podrían haberlo hecho peor. Defender los intereses del país esta muy bien, pero ¿dónde queda nuestra dignidad? ¿Dónde la obligación de investigar la muerte de un ciudadano con nacionalidad española a manos de las fuerzas armadas de un país extranjero? Nadie duda de que es importante mantener unas buenas relaciones con Marruecos por su vecindad con nosotros y por los temas capitales en los que necesitamos de su colaboración. Pero yo me pregunto: si fuéramos vecinos de una dictadura, ¿también tendríamos que tener buenas relaciones con ella? Y, visto lo visto, ¿hay mucha diferencia entre esta hipótesis y la realidad que percibimos en Marruecos?
Los periodistas españoles de la Cadena Ser que entraron en El Aaiún están descontentos naturalmente con la actuación del gobierno español en torno a esta crisis y a su situación. Denuncian haber recibido un trato vejatorio por parte de las autoridades marroquíes, y también rechazan la afirmación de la ministra de Asuntos Exteriores de que ellos no han sido detenidos en ningún momento. Angels Barceló ha dicho que ella sí considera que ha sido detenida y no retenida como ha dicho el gobierno español. Estos periodistas serán expulsados del país, y el miso camino parece que va a seguir el corresponsal de ABC en Marruecos, Luis de Vega, al que se le ha retirado la acrditación por ser, según las autoridades de aquel país, un riesgo para la seguridad nacional y por transmitir informaciones incorrectas. Si no fuera un atentado tan grave contra la libertad de expresión y de información, no dejaría de tener gracia que un país que está manipulando toda la información que da sobre esta crisis expulse a un periodista por dar noticias sobre la situación.
Trinidad Jiménez ha dicho que no tiene pensado realizar un viaje a Rabat para intentar mediar en la situación o para hablar con las autoridades marroquíes sobre esta grave situación que se está dando en el Sáhara. Debe de ser que este viaje podría ser vista como una provocación por parte de Marruecos, o que enturbiara las excelentes relaciones con este país. Excelentes relaciones que consisten en dar por buenas todas las barbaridades que las autoridades marroquíes llevan a cabo. Excelentes relaciones entre dos países en las que uno actúa como le place, y el otro aplaude con las orejas esta actuación. Excelentes relaciones en las que un país emplea la violencia y el otro es incapaz de condenar el uso de la fuerza. En fin, excelentes relaciones en las que Marruecos hace lo que quiere, y en las que España no tiene el valor ni el coraje de afearle ciertas actitudes.
En definitiva, la vida sigue igual. La posición de España en torno al conflicto saharaui no varía lo más mínimo. Y más concretamente, su reacción ante estos últimos hechos sigue siendo la de total y absoluta pasividad. Con la boca pequeña se piden explicaciones por aquellos actos que afectan a españoles, pero en el fondo no se tiene la más mínima intención de implicarse en el asunto no vaya a ser que el vecino se nos enfade. Uno no termina de acostumbrarse a esta forma de actuar por parte del gobierno español en su política exterior. Parece que queremos llevarnos bien con todos. No deseamos que se investiguen las relaciones de ETA con Venezuelano por si Chávez se cabrea con nostros. No condenamos la actuación de Marruecos en el Sáhara para que no cambien las excelentes relaciones con este país. Me río yo de estas excelentes relaciones. Serán excelentes para Marruecos, que puede hacer lo que quiera sin que le digamos nada. Pasividad, actitud de mirar para otro lado. Todo sea por los intereses de España. Sin comentarios.

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