Mi semana, por David

Esta ha sido una semana en la cual la lluvia tampoco ha querido estar ausente, en una España con sed en la que siempre es bien recibida su visita. Una visita muy deseada desde Cataluña y muy adecuada al momento político actual. Cataluña sufre una sequía sin precedente y que podía llevar a las autoridades a imponer restricciones en el uso doméstico a la ciudad de Barcelona, este no es un tema banal y es por ello todos estamos de acuerdo en que se tomen las medidas necesarias para que no se llegue a esos límites. Pero no es menos cierto que hay otras comunidades que necesitan agua y ellas tienen igual derecho a conseguirla a través de diferentes transvases. La política del agua es muy complicada y requiere de un consenso nacional y de la unidad de todas las comunidades en torno a un bien tan necesario. Solo desde la solidaridad y desde el convencimiento del buen uso de este preciado líquido se puede alcanzar una paz entre territorios. Pero hay que entrar más en profundidad en el tema, ¿para qué usa Valencia el agua? ¿ es lógico implantar huertas muy ricas en zonas secas? ¿ es el agua un bien común o no? ¿ sirven de algo las desaladoras? ¿se debe hacer política con el agua? Todas esta y otras muchas preguntas deberían ser contestadas en una seria e imprescindible reconducción de la política del agua en nuestro país. En cualquier caso resulta chocante que algunos sectores nacionalistas de Cataluña comenzasen hace un tiempo una excursión peligrosa de alejamiento del Estado, la cual abandona para comer y parece que ahora también para beber.
Otro asunto llena portadas y conversaciones en todo el país: el papel de la mujer en nuestra sociedad. Parecía ya casi superado este tema, sin embargo la realidad nos enrojece: muchas mujeres asesinadas por sus parejas, cientos de trabajadoras con sueldos más bajos que sus compañeros, etc. Esta semana Chacón ha hecho historia, una hoja más escrita en el libro de la igualdad y el respeto entre sexos. Nadie duda del valor de sus primeras actuaciones, sin embargo no necesitamos un feminismo de moqueta, ni fotos deslumbrantes, necesitamos políticas de igualdad verdadera y no de discriminación positiva, porque está claro que toda discriminación es mala. El presidente es libre para coger la bandera del la lucha contra el machismo, pero debe ser una lucha cotidiana, de acera, una lucha comprometida y real, ¿ es acaso más valida una ministra por el hecho de ser mujer?, la respuesta es evidente, sin embargo podemos caer en ciertas trampas que tiene esta política y que no son buenas para nadie. Una mujer no es mejor o peor que un varón por el hecho de haber nacido así, debe demostrar sus cualidades con sus actuaciones y es en eso en lo que debemos poner la tilde. Las mujeres necesitan un empujón desde las instituciones y eso es evidente, pero como todo en la vida la fuerza de ese empujón debe ser adecuada y no pasarse ni excederse en las formas y no en el fondo, porque puede resultar que el empujón haga caer por el vacío lo esencial de este asunto y, con ello provocar un efecto contrario e indeseable.

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